Aza?a

El se?or Rivas Garc¨ªa, de Zaragoza, se muestra partidario de una iniciativa gubernamental para repatriar los restos de don Manuel Aza?a y opina que el propio Aza?a no se opondr¨ªa (EL PA?S, 6-11-2007). Es una opini¨®n sin fundamento, que choca con el testimonio de su cu?ado y bi¨®grafo, Cipriano de Rivas Cherif, quien lo expres¨® de manera rotunda: "?l ha dicho y repetido siempre que no le levanten, por nada ni por nadie, de all¨ª donde se muera". De manera que no hay discusi¨®n posible sobre este punto. En cambio, lo que me resulta asombroso es esa man¨ªa de los espa?oles, por lo visto inextinguible, de remover los huesos de sus compatriotas. El propio Aza?a se burla de esa furia desenterradora en un divertido texto de Plumas y palabras, donde advierte: "Avisamos a toda persona notoria que procure morirse a hurtadillas y enterrarse con nombre supuesto si quiere reposar en paz; de otro modo ir¨¢n a cribarle las cenizas cuando menos lo espere".

El n¨²mero de espa?oles muertos en el destierro por el odio de sus compatriotas es incontable. Los huesos de Aza?a en Montauban, como los de Antonio Machado en Colliure (por citar s¨®lo dos casos notorios), dan testimonio de nuestra barbarie y deben seguir d¨¢ndolo por los siglos de los siglos. Es el ¨²ltimo servicio que prestan a sus compatriotas. Despu¨¦s es cosa nuestra aprender y aprovechar su silenciosa lecci¨®n.