Artistas sin arte
Enrique Vila-Matas lleva a?os lleva a?os escribiendo sobre escritores que renuncian a escribir. Lo suyo es la desaparici¨®n, fundirse en el paisaje como las huellas de pisadas en la nieve o en la arena. Los artistas contempor¨¢neos participan en parte de esa obsesi¨®n, pero s¨®lo en parte: han dejado de pintar, han dejado de dibujar, de esculpir o, m¨¢s simplemente, de preocuparse por el encuadre de sus fotos o las comas de sus frases para centrarse en el hecho mismo de ser artista. Su condici¨®n de tal ya no depende de su habilidad "para hacer bien una cosa" (Mar¨ªa Moliner), pues esa habilidad ha perdido todo valor a favor o en beneficio de otras calidades. Simplificando, el d¨ªa en que Marcel Duchamp transform¨® un urinario en escultura arrebat¨® definitivamente a la Academia el derecho a extender t¨ªtulos de "artista". Ahora son los propios artistas, con la ayuda de comisarios, conservadores, cr¨ªticos y, sobre todo, del mercado, quienes convierten en arte un mont¨®n de piedras y en artista al hombre que transforma los globos infantiles en forma de perrito o coraz¨®n en gigantescas esculturas de acero inoxidable.
Todo el pa¨ªs anda embarcado en el redescubrimiento de la delicada verdad del dibujo
La din¨¢mica del artista autoproclamado validada por su capacidad para atraer millones en torno a su creaci¨®n ha despertado y despierta cada vez m¨¢s escepticismo. La famosa obra de teatro Arte, de Yasmina Reza, resume la situaci¨®n. Pero hay instituciones que tienen que seguir funcionando, que no se pueden dejar vencer ni por la duda ni por las fluctuaciones especulativas. Siete museos franceses -los de Montpellier, Poitiers, Bayona, Ajaccio, Rouen, Toulouse y Grenoble- se han sumado a la "prueba del algod¨®n" a la que el Louvre lleva sometiendo, desde hace a?os, a determinados artistas y escuelas. Es la prueba del dibujo.
La ¨¦poca prefiere la creatividad a las creaciones, el discurso a su materializaci¨®n. El dibujo permite reanudar el hilo roto porque es la base misma de un proyecto, su esbozo fundamental, el origen a partir del cual desarrollar la idea. Es bien sabido que en la tradici¨®n veneciana, durante m¨¢s de un siglo, el dibujo igual¨® en importancia a la pintura, cobr¨® autonom¨ªa y lleg¨® a existir por s¨ª solo, no como el imprescindible paso previo a la llegada de los pinceles y el color. Ser un buen dibujante ya era ser artista, no era imprescindible que aquella abstracci¨®n surgida del l¨¢piz -la realidad no tiene contornos, no est¨¢ hecha de l¨ªneas- se colorease o cobrase tres dimensiones. Goethe, cuando viaja por Italia, escribe "aquello que no he dibujado, no lo he visto". La comprensi¨®n surge de esa t¨¦cnica, de ese arte del dibujo. Klee busca lo mismo cuando dice que "el arte no reproduce lo visible sino que lo hace visible".
Todas estas exposiciones permanecen abiertas hasta febrero de 2007 y vienen a sumarse a las que recientemente el Museo d'Orsay ha dedicado a Jean-Fran?ois Millet y Maurice Denis, el Louvre a Hubert Robert y Fran?ois-Marius Granet, el propio Louvre y el Petit Palais a Rembrandt, y el palacio de Bellas Artes de Lille al dibujo romano del XVI.
Todo el pa¨ªs anda embarcado en el redescubrimiento de la delicada verdad del dibujo, una verdad artesana, t¨¦cnica, aprendida, a la que se agarra como un clavo ardiendo para no tener que vivir en un mundo de artistas sin arte.

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