Retrato de una miliciana extreme?a
"Todav¨ªa me pregunto por qu¨¦ fue tan sufrida mi vida", afirma la narradora. ?ste es el relato de Mar¨ªa de la Luz Mej¨ªas Correa, una extreme?a de 90 a?os y miliciana durante la Guerra Civil. Narrado desde su propia voz, y con su voz, aunque el autor del libro sea su nieto Manuel Pulido. En ese sentido, el libro plantea un juego de espejos entre el escritor material y la narradora-autora de las memorias. ?Qui¨¦n escribe, qui¨¦n narra y qui¨¦n recuerda? El que escribe es el nieto, pero ¨¦stas no son unas memorias lanzadas al aire por la narradora y transcritas de modo notarial por Pulido. El narrador-transcriptor es en realidad el autor del libro. Quien figura como autora se revela como la verdadera voz narradora. El autor material explica al comienzo que ha elaborado un personaje, el de Mar¨ªa, la miliciana del batall¨®n de Pedro Rubio, y en ella ha volcado lo que su abuela le ha contado en conversaciones grabadas, cotejadas despu¨¦s con ella y retocadas para darle forma.
AS? FUE PASANDO EL TIEMPO. Memorias de una miliciana extreme?a
Edici¨®n de M. Pulido Mendoza
Mar¨ªa de la Luz Mej¨ªas Correa
Renacimiento. Sevilla, 2006
200 p¨¢ginas. 12 euros
?Ficci¨®n o testimonio? Se puede leer de las dos maneras. Escrito en primera persona, estamos ante un ejercicio narrativo de travestismo literario consciente: la narradora, Mar¨ªa la Miliciana, una mujer que apenas sabe leer y escribir, nos ofrece sus peripecias como luchadora republicana al lado de su futuro marido, Juan, y de su hermano Francisco. Pero al mismo tiempo es una historia de ficci¨®n real sobre la infancia y juventud de Mar¨ªa de la Luz Mej¨ªas, su paso por las milicias populares, la c¨¢rcel, la represi¨®n, la posguerra y la llegada de la democracia. No en vano es sobre el fondo de su voz sobre la que su nieto construye su biograf¨ªa. Incit¨¢ndola a recordar de un modo soterrado y retocando algunas de sus expresiones sin que ¨¦stas pierdan autenticidad. Al final lo que sobresale es un prototipo de mujer humilde y emprendedora de la Extremadura rural. Nacida en 1916, su biograf¨ªa, marcada por la lucha por la supervivencia, atraviesa todo el siglo XX y, con ella, las transformaciones de Espa?a. Viva, rebelde y sedienta de justicia, la joven se lanza casi adolescente a trabajar en casas de buenas familias de Badajoz y en un hospital como forma de sustento y a la vez de liberaci¨®n de una situaci¨®n familiar no satisfactoria. Con la Rep¨²blica, ella, su novio y su entorno, asalariados y jornaleros del campo, ven llegar un soplo de esperanza, la promesa de un reparto m¨¢s justo entre las fuerzas del trabajo y el capital. Miembro de base de las Juventudes Socialistas Unificadas y sin un perfil pol¨ªtico acusado, el golpe de Estado de 1936 la empuja a unirse a las milicias populares. Marcados como rojos por los vecinos, sin recursos materiales ni mentales para plantearse el exilio, enrolarse en la lucha fue tal vez inevitable, aunque requiriera voluntad y valor. Tras un a?o de lucha en Extremadura y en los alrededores, Mej¨ªas recibe una peque?a herida y pasa a la retaguardia, se casa con Juan y habitan en Madrid con otras familias en el piso de unos burgueses huidos. En ese tiempo, ella y otras milicianas fueron apartadas del frente por el decreto del Gobierno que reorganiz¨® las milicias y prohibi¨® la presencia de mujeres, con la excusa de que no siempre eran respetadas o que se infiltraron prostitutas. Extremos que Mar¨ªa (miliciana flanqueada por su hermano y por su novio) desmiente.
A trav¨¦s de su relato vemos la barbarie de la guerra en ambas zonas. Cr¨ªmenes inadmisibles que no se pueden extender a todos los luchadores ni desde luego a Mej¨ªas, combatiente a pesar de s¨ª misma. Con todo, la parte m¨¢s emocionante y aut¨¦ntica es la que describe la lucha denodada contra el hambre y la escasez de la ex miliciana y su marido durante la posguerra para sacar adelante a sus hijos. S¨®lo el desarrollismo y, sobre todo la transici¨®n, con la devoluci¨®n de las libertades, dieron sosiego y bienestar a sus vidas. Memoria subjetiva la de Mej¨ªas, pero veros¨ªmil y bien articulada, la suya es una historia a sumar a los testimonios surgidos en el 70? aniversario de la Guerra Civil. Con su relato, Mej¨ªas y su nieto persiguen que aquel periodo cruel no caiga en el olvido ni en el revisionismo, y que el esfuerzo de los descendientes de los vencidos por hacer p¨²blico su dolor hasta ahora oculto no sea tildado de revanchismo. No lo hay en este libro y ser¨ªa absurdo que quienes reivindican la legitimidad de su papel hist¨®rico al lado del Gobierno republicano negaran el dolor de las v¨ªctimas an¨®nimas e inocentes que perdieron la vida en la trinchera sublevada. El duelo y la piedad deber¨ªan alcanzar a unas y otras v¨ªctimas, pero la responsabilidad hist¨®rica de desencadenar aquel periodo b¨¢rbaro, y de prolongarlo m¨¢s all¨¢ de la victoria, tiene nombres conocidos dif¨ªciles de soslayar.
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