Autorregulaci¨®n

Resulta peligroso que el poder inste a los medios de comunicaci¨®n a la autorregulaci¨®n a la hora de informar. Se presupone que en una sociedad libre la prensa debe ser responsable y cuando no lo es ya est¨¢n los tribunales para castigarla. Por consiguiente, que el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jes¨²s Caldera, sostenga que tal vez los periodistas pueden estar provocando involuntariamente el efecto llamada en los potenciales agresores de mujeres v¨ªctimas de maltrato resulta d¨ªficil de entender. No hay nada que objetar a que el Gobierno se plantee convocar una reuni¨®n con representantes de los medios, pero no parece que la soluci¨®n para hacer m¨¢s eficaz la ley integral contra la violencia de g¨¦nero pase por un c¨®digo de autorregulaci¨®n period¨ªstico. Como bien dice el presidente de la Federaci¨®n de Asociaciones de la Prensa de Espa?a, Fernando Gonz¨¢lez Urbaneja, "los mensajeros no somos el agente propagador de la plaga". Ser¨¢, por tanto, harto improbable que la noticia de un crimen de g¨¦nero sea silenciada. Ser¨ªa, adem¨¢s, contraproducente porque dar¨ªa p¨¢bulo a nuevas atrocidades.

Seguramente, tampoco el poder p¨²blico querr¨ªa llegar tan lejos. El Gobierno peca de ingenuo cuando cree que la promulgaci¨®n de una norma sea cual sea su contenido tiene un efecto curativo inmediato. Ha ocurrido en el caso de la prevenci¨®n de las agresiones machistas, pero tambi¨¦n en pol¨ªticas determinadas como la antiterrorista o la territorial. Y si fracasa busca culpables antes que hacer autocr¨ªtica. La violencia de g¨¦nero es un fen¨®meno enra¨ªzado en la sociedad. La ley vigente es en s¨ª buena, pero hay que dotarla con m¨¢s instrumentos judiciales antes que pedir a la prensa que se autorregule.