Los placeres de la vida y otras herencias
"Placer: la forma menos detestable del tedio", escribi¨® Ambrose Bierce en el mayor compendio de cinismo que ha dado la literatura universal, El diccionario del diablo. Y, como siempre, el gran escritor estadounidense tiene su parte de raz¨®n: el placer es quiz¨¢s lo ¨²nico que, al final, nos salva del tedio de la vida. Es algo sobre lo que el hombre ha reflexionado desde los albores de la filosof¨ªa y que encontr¨® su m¨¢xima expresi¨®n en las escuelas helen¨ªsticas, que forjaron un pensamiento para tiempos de crisis. Los epic¨²reos abrazaron el placer como forma de supervivencia en un mundo incierto mientras que los estoicos llegaron al mismo sitio (blindarse frente a las inclemencias de un universo peligroso) por el camino contrario, aunque en el fondo la clave estaba en lo mismo, en la importancia que el placer puede tener para la vida.
Placer contra placer
Jes¨²s Ruiz Mantilla
Aguilar. Madrid, 2008
183 p¨¢ginas. 16 euros
?ste es el tel¨®n de fondo sobre el que el periodista de EL PA?S y novelista Jes¨²s Ruiz Mantilla ha construido su nuevo libro, Placer contra placer, una divertida y muy entretenida reflexi¨®n sobre la principal herencia que le dej¨® su padre, una frase: "?Qu¨¦ bien se vive cuando se vive bien!". El ensayo de Ruiz Mantilla, cuyos secretos ha ido revelando a lo largo de varios meses en La ventana de la SER, tiene algo de memorias, de recuerdos de d¨ªas felices, incluso en tiempos desdichados. S¨®lo as¨ª, por la inmensa fuerza de la memoria, se explica que alguien sea capaz de unir en sus placeres el iPod con una comida familiar, una tarde de f¨²tbol con un bocadillo bajo la lluvia en un parque de Par¨ªs, El Padrino con los sabores de la infancia que emergen como le ocurre al narrador de En busca del tiempo perdido: a trav¨¦s de los olores y las im¨¢genes.
"Ese cruas¨¢n parisino en plena calle, ?qu¨¦ tiene que envidiar a una buena sesi¨®n en un tres estrellas Michelin al cabo de los a?os? A veces, nada. Puede ser la nostalgia. Pero es que todos los viajes que emprendemos a un lugar que nunca hemos pisado nos llegar¨¢n a producir morri?a de esa primera vez", escribe Mantilla en una frase que resume con bastante precisi¨®n el esp¨ªritu del libro. Pero el placer tiene una cara B, un rostro oculto, de ah¨ª el contraplacer del t¨ªtulo. Los viajes pueden ser maravillosos, incluso las aventuras cercanas pueden cambiar nuestra vida, pero tambi¨¦n tienen el poder de arrastrarnos a una pesadilla, inolvidable sin duda, porque la memoria es menos selectiva de lo que nos gustar¨ªa. La cultura puede ser un refugio y un espacio ¨²nico para la libertad, pero tambi¨¦n, como escribe el autor, un escaparate "del esfuerzo in¨²til, de la paciencia colmada por la falta de talento financiado, del aburrimiento".
Al final, este libro de Ruiz Mantilla trata de transmitir una ¨²nica ense?anza al lector. "Es hora de echar mano de todas las armas que convengan y hagan crecer nuestra felicidad, hora de recuperar el placer como una virtud llev¨¢ndole la contraria a otros fil¨®sofos cl¨¢sicos como S¨¦neca, que m¨¢s que explorarlo lo niega en su escrito Sobre la felicidad". El consejo que sobrevuela todo el ensayo es el mismo con el que Andr¨¦ Gide arranca sus Alimentos terrenales: "Y cuando hayas le¨ªdo este libro, t¨ªralo y sal. Me gustar¨ªa que te d¨¦ el deseo de salir, de la ciudad, de la familia, de tu habitaci¨®n, de tu pensamiento". -
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