"Ni el Gobierno ni la opini¨®n p¨²blica afganos desean m¨¢s tropas extranjeras"

Fracesc Vendrell acaba de decir adi¨®s Afganist¨¢n. La "cara internacional m¨¢s conocida por los afganos", como le describi¨® el ministro sin cartera Hedayat Amin Arsala durante su despedida, ha puesto as¨ª fin a seis a?os en ese pa¨ªs como representante especial de la Uni¨®n Europea, a los que hay que sumar dos m¨¢s como representante personal del secretario general de la ONU y un semestre como asesor del ministro espa?ol de Exteriores. Muchos de los que asistieron a esa ceremonia no terminaban de cre¨¦rselo, puesto que Vendrell (Barcelona, 1940) ha significado durante ocho a?os largos la continuidad del compromiso internacional con un pa¨ªs maltratado por su historia reciente.
Afganist¨¢n ha cambiado mucho desde aquella primera visita de Vendrell en febrero del a?o 2000 de la que sali¨® "horrorizado por la destrucci¨®n", pero no tanto como les hubiera gustado a los afganos y al propio diplom¨¢tico. Antes de dejar Kabul, repas¨® con EL PA?S los logros y fracasos de una intervenci¨®n internacional sin precedentes. Y a pesar de su actitud cr¨ªtica hacia los errores cometidos y de los nubarrones que anuncia el resurgir neo-talib¨¢n, no sucumbe al derrotismo. "A¨²n hay posibilidades de reconducir la estrategia", asegura convencido de que la soluci¨®n no es militar sino pol¨ªtica. "Ni el Gobierno, ni el Parlamento, ni la opini¨®n p¨²blica afganos desean una mayor implicaci¨®n de tropas extranjeras".
"No podemos acabar con la insurgencia mientras reciba apoyo en Pakist¨¢n"
"La soluci¨®n al actual atolladero es pol¨ªtica, aunque sin olvidar la seguridad"
Pregunta. ?Qu¨¦ imagen se lleva consigo de Afganist¨¢n?
Respuesta. La de un Afganist¨¢n al que amo como se quiere a una amante, sin acabar de entenderla.
P. ?Cu¨¢l ha sido su principal aportaci¨®n a Afganist¨¢n como representante europeo?
R. Habr¨¢ que pregunt¨¢rselo a los pa¨ªses miembros y a los afganos, pero lo que capto que ellos han valorado m¨¢s es que en esta oficina hemos hecho una evaluaci¨®n objetiva de la situaci¨®n pol¨ªtica y de seguridad en este pa¨ªs. Siempre hemos intentado reflejar las cosas como las ve¨ªamos. Tal vez por ello en los primeros a?os se nos tild¨® de pesimistas, porque se?al¨¢bamos los errores que se estaban cometiendo. Me parece que esta oficina se ha ganado el respeto de los afganos por trabajar, para la Uni¨®n Europea por supuesto, pero la mejor manera de hacerlo es trabajar por el bienestar de los afganos, para defender sus derechos y promover la democracia. Adem¨¢s, considero que hemos tenido un papel muy importante en la promoci¨®n y defensa de los derechos humanos. Tambi¨¦n hemos conseguido que todos los europeos habl¨¢ramos con la misma voz y creo que hoy hay unanimidad entre los jefes de misi¨®n en la evaluaci¨®n de la situaci¨®n actual y en c¨®mo enfocar el futuro.
P. Cuando le nombraron habl¨® de "contribuir a establecer la autoridad del Gobierno central y asegurarse de su representatividad". ?Se ha conseguido?
R. Hasta cierto punto. Las elecciones presidenciales de 2004 fueron cre¨ªbles y limpias. De ellas sali¨® el primer Gobierno leg¨ªtimamente elegido desde 1973. Las parlamentarias del a?o siguiente, aunque no tan pulidas, permitieron el acceso a la C¨¢mara de diversas tendencias. Pero no hemos alimentado lo suficiente la sociedad civil. Los europeos, y los dem¨¢s, no hemos insistido lo suficiente en la necesidad de establecer partidos pol¨ªticos. Aunque estoy convencido de que la mayor¨ªa de los afganos son reformistas y pluralistas, al menos en las ciudades, los ¨²nicos partidos con medios y organizaci¨®n son los antiguos de la +yihad+. Si se terminan incorporando los talibanes y los seguidores de ((Gulbudin)) Hekmatyar a la vida pol¨ªtica, la gran mayor¨ªa que est¨¢ a favor de un r¨¦gimen laico o isl¨¢mico moderado y un Gobierno representativo, se quedar¨¢ en minor¨ªa.
