La pr¨¢ctica del paisaje
Desde hace alg¨²n tiempo, cuando se habla de paisaje, la idea contemplativa, est¨¢tica, de un panorama de valles y monta?as o r¨ªas de id¨ªlica belleza sobre el que volcamos nuestros anhelos colectivos va dejando paso al concepto de un recurso tan valioso como fr¨¢gil. Se siguen editando libros y atlas de paisaje que ensalzan su belleza mientras se extiende la sensibilidad social por conservar su valoraci¨®n colectiva.
El paisaje es algo m¨¢s que naturaleza, m¨¢s que la emoci¨®n est¨¦tica o sensorial de cada uno; es un escenario que muda con el cambio de las estaciones, con las horas del d¨ªa, y tambi¨¦n por la presi¨®n que nosotros ejercemos sobre el territorio con la econom¨ªa y el habitar. El paisaje es, por tanto, el producto de la interacci¨®n entre los elementos naturales y el factor humano, y a trav¨¦s de la percepci¨®n social adquiere una dimensi¨®n simb¨®lica.
El progreso tiene que buscar su adaptabilidad al medio
Alarma mundial justificada ha provocado la noticia de que una multinacional espa?ola proyecta cuatro grandes presas en la Patagonia chilena, merced a concesiones obtenidas bajo la dictadura de Pinochet. A escala local, lo mismo sucede con las grandes plantas de cultivos marinos, los interminables parques de aerogeneradores, las minicentrales en los cauces de nuestros r¨ªos. Pero eso no debe significar poner cortapisas al progreso, sino que el progreso ha de buscar su adaptabilidad al medio.
Las nuevas implantaciones industriales, al no tener una norma de paisaje espec¨ªfica, irrumpen en el panorama pol¨ªtico bajo la caracter¨ªstica disyuntiva entre protecci¨®n y creaci¨®n de empleo. Evidentemente, hay cosas que se pueden hacer y otras que no. No se deber¨ªa consentir que se materialicen nuevas concesiones de explotaci¨®n en zonas de la red Natura o reservas de la biosfera, m¨¢xime cuando se sabe que su rentabilidad en muchas ocasiones es m¨ªnima; en el caso de los recursos minerales, se aprovecha una ¨ªnfima parte de lo extra¨ªdo, como sucede con las louseiras que destruyen el territorio y contaminan los cauces con sus escombros. Pero tampoco podemos incurrir en extremos de hiperprotecci¨®n. Hay que delimitar el ¨¢mbito y la profundidad de cada actuaci¨®n, y ese es el objeto de los cat¨¢logos de paisaje.
Los cat¨¢logos son instrumentos para la ordenaci¨®n y gesti¨®n del paisaje desde una perspectiva territorial. Al dibujar la base cartogr¨¢fica del paisaje, permiten conocer c¨®mo es y qu¨¦ valores contiene, la g¨¦nesis de cada tipo de paisaje, c¨®mo evoluciona con la incidencia de las din¨¢micas econ¨®micas, sociales y ambientales. Su fin principal es definir objetivos a escala supralocal, marcando l¨ªneas estrat¨¦gicas y directrices que puedan contribuir a mejorar la calidad de los paisajes y, en definitiva, la calidad de vida de los ciudadanos.
El alcance de los cat¨¢logos es global, pues no se ci?en a los lugares naturales de especial inter¨¦s visual o ambiental, sino que contemplan tambi¨¦n las ¨¢reas urbanas, los espacios periurbanos, los nuevos paisajes industriales y las zonas degradadas. Partiendo de una serie de valores ecol¨®gicos, hist¨®ricos, culturales, est¨¦ticos, se define el inter¨¦s de cada paisaje y se establecen pautas de intervenci¨®n. Una de las aplicaciones de los cat¨¢logos es estudiar la compatibilidad entre las nuevas implantaciones y el paisaje, que no es algo intangible, sino un bien susceptible de ser explotado racionalmente hasta cierto punto, con instalaciones acordes con su calidad ambiental y su percepci¨®n social.
Otra caracter¨ªstica importante de los cat¨¢logos es que no utilizan solo criterios expertos o cuantitativos, sino que se toma en cuenta la apreciaci¨®n que la poblaci¨®n tiene de cada paisaje, e introducen un concepto radicalmente nuevo: el derecho al paisaje. De ah¨ª la importancia concedida a la participaci¨®n como f¨®rmula para corresponsabilizar a la sociedad en su gesti¨®n y planificaci¨®n.
Hace ahora tres a?os la Conselleria de Pol¨ªtica Territorial y Obras p¨²blicas de la Generalitat puso en marcha el Observatori del Paisatge, dirigido por el ge¨®grafo Joan Nogu¨¦, que realiza un ingente trabajo de diagn¨®stico, propuesta y sensibilizaci¨®n de la sociedad catalana en torno a esta problem¨¢tica. Con la creaci¨®n en Galicia del Instituto de Estudos do Territorio, con fines de an¨¢lisis, estudio y asesoramiento en materia de urbanismo y ordenaci¨®n del territorio, cabe esperar que el paisaje est¨¦ impl¨ªcito en sus funciones.
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