Permisividad nula
El Congreso de los Diputados aprob¨® el pasado 26 de junio, con el respaldo de una ampl¨ªsima mayor¨ªa de m¨¢s del 95% de votos favorables, la Ley contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte. Ese mismo d¨ªa, los informativos de las distintas cadenas de televisi¨®n ofrec¨ªan terribles im¨¢genes de un enfrentamiento violento entre barras bravas de dos equipos del f¨²tbol argentino, con el resultado de un muerto y heridos de diversa consideraci¨®n. La coincidencia de dos hechos tan dispares explica el sentido ¨²ltimo de una norma que, en funci¨®n de la radical incompatibilidad existente entre deporte y violencia, regula c¨®mo aislar, identificar, sancionar y expulsar a los violentos del ¨¢mbito deportivo para que siga siendo un espacio de encuentro abierto a todos.
En esta legislatura, el Gobierno est¨¢ impulsando un bloque de reformas legislativas de gran calado en defensa del juego limpio orientadas a preservar que el deporte sea una escuela de vida y de ciudadan¨ªa, especialmente para ni?os, adolescentes y j¨®venes. Por primera vez en 30 a?os de democracia, se han aprobado dos leyes relacionadas con el deporte en una legislatura que suponen reformas estructurales y hacen frente, de manera resuelta, a lacras como el dopaje y la violencia, consideradas junto con la corrupci¨®n las mayores sombras que amenazan hoy d¨ªa el sistema deportivo.
En Espa?a, los poderes p¨²blicos y sus titulares tenemos el mandato constitucional de promover el deporte y de preservar su cualidad de ser un acontecimiento festivo y no tr¨¢gico, que favorezca la fraternidad y la convivencia social, en vez del odio y el rechazo hacia quien es diferente; un espect¨¢culo, en suma, en el que prime la belleza de una competici¨®n justa y entre iguales, en vez de la trampa, el enga?o y la violencia. El marco deportivo de la competici¨®n profesional y de alto nivel est¨¢ obligado a ser un referente ¨¦tico en comportamiento para el conjunto de la sociedad, que ha de ver reflejados en el deporte los valores de igualdad, pluralismo, justicia y solidaridad en que se asienta nuestra convivencia democr¨¢tica.
?sta es una ley ambiciosa por sus objetivos e innovadora en sus propuestas, fundamentadas en la convicci¨®n de que conductas violentas, racistas, xen¨®fobas e intolerantes son inaceptables y atentan contra la dignidad humana. Los comportamientos que esta ley quiere atajar ni son banales, ni es consuelo alguno que se den en otros pa¨ªses o que sean incidentes minoritarios. Ante estas conductas no cabe la tolerancia y, menos a¨²n, la indiferencia: permisividad nula. En definitiva, una ley necesaria.
?sta es una ley de todos y para todos, que se ha gestado, aprobado y que entrar¨¢ en vigor con el respaldo de un ampl¨ªsimo apoyo social y pol¨ªtico. Desde el Consejo Superior de Deportes he impulsado el m¨¢s amplio consenso social con deportistas, federaciones, clubes, aficionados y organizaciones sociales para aislar, identificar y expulsar del deporte las conductas violentas. Hitos relevantes en este proceso fueron la firma en marzo de 2005 del Protocolo de Actuaciones contra la Violencia, el Racismo y la Xenofobia en el F¨²tbol, as¨ª como la puesta en marcha de un observatorio en el que participa un amplio espectro de representantes de las distintas administraciones p¨²blicas, organizaciones deportivas y sociales comprometidas en la erradicaci¨®n de estas conductas antideportivas. Tanto el dictamen de la Comisi¨®n de Estudio del Senado sobre la Violencia en el Deporte como las contribuciones al texto articulado por parte de todos los grupos parlamentarios, incluidos aquellos que finalmente no votaron a favor, han enriquecido el texto del proyecto de ley durante su tramitaci¨®n parlamentaria y han forjado un s¨®lido consenso pol¨ªtico de muy amplio espectro.
La nueva ley equipara nuestra legislaci¨®n al respecto con la de pa¨ªses de nuestro entorno que, como el caso del Reino Unido y Alemania, se han destacado en los ¨²ltimos a?os por sus buenas pr¨¢cticas y mejores resultados a la hora de erradicar la violencia y los violentos de los espect¨¢culos y de la pr¨¢ctica deportiva. En este sentido, la ley fortalece la proyecci¨®n internacional de la imagen de Espa?a y reafirma nuestra condici¨®n como potencia de primer orden en la organizaci¨®n de acontecimientos deportivos con repercusi¨®n mundial.
Asimismo, por razones de pedagog¨ªa social y democr¨¢tica, presta especial atenci¨®n a preservar la dimensi¨®n formativa y educadora que tiene el deporte, por su contrastada capacidad de ser un poderoso factor de integraci¨®n y de cohesi¨®n en una sociedad pluralista y multi¨¦tnica, como hoy d¨ªa es Espa?a. En consecuencia, la ley tiene los objetivos de garantizar m¨¢s y mejor prevenci¨®n y mayor rigor sancionador, pero tambi¨¦n mecanismos de salvaguardia y garant¨ªas para los clubes que colaboren con eficacia en la identificaci¨®n y aislamiento de los violentos.
Tras su entrada en vigor, con la nueva ley se favorece la convivencia social y la integraci¨®n intercultural en el deporte, m¨¢s particularmente en el f¨²tbol, que es el deporte m¨¢s popular, m¨¢s practicado y con m¨¢s tir¨®n social entre la poblaci¨®n espa?ola e inmigrante.
En s¨ªntesis, el Gobierno reafirma su compromiso de preservar que el deporte sea un espacio de encuentro en el que pueda mirarse y reconocerse la ciudadan¨ªa espa?ola en su conjunto; una actividad saludable, segura y ejemplar en la que tienen cabida todas las identidades, colores y sensibilidades.
Jaime Lissavetzky es secretario de Estado para el Deporte y presidente del Consejo Superior de Deportes.
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