Vistas a la muralla de Estremoz

Por su estilo dir¨ªase una pousada portuguesa, una pousada encubierta, aunque en realidad no forma parte de la red hotelera hom¨®loga a los paradores espa?oles. Sus cimientos dieron sost¨¦n a la antigua fortaleza defensiva de S?o Jos¨¦, atalaya imprescindible en el control de todo lo que flu¨ªa por el Alto Alentejo, especialmente si proven¨ªa de Espa?a. Sus muros albergaron luego una f¨¢brica de lozas y una molienda de vapor que abastec¨ªa de pan a la tropa acuartelada en los fortines de la regi¨®n.

De aquel edificio no qued¨® ni el esqueleto, pero su transformaci¨®n hotelera en 2001 se ha propuesto recordar con gui?os inequ¨ªvocos el acero de su pasado castrense e industrial. Rigor geom¨¦trico en la fachada, orden met¨®dico en los parterres exteriores, protocolo en los salones y zonas comunes. Y mucha disciplina en la ejecuci¨®n del programa arquitect¨®nico. Una obra eficiente, s¨®lida y hecha para durar.

El aparcamiento, tumultuoso en d¨ªas festivos y excesivamente metido en el jard¨ªn, no hace justicia al establecimiento. Un peque?o vest¨ªbulo recibe en paz a los viajeros. Exhibe un portentoso retablo de azulejos portugueses, y, en un espacio intermedio organizado como zagu¨¢n, un mostrador que anticipa la contenida simpleza, si no elegancia, de sus interiores. Los empleados se desviven, con una amabilidad y un desprendimiento extraordinarios, incluso a horas intempestivas. En dos pasos se alcanza el sal¨®n Afonso III, dedicado al rey que otorg¨® los fueros a Estremoz. Es la pieza m¨¢s lograda del hotel, dividida en tres ambientes y decorada al gusto manuelino sin demasiados recargos. Un bar m¨ªnimo da atenci¨®n a la terraza lateral que se abre sobre el jard¨ªn.

Las habitaciones siguen un patr¨®n est¨¦tico m¨¢s cartujo que minimalista, a juzgar por los detalles de artesan¨ªa portuguesa que se han tomado como licencia. Son cajas puras de paredes blancas y suelos de estera, con mobiliario oscuro y camas grandes de lencer¨ªa fina. Algunas incluso con chimenea propia que la gobernanta se encarga de mantener encendida todo el d¨ªa. Otras, con ba?era de hidromasaje, sedantes. V¨ªctimas todas de ciertos olvidos imperdonables, como el de la reposici¨®n peri¨®dica de papel higi¨¦nico, la instalaci¨®n de una mampara aislante en la ducha o la administraci¨®n de la cosm¨¦tica de aseo para una sola persona, cuando es evidente que el dormitorio va a ser ocupado por dos. Las mejores vistas se obtienen desde el ¨¢tico de la suite principal, la m¨¢s cara del hotel y la que mejores mimbres decorativos acredita. Pero un d¨ªa es un d¨ªa y no hay bolsillo que se resista a ver desplomarse la tarde, copa en mano, sobre el recinto amurallado de Estremoz.