P. Sin embargo, los afganos se sienten defraudados. ?En que se ha fallado?
R. Cuando asum¨ª el cargo en julio de 2002 ya expres¨¦ mi preocupaci¨®n por los errores que se estaban cometiendo y que tem¨ªa que ¨ªbamos a pagar caro. Para empezar, la Conferencia de Bonn se celebr¨® demasiado tarde, cuando los talibanes estaban casi derrotados y la Alianza del Norte controlaba tres cuartas partes del pa¨ªs. En segundo lugar, Estados Unidos prefiri¨® limitar el papel de ISAF a Kabul en un momento, a¨²n cercano al 11-S, en el que los europeos estaban dispuestos a contribuir m¨¢s fuerzas. En tercero, mi sucesor como representante del secretario general de la ONU, ((Lajdar Brahimi,)) con el apoyo de Estados Unidos, defendi¨® lo que se llam¨® una 'light footprint' ((una impronta ligera)), lo que impidi¨® los cambios profundos que eran necesarios y que los afganos ansiaban. Finalmente, la decisi¨®n estadounidense de extender su respaldo a los antiguos se?ores de la guerra y la superficialidad del programa de desarme y desmovilizaci¨®n ha impedido que el Gobierno de Karzai tenga el monopolio de la fuerza, lo que ha contribuido a la mala gobernaci¨®n. Gobernadores y jefes policiales han vuelto a los usos corruptos de los a?os noventa y reestablecido sus v¨ªnculos con el narcotr¨¢fico. De ah¨ª la desilusi¨®n de los afganos desde hace bastante tiempo y que ahora se ha trastocado en honda preocupaci¨®n por la falta de seguridad.
P. En su despedida, el ministro Arsala dijo que usted hab¨ªa unido a los afganos contra los talib¨¢n. Ahora ese grupo que se dio por derrotado vuelve a conquistar apoyos. ?A qu¨¦ se debe?
R. A los errores cometidos en un principio. Como he comentado la Conferencia de Bonn se celebr¨® cuando el pa¨ªs estaba en manos de la Alianza del Norte y el Gobierno interino tuvo una preponderancia de miembros de ese grupo y antiguos se?ores de la guerra, lo que contribuyo a que los pastunes se sintieran marginados. Eso se ha remediado en gran medida despu¨¦s, pero no se ha logrado cambiar la percepci¨®n de los pastunes, acostumbrados como estaban a controlar el Gobierno. Aunque sin raz¨®n v¨¢lida, siguen quejosos. En segundo lugar, la comunidad internacional no present¨® a Afganist¨¢n un modelo distinto al del r¨¦gimen talib¨¢n porque permiti¨® la continuidad de los se?ores de la guerra de los a?os noventa con las consecuencias de mala gobernaci¨®n, corrupci¨®n, falta de servicios, de paz y de justicia. Sobre todo de justicia, que es un elemento extremadamente importante en un pa¨ªs isl¨¢mico. Eso ha llevado a la desilusi¨®n. No creo que la mayor¨ªa de los pastunes est¨¦n a favor de los talibanes. Hay una minor¨ªa que s¨ª, y una mayor¨ªa pasiva ante su avance debido a la inseguridad. Finalmente, la ceguera hacia Pakist¨¢n, donde todos los gobiernos militares que se han sucedido desde 1981 han apoyado a las fuerzas islamistas m¨¢s reaccionarias de Afganist¨¢n. ((El presidente Pervez)) Musharraf prometi¨® un cambio de pol¨ªtica despu¨¦s del 11-S y en lo que respecta a Al Qaeda, cumpli¨®, pero deber¨ªamos haber estado m¨¢s atentos a las zonas fronterizas donde los talibanes encontraron santuarios y se reagruparon. Pakist¨¢n est¨¢ pagando ahora el precio con una insurgencia similar. As¨ª que habr¨¢ que afrontar ambas de forma combinada. En Afganist¨¢n podemos tratar de minimizar la insurgencia, pero no va a terminar mientras reciba el apoyo de los islamistas en Pakist¨¢n. Son dos insurgencias que se retroalimentan.
P. Habla de falta de servicios. ?A d¨®nde han ido a parar los 15.000 millones de d¨®lares desembolsados por la comunidad internacional?
R. Esto no es espec¨ªfico de Afganist¨¢n. Ocurre en cualquier pa¨ªs en situaci¨®n de post conflicto. No todo el dinero de la ayuda llega a la poblaci¨®n. Parