Nueva Orleans sigue indefensa
La ciudad destruida por el Katrina en 2005 carece dos a?os despu¨¦s de hospitales, colegios, viviendas y de los diques prometidos
Utop¨ªa. ?sa es la palabra que desde diversas vallas publicitarias asalta visualmente desde la autopista I-10 a quien se acerca estos d¨ªas a Nueva Orleans. Ir¨®nicamente, las letras con las que se anuncia el refresco se funden sobre la silueta del infausto Superdome, el estadio que tras el paso del hurac¨¢n Katrina se convirti¨® en la imagen m¨¢s dram¨¢tica de la negligencia y el abandono que sufrieron los habitantes de una ciudad que sucumbi¨® bajo las aguas del lago Portchartrain, cuyos diques se rompieron el 29 de agosto de 2005.
A dos d¨ªas de la conmemoraci¨®n de la peor cat¨¢strofe de gesti¨®n humanitaria de Estados Unidos, que provoc¨® la inundaci¨®n del 80% de Nueva Orleans y la muerte de 1.486 personas, el Superdome, donde se refugiaron miles de personas y donde murieron decenas, luce brillante y renovado en el centro comercial de la ciudad. Pero los nuevos diques de contenci¨®n del lago Portchartrain y los muros construidos por el Cuerpo de Ingenieros a lo largo de los canales que atraviesan la ciudad, tras una inversi¨®n de 1.000 millones de d¨®lares (732 millones de euros), no tienen tan buen aspecto.
El famoso barrio franc¨¦s no se inund¨®, pero acusa un descenso del turismo de un 40%
"Han pasado dos a?os y seguimos tan indefensos como antes. Mira el peri¨®dico de hoy", se quejaba el pasado jueves Otis Fennel, propietario de una librer¨ªa en el hist¨®rico barrio franc¨¦s de Nueva Orleans. Esa zona no se inund¨®, pero acusa el descenso en un 40% del turismo, principal fuente de ingresos de esta urbe que hizo de la buena m¨²sica y la buena comida una forma de vida.
En una ciudad donde unas 200.000 viviendas fueron arrasadas y cuya poblaci¨®n no llega a los 300.000 habitantes (antes del Katrina eran 455.000, el 67% de raza negra), los ciudadanos siguen las noticias con fruici¨®n. "Cada d¨ªa cambian las normas para pedir ayudas, la burocracia es un desastre. As¨ª que hay que estar siempre informado", subraya otro vecino.
"Promesas de protecci¨®n", denunciaba el peri¨®dico local. Donald Powell, coordinador federal para la reconstrucci¨®n de la Costa del Golfo, informaba con inexplicable orgullo de que la mitad de la ciudad sigue a¨²n en peligro de inundaci¨®n ante un posible hurac¨¢n menor que el Katrina (aqu¨¦l fue de categor¨ªa 5), y dejaba claro que hacen falta otros 7.000 millones de d¨®lares para terminar un proyecto que no estar¨¢ listo antes de 2011.
"Y si llega otro hurac¨¢n antes de 2011, ?qu¨¦ hacemos? Tampoco hay hospitales, ni colegios, ni casas. ?C¨®mo esperan que la gente regrese a Nueva Orleans si no existen servicios b¨¢sicos?", se pregunta Malik Rahim, un antiguo l¨ªder de la organizaci¨®n afroamericana Panteras Negras que hoy encabeza la asociaci¨®n de voluntarios Common Ground, cuyo cuartel general en el barrio Lower Nine Ward mira hacia un paisaje de solares desolados, casas espectrales y escasos rastros de vida humana. Tras el hurac¨¢n, y ante la parsimonia de las autoridades locales y federales, los ciudadanos se organizaron en grupos como el suyo para cubrir necesidades b¨¢sicas como alimentos o medicinas.
Al cabo de dos a?os, y ante la mala gesti¨®n de la que todo vecino se queja cuando se le menta a la Administraci¨®n local, las organizaciones de voluntarios parecen ser las encargadas de dirigir, a peque?a escala, mejoras concretas. No es raro encontrarse un cami¨®n de mudanzas como el del grupo cristiano ACT repartiendo muebles o ver a un pu?ado de voluntarios de Common Ground reparando casas. "Hemos arreglado unas 3.000 pero sin esperar a los permisos oficiales. La burocracia es demasiado lenta y la gente necesita un hogar", explica Rahim.
El a?o pasado s¨®lo se emitieron 40.000 licencias para reconstruir y 506 para crear nuevas viviendas. Quienes viv¨ªan de alquiler ya no pueden pagar los precios actuales, triplicados desde el Katrina. Y quienes eran propietarios pelean a¨²n para que las aseguradoras les paguen y navegan entre la burocracia para conseguir ayudas. Mientras, muchos viven en los miles de caravanas distribuidas por el Gobierno federal en barrios a¨²n destruidos. Pero su pesadilla no ha terminado: las caravanas han resultado ser t¨®xicas y la gente est¨¢ cayendo enferma por emisiones de formaldeh¨ªdo, un gas producto de materiales de mala calidad.
Y en una ciudad donde 175.000 personas carec¨ªan de seguro m¨¦dico antes del hurac¨¢n, cuatro de los siete hospitales siguen cerrados, entre ellos el Charity Hospital, donde se asist¨ªa a la gente sin recursos, que ahora s¨®lo cuenta con peque?as cl¨ªnicas improvisadas por voluntarios. El alcalde sigue declar¨¢ndose optimista en televisi¨®n, pero la realidad de la calle dice a gritos que la reconstrucci¨®n sigue siendo una utop¨ªa.
"No quieren que volvamos"
Dos autobuses gigantes escoltados por la polic¨ªa atraviesan raudos la calle Tennessee, en el barrio Lower 9th Ward. "Son turistas, pagan 50 d¨®lares por ver nuestras miserias", explica ir¨®nico Robert Green a la sombra de su caravana. Este contable de raza negra, que perdi¨® a su madre y a su nieta durante el hurac¨¢n, fue el primer vecino que decidi¨® regresar a esta parte del barrio a finales de 2006."Estaba arrasado", recuerda mientras sepulta a la periodista bajo fotos y art¨ªculos que recuerdan su tragedia. El Lower 9th Ward, donde en algunos puntos el agua lleg¨® a alcanzar hasta tres metros de altura, era un barrio residencial y humilde antes del Katrina. Dos a?os despu¨¦s, este paisaje que apenas dista 10 minutos del vital y alegre barrio franc¨¦s, est¨¢ a a?os luz de su resurrecci¨®n. Matojos gigantes han sustituido a las residencias que hab¨ªa frente al muro de contenci¨®n del canal que bordea el barrio. Hay calles incontables cargadas de desolaci¨®n.Para encontrar el esqueleto de alguna casa en pie hay que alejarse del muro, hoy reconstruido "pero con el mismo mal aspecto de antes", se?ala Green. A medida que uno se aleja del agua, aparecen m¨¢s, con sus paredes derruidas y sus techos desplomados, carcasas de s¨ª mismas. Hay alguna caravana aparcada frente a solares con poco aspecto de volver a la vida. No hay ni?os jugando o perros que ladren. ?C¨®mo es posible querer volver a residir aqu¨ª? Green no tiene dudas. "?ste es mi barrio. Quien nace en Nueva Orleans ama Nueva Orleans. No quieren que volvamos pero lo haremos".
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