Para que te f¨ªes
El mismo d¨ªa en que aterrizaban en Madrid (Espa?a) los dos osos panda concedidos en usufructo por la Rep¨²blica Popular China tras la visita de los Reyes a ese pa¨ªs -como muestra de buena voluntad y de los mejores deseos de colaboraci¨®n entre estos dos grandes pa¨ªses, plasmados tambi¨¦n en la autorizaci¨®n para exportar a aquel gran mercado asi¨¢tico el jam¨®n de bellota-, en Lizartza, peque?a localidad de Guip¨²zcoa (Estado espa?ol) se fraguaba un nuevo conflicto a cuenta de la bandera espa?ola y la ikurri?a. S¨®lo al d¨ªa siguiente de que su valiente alcaldesa, Regina Otaola, izara orgullosamente la bandera -se le notaba en la foto esa felicidad- le pusieron los borrokas, con globos y otros artilugios propios de txosna de festejos populares, un gran cartel con la nuestra, "geurea", tapando la rojigualda.
En este mismo d¨ªa que llegaban los pandas, ha vuelto al pueblo la alcaldesa indignada, rodeada de ertzainas, que supongo se har¨¢n los desentendidos si la autoridad local dice que le quiten el cartel que tapa la bandera. Porque al fin y al cabo ellos tampoco tienen mucho que decir en cosas de banderas, que son unos mandados. Pues ni en su cuartel tienen la bandera espa?ola, ni en su academia, y ni siquiera el lehendakari, que es el que les manda, la tiene en su residencia, a pesar de la sentencia reciente del Supremo para que la ponga. No s¨¦ c¨®mo se las va a arreglar la alcaldesa en un pa¨ªs que es un desmadre. No les falta cierta raz¨®n a los vecinos radicales de Lizartza, pues, si el lehendakari no la pone, por qu¨¦ ellos la van a tener que soportar, que todos somos el mismo pueblo en marcha o en la misma marcha. Ahora a ver c¨®mo se las arregla la alcaldesa para cumplir con la legalidad; intenci¨®n se ve que no le falta. Lo m¨¢s probable es que los otros cumplan con la ilegalidad, que en muchos aspectos sustituye en Euskadi a la legalidad sin que pase nada. La cuesti¨®n es no crispar, y yo que ella no me fiar¨ªa ni de la legalidad.
La legalidad aqu¨ª es unas veces s¨ª y otras no, no exageremos. Hay ¨¢mbitos para la legalidad y otros m¨¢s discutibles; hay veces que se autoriza una manifestaci¨®n y otras que, teniendo el mismo eslogan y la misma justificaci¨®n, no se autoriza; depende de una excesiva lectura pol¨ªtica de las circunstancias. Es evidente que para pagar los impuestos al ciudadano normal se aplica la legalidad y basta -incluso te pueden embargar la cuenta bancaria si no pagas los impuestos y tasas municipales-; pero en otras cuestiones, no. As¨ª que, como ya hemos acabado la negociaci¨®n con ETA y algunos se han puesto pesados, la Ertzaintza se aplic¨® en el Boulevard de San Sebasti¨¢n y la batalla acab¨® con bastantes heridos. No salieron gratis, como en otras ocasiones, los empujones a los guardias. No debi¨® fiarse Juan Mar¨ªa Olano de otros episodios anteriores en los que la Ertzaintza daba cuartelillo. Su aquilatada experiencia pol¨ªtica tendr¨ªa que haberle llevado a prever -y supongo que lo hizo- que ya no estamos en el proceso y que, probablemente, la poli se tomar¨ªa muy mal los empujones y acabar¨ªa utilizando las porras. Ahora bien, si en este pa¨ªs estuviera m¨¢s claro lo de la legalidad y la ilegalidad, muy probablemente no se estar¨ªan dando situaciones como estas.
Y por primera vez les voy a pedir que se f¨ªen de un ministro. Al menos, cuando Alfredo P¨¦rez Rubalcaba habla de las malas intenciones de ETA de atentar cuando pueda. H¨¢ganle caso, aunque se ponga, quiz¨¢s, alarmista. Por mucho que se avise previamente, es muy dif¨ªcil asegurar que no haya da?os personales cuando se pone un coche bomba con la enorme capacidad explosiva del colocado ante la Delegaci¨®n de Defensa en Logro?o. No hay m¨¢s que recordar la desgraciada experiencia del aparcamiento de la T-4 de Barajas.
Supongo que el ministro lamentar¨¢ que le tenga que dar la raz¨®n respecto a sus malos augurios. A ETA le est¨¢ costando m¨¢s que en otras ocasiones demostrar que el culpable de la ruptura del proceso es el Gobierno, y esto le va a impulsar de una forma especial a hacer lo ¨²nico que sabe hacer. No nos fiemos.
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