El todo y la suma de las partes
La mayor tentaci¨®n de los an¨¢lisis de las elecciones municipales, sin duda la m¨¢s c¨®moda intelectualmente, es leer sus resultados en clave nacional o auton¨®mica. Es decir, como si la agregaci¨®n de los resultados de todas las elecciones municipales en el conjunto de Espa?a o de Galicia permitiera identificar las tendencias del electorado o, incluso, revelara el apoyo del partido en el Gobierno espa?ol o gallego y de la oposici¨®n en unas hipot¨¦ticas elecciones generales o auton¨®micas.
Se trata de un grave y habitual error que en la ciencia pol¨ªtica se conoce como falacia ecol¨®gica. Las falacias ecol¨®gicas tienen lugar cuando se llega a conclusiones equivocadas sobre los individuos a partir de la generalizaci¨®n de los datos agregados. Por ejemplo, supongamos que la renta media de los vecinos de un barrio es de 20.000 euros. La falacia ecol¨®gica aparece cuando se afirma que todos los vecinos ganan alrededor de 20.000 euros. Una afirmaci¨®n as¨ª suele ser falsa, puesto que lo m¨¢s normal es que haya algunos vecinos que ganen menos, digamos 10.000 euros, y otros m¨¢s, digamos 30.000. El dato agregado no representa bien lo que sucede con los individuos.
Por supuesto, la evidencia disponible no avala en absoluto estos afanes de presentar las elecciones municipales como segunda vuelta de las ¨²ltimas elecciones generales o auton¨®micas o primera vuelta de futuros comicios de este tipo. Si nos detenemos en las ¨²ltimas elecciones en Espa?a, el PP gan¨® las municipales de 1995 con alrededor de un mill¨®n de votos de ventaja sobre el PSOE, pero con apenas una ventaja de 300.000 papeletas en las generales de 1996. En las elecciones municipales de 1999, el PP gan¨® por apenas 40.000 votos, y luego super¨® al PSOE en 2,4 millones sufragios en las generales del a?o siguiente. Y en las elecciones municipales de 2003 el PSOE gan¨® por 120.000 votos, margen que se elev¨® hasta 1,3 millones de votos en las generales de 2004. En otras palabras, no se observa ninguna pauta sistem¨¢tica que relacione los resultados de elecciones municipales y generales.
?Y en las elecciones auton¨®micas en Galicia? Pues tampoco aqu¨ª las elecciones auton¨®micas apuntan tendencias demasiado definidas. Si en las elecciones municipales de 1995 el PP gan¨® con 340.000 votos de ventaja, en las auton¨®micas de 1997 lo hizo con 440.000 papeletas de margen. En las elecciones municipales de 1999, el PP gan¨® por 315.000 votos, mientras que en las auton¨®micas de 2001 ampli¨® su ventaja a 450.000 papeletas. Y en las elecciones municipales de 2003 el PP gan¨® por 240.000 votos, frente a los 200.000 votos en las auton¨®micas de 2005.
?C¨®mo se puede explicar este desajuste? La raz¨®n es que en las elecciones municipales se tratan fundamentalmente asuntos locales, no nacionales, de modo que el todo no es igual a la suma de las partes: la suma de l¨®gicas municipales no crea una l¨®gica nacional o auton¨®mica. Valga el siguiente ejemplo como demostraci¨®n. Seg¨²n las encuestas realizadas por el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas algunas semanas antes de las elecciones municipales de 2003, el 48% de los coru?eses y el 38% de los compostelanos valoraban como buena o muy buena la gesti¨®n de su ayuntamiento respectivo en los ¨²ltimos cuatro a?os, pero s¨®lo lo hac¨ªan as¨ª el 10% de los vigueses.
Agregar los tres municipios para buscar un dato general sobre la valoraci¨®n de los gobiernos locales en Galicia no reflejar¨ªa adecuadamente lo que sucede en cada caso. En definitiva, aunque las elecciones municipales no son, por supuesto, impermeables a la pol¨ªtica nacional, tienen los suficientes elementos espec¨ªficos para cuestionar las lecturas nacionales o auton¨®micas de sus resultados. ?O es que acaso alguien piensa que, por ejemplo, los marbell¨ªes van a dejar a un lado todo lo acontecido en su ayuntamiento en los accidentados ¨²ltimos meses para centrarse exclusivamente en la evoluci¨®n del empleo o las pol¨ªticas sociales puestas en marcha por el Gobierno de Zapatero?
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