Junto a la tumba de Aza?a

Sobre la l¨¢pida de granito que la cubre, un escueto Manuel Aza?a (1880-1940). A sus pies, un ramo de rosas de pl¨¢stico de color rojo, violeta y amarillo cubre una bandera doblada, tambi¨¦n de pl¨¢stico, de la Rep¨²blica, dejando ver un descolorido escudo de Espa?a. Al lado del ramo, una separada rosa granate. Los republicanos espa?oles en el exilio franc¨¦s recuerdan al jefe de Estado en tres placas de diferente estilo. En otra placa, y en un texto grabado sobre la piedra, se conf¨ªa en que Aza?a perdure en la memoria de la gente.

Todo esto es lo que hay del que fuera presidente de la II Rep¨²blica Espa?ola en el cementerio de Montauban. Descubrir la localizaci¨®n de la modesta tumba fue una odisea bajo un justiciero sol de julio, pues el "guardi¨¢n" no estaba para informarnos. Durante casi una hora paseamos por las calles, sin hallar rastro alguno. Al final, cuando el responsable lleg¨®, nos acompa?¨® amablemente, "en su coche", al lugar donde reposan los restos de Aza?a.

Ni una sola indicaci¨®n en la entrada del cementerio. ?Por qu¨¦ no se?alar que all¨ª yace un gran estadista y jefe de Estado de Espa?a? E incluso, ?por qu¨¦ no poner un plano con ubicaci¨®n de la tumba? Tal vez la Ley de la Memoria Hist¨®rica diga algo que se pueda hacer al respecto. Tal vez le podr¨ªa corresponder hacer algo al Gobierno de Espa?a.