Estatuto ratificado a pesar de todo

Los ciudadanos de Catalu?a han refrendado con sus votos el texto del nuevo Estatuto de Autonom¨ªa. Las urnas han arrojado un voto afirmativo masivo que no permite albergar duda alguna sobre el resultado de la consulta. La floja participaci¨®n, que no consigue superar la barrera simb¨®lica del 50%, refleja el nivel tambi¨¦n escaso del entusiasmo suscitado por el proceso de elaboraci¨®n y discusi¨®n del nuevo texto legal. Las cuatro circunscripciones electorales catalanas s¨®lo alcanzaron un nivel de abstenci¨®n m¨¢s alto en otra consulta, el refer¨¦ndum de la Constituci¨®n europea en 2005, cuando la participaci¨®n se qued¨® en un mero 40,6%.

El nuevo Estatuto llega as¨ª con menos consenso por parte de los partidos parlamentarios que el anterior, con menor participaci¨®n de los ciudadanos y con menos votos afirmativos. Pero las ¨¦pocas son muy distintas, y en 1979 lo que estaba en juego era la mera posibilidad de que Catalu?a tuviera autonom¨ªa, mientras que ahora se trataba de elegir entre aquel Estatuto y el nuevo. Ya en aquella ocasi¨®n, la ratificaci¨®n de la naciente autonom¨ªa suscit¨® ocho puntos menos de participaci¨®n que la ratificaci¨®n de la Constituci¨®n un a?o antes, abriendo una l¨ªnea de comportamiento dual, todav¨ªa no corregida, en la que las elecciones generales suscitan mayor participaci¨®n que las auton¨®micas. La consulta de ayer ratifica una vez m¨¢s este voto dual de los catalanes que debiera preocupar a los partidos, en la medida en que revela que hay una parte de la poblaci¨®n que se inhibe de la autonom¨ªa y s¨®lo se moviliza en las elecciones y consultas generales.

Los dos partidos que propugnaban el voto negativo, Partido Popular y Esquerra Republicana de Catalunya, han obtenido un resultado mediocre, al alcanzar apenas algo m¨¢s del 20% de los votos, ocho por debajo de la suma de sus porcentajes en las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas. No es extra?o que se hayan apresurado a intentar deslegitimar los resultados, esgrimiendo la abstenci¨®n para seguir carg¨¢ndose de raz¨®n a pesar del limitado eco obtenido entre los ciudadanos. La legitimidad de los resultados no se puede discutir sensatamente tal como est¨¢ intentando el frente del no, y hay que rechazar sobre todo el intento de prolongar in aet¨¦rnum el debate sobre el Estatuto. El proceso que hoy culmina con la consulta a los ciudadanos, perfectamente reglado por nuestro sistema legal, es en s¨ª mismo una f¨®rmula que fabrica consenso y legitimidad, y tiene la virtud de cerrar de una vez un periodo excesivamente agitado de la vida pol¨ªtica catalana.

No es ocioso recordar que primero fue el Parlamento catal¨¢n el que aprob¨® el proyecto -el llamado Estatuto de Miravet-, luego enmendado por las Cortes generales, donde recibi¨® los votos favorables en el Congreso y en el Senado -momento en el que se cay¨® el apoyo de ERC-, y ha regresado a Catalu?a para que los ciudadanos se pronunciaran. La victoria rotunda del voto afirmativo, por el que han optado tres de cada cuatro ciudadanos que han acudido a las urnas, no admite discusi¨®n. El Partido Popular vot¨® en contra en el Parlamento catal¨¢n, rechaz¨® su admisi¨®n a tr¨¢mite en el Congreso de los Diputados, vot¨® coherentemente en contra en las dos C¨¢maras de las Cortes e incluso lanz¨® una campa?a de firmas para instar al Gobierno a la convocatoria de un refer¨¦ndum en toda Espa?a, sin base legal, sobre el Estatuto catal¨¢n. Ser¨¢ tambi¨¦n coherente su recurso al Tribunal Constitucional, que servir¨¢ adem¨¢s para cerrar todos los resquicios y dudas que puedan quedar, aunque el texto legal ya entrar¨¢ en vigor antes de agosto.

El debate sobre la legitimidad del resultado de ayer se prolongar¨¢ muy pronto en las elecciones auton¨®micas anticipadas que se celebrar¨¢n en oto?o, y en las que se elucidar¨¢n las cuentas pol¨ªticas que los cinco partidos catalanes tienen pendientes con los ciudadanos. Ser¨¢ en alg¨²n aspecto la segunda vuelta del refer¨¦ndum, en el que los ciudadanos tendr¨¢n la ocasi¨®n de entrar en detalles respecto al peso de cada partido. Paso previo, y del mayor inter¨¦s, ser¨¢ saber c¨®mo resuelve el PSC su dilema entre presentar como candidato a la presidencia a su actual secretario general y ministro de Industria, Jos¨¦ Montilla, tal como desea el conjunto del socialismo (tanto el PSC como el PSOE), o presentar de nuevo al actual presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, mejor tratado por las encuestas pero repudiado por gran parte de la opini¨®n socialista y por el inter¨¦s de CiU.

La mayor¨ªa apabullante de votos afirmativos, junto a la baja participaci¨®n, no permite decantar la lectura de estos resultados a favor de ninguna de las dos candidaturas. En cambio, si algo se puede deducir es que, a pesar de todo, el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, se ha salido con la suya: si se observa el sondeo de Opina para EL PA?S del pasado domingo, la proporci¨®n de votos afirmativos recogidos ayer en las urnas se corresponde con las preferencias de los ciudadanos catalanes por Zapatero, mientras que la suma de los que prefer¨ªan a Rajoy (8,5%) y quienes no ten¨ªan opini¨®n se corresponde con los votos negativos.