Mao, un ¨ªdolo en el retrovisor
El 9 de septiembre de 1976, Mao Zedong, fundador de la Rep¨²blica Popular China, muri¨® en Pek¨ªn a la edad de 82 a?os. Se apag¨® ese d¨ªa el hombre que arranc¨® al pa¨ªs m¨¢s poblado del mundo de su pasado feudal y el que fuera uno de los mayores genios pol¨ªticos y estrategas militares del siglo XX. Al mismo tiempo, desapareci¨® uno de los gobernantes que m¨¢s da?o y dolor ha infligido a su propio pueblo, con desastres econ¨®micos, como el Gran Salto Adelante (1958), o violentas campa?as de depuraci¨®n pol¨ªtica, como la Gran Revoluci¨®n Cultural (1966-1976), que han dejado una profunda herida en la sociedad china. Hoy, 30 a?os despu¨¦s de que exhalara el ¨²ltimo suspiro, el Gran Timonel sigue siendo venerado por millones de chinos como si de un dios se tratara. Mientras que los actuales l¨ªderes, aunque han diluido su herencia y la anta?o ubicuidad de su imagen, siguen utiliz¨¢ndolas para justificar su propia posici¨®n, seg¨²n acad¨¦micos y expertos.
"Estamos aqu¨ª para servir al pueblo", dice un joven retomando una consigna mao¨ªsta
Shaoshan, la ciudad donde naci¨® Mao, se ha transformado en un lugar de culto
El retrato de Mao preside la plaza Tiananmen en el mismo lugar donde, el 1 de octubre de 1949 al establecer la Rep¨²blica Popular, proclam¨® al mundo: "China se ha puesto en pie". A pocos centenares de metros, su cuerpo embalsamado yace en un mausoleo desde que los dirigentes decidieron que Mao no ser¨ªa incinerado como era su deseo, sino conservado para la posteridad.
Sendas visitas al lugar donde reposan los restos del Gran L¨ªder y al pueblo en que naci¨®, resumen cu¨¢nto, y cu¨¢n poco al mismo tiempo, queda en China de su legado y de la revoluci¨®n que teji¨® este hijo de campesinos por las teor¨ªas que desarroll¨® a partir del comunismo sovi¨¦tico.
Empecemos por el origen. Shaoshan, pueblo de 100.000 habitantes, 130 kil¨®metros al suroeste de Changsha, capital de la provincia sure?a de Hunan. "Mao fue un gran hombre. No hace falta la pregunta", asegura Yang que, a sus 36 a?os, acaba de visitar la antigua casa de la familia Mao. "?l cambi¨® totalmente la sociedad, y sent¨® las bases para las reformas que despu¨¦s hizo Deng Xiaoping", a?ade su amiga.
Yang y su acompa?ante son algunos de los miles de turistas que cada semana peregrinan a Shaoshan para recorrer la granja de paredes de adobe en la que naci¨® y creci¨® el l¨ªder chino, el museo adjunto, o los altares y estatuas erigidos en su memoria, ante los que los visitantes se inclinan tres veces en se?al de respeto.
La "antigua residencia del camarada Mao Zedong", como reza una inscripci¨®n sobre el dintel de la puerta principal, est¨¢ vigilada por soldados del Ej¨¦rcito Popular de Liberaci¨®n. Los altavoces airean en el jard¨ªn pasajes de su vida, narrados por una mujer de voz dulce acompa?ada por m¨²sica de violines. Los campos de arroz brillan perfectamente cuidados. Los nen¨²fares flotan en los estanques.
Todo en este pueblo de suaves colinas, arrozales y bamb¨², y en el que el apellido Mao es corriente, habla del padre de la nueva China: los esl¨®ganes comunistas, como Sirve al pueblo; los murales con su caligraf¨ªa tallada en piedra, o las decenas de vendedores de recuerdos tur¨ªsticos -medallas, relojes o bol¨ªgrafos- con la efigie del l¨ªder.
Shaoshan se ha transformado en un lugar de culto, al que acuden gentes de todo el pa¨ªs. Unos llegan en viajes organizados para conocer la tierra de la que surgi¨® el mito. Otros buscan al Mao dios. "Vienen para lograr su energ¨ªa", dice una joven de 25 a?os que trabaja de gu¨ªa. Son gentes como esa familia que se fotograf¨ªa ante la vivienda, o como ese anciano de rostro iluminado, que muestra una insignia del partido comunista sobre el coraz¨®n. En el aparcamiento, abundan los coches negros oficiales de los funcionarios.
Mao Zeqi, un vecino de 75 a?os, recuerda al Gran L¨ªder. "Tuvo una vida muy dura. El Kuomintang [el partido nacionalista de Chiang Kaishek, al que los comunistas derrotaron en 1949] quer¨ªa cortarle la cabeza. Una vez quisieron arrestarle, e incluso le preguntaron a ¨¦l mismo si era Mao. Los chinos no le olvidaremos", dice, y mira su gran estatua de bronce. "Pero la vida de la gente normal sigue siendo dif¨ªcil. Quienes trabajan para el Gobierno viven mejor", se queja este campesino, cargado con un saco de botellas de pl¨¢stico vac¨ªas.
"Mucha gente echa de menos a Mao porque tiene nostalgia de los viejos tiempos, cuando todos eran pobres, pero no hab¨ªa corrupci¨®n ni tantos problemas sociales", afirma Zhu Zhiqun, especialista en econom¨ªa pol¨ªtica asi¨¢tica en la Universidad de Bridgeport (Connecticut, EE UU). "Muchos de quienes a¨²n le idolatran son los que se han quedado atr¨¢s en las reformas econ¨®micas. Piensan que si Mao existiera, podr¨ªa salvarles".
Dos detalles dejan bien claro en Shaoshan que los tiempos han cambiado.
1. En el peaje de la autopista que conduce al pueblo, un cartel se?ala: Busca la verdad en los hechos. Una frase que, aunque originalmente utiliz¨® Mao, fue promovida por Deng Xiaoping para sentenciar que hay que emplear soluciones pol¨ªticas y econ¨®micas que tengan aplicaciones pr¨¢cticas, en lugar de las basadas en consideraciones ideol¨®gicas. Es decir, lo contrario de lo que hizo el Gran Timonel.
2. Junto a los retratos de Mao que hay en la estaci¨®n de tren, figura en lugar eminente un gran cartel con Los ocho honores y las ocho verg¨¹enzas, la lista de valores hecha p¨²blica el pasado marzo por el presidente Hu Jintao para intentar recuperar la moralidad perdida durante las dos d¨¦cadas de reformas.
El legado de Mao est¨¢ plagado de controversia. Mientras unos le adoran, otros le rechazan porque sufrieron las consecuencias de sus campa?as. Y gran parte sigue consider¨¢ndole un gran l¨ªder revolucionario, que cometi¨® errores. Es lo que asegura tambi¨¦n la versi¨®n oficial. En 1981, Deng Xiaoping, quien rompi¨® con la ideolog¨ªa comunista para dar paso al pragmatismo econ¨®mico, emiti¨® el veredicto oficial sobre su predecesor. Aplaudi¨® su labor y pensamiento hasta 1957, mientras que le culp¨® de muchos de los problemas que se produjeron en las dos d¨¦cadas siguientes. Y decret¨® que lo que hab¨ªa hecho fue "un 70% correcto, y un 30% err¨®neo".
Jean Hung, subdirectora del Centro de Estudios de China, en la Universidad China de Hong Kong, rechaza esta ecuaci¨®n: "?Se puede decir que un pescado est¨¢ podrido un 30%? ?Hubiera sido el 70% de impacto positivo imposible sin ¨¦l?".
Hoy, mientras el pa¨ªs deja atr¨¢s su pasado revolucionario y se interna en un capitalismo feroz, Mao se ha convertido en una especie de ¨ªdolo, con poderes sobrenaturales. Su imagen es colgada de los retrovisores de los coches, como si de un san Crist¨®bal se tratase, para proteger contra los accidentes de tr¨¢fico. Y, con mezcla de veneraci¨®n y curiosidad, cada semana acuden miles de ciudadanos a ver su cad¨¢ver -o su doble de cera, seg¨²n algunas fuentes- en el mausoleo de Tiananmen: el cuerpo, bajo la hoz y el martillo de la bandera del partido comunista; el rostro, iluminado por una luz cenital anaranjada. En el interior del recinto, los dependientes se disputan la venta de bisuter¨ªa mao¨ªsta. "Estamos aqu¨ª para servir al pueblo", dice retomando el viejo eslogan, un joven que vende Coca-Cola.
Mientras tanto, los actuales l¨ªderes rechazan cualquier an¨¢lisis y revisi¨®n de los tiempos oscuros del gran timonel, y han pasado de puntillas sobre el 30 aniversario de su muerte. "La mayor¨ªa de la gente, sobre todo la generaci¨®n m¨¢s joven, no es consciente de lo que hizo Mao.
El partido le necesita todav¨ªa para legitimarse. Quienes no comparten la pol¨ªtica actual suponen que china tuvo buenos tiempos bajo su mandato. Veneran al dios Mao en su imaginaci¨®n, en la imagen que ha sido creada por el partido y el gobierno, no al Mao real", se?ala Hung.
Una imagen que alcanza su m¨¢xima expresi¨®n en el retrato que preside Tiananmen, y que, seg¨²n Zhu, seguir¨¢ all¨ª, en un futuro cercano. "Es parte de la historia de la Rep¨²blica Popular China. Y, salvo que haya una nueva evaluaci¨®n de la revoluci¨®n cultural y de Mao, y hasta que China se convierta en una democracia de verdad, es poco probable e innecesario que lo quiten".
Errores hist¨®ricos
"Mao es y ser¨¢ recordado como la persona que unific¨® China tras sufrir el pa¨ªs m¨¢s de cien a?os de humillaci¨®n por parte de potencias occidentales y Jap¨®n. Bajo su mando, China se convirti¨® en una fuerza poderosa en la escena pol¨ªtica internacional. Sin embargo, mantuvo un control f¨¦rreo en el pa¨ªs, y sus pol¨ªticas econ¨®micas fueron desastrosas", afirma Zhu Zhiqun, profesor en la Universidad de Bridgeport (EE UU).
Zhu, como otros expertos, se refiere, en especial, al Gran Salto Adelante, el plan lanzado en 1958 para modernizar la agricultura y la industria, y en el que se dio total prioridad a las decisiones ideol¨®gicas sobre las cient¨ªficas. El resultado fue catastr¨®fico, lo que unido a una serie de desastres naturales y al fin de la ayuda sovi¨¦tica, provoc¨® una hambruna en la que fallecieron 30 millones de personas.
Mao Zedong siempre exalt¨® la disciplina de hierro y la hostilidad implacable con el enemigo. Y en 1996, inici¨® la Revoluci¨®n Cultural, una caza de oponentes pol¨ªticos e intelectuales a manos del Ej¨¦rcito y de estudiantes (los guardias rojos). Miles de chinos murieron, y millones fueron torturados y enviados a trabajar en el campo. Fueron los a?os del cl¨ªmax del culto a su personalidad.
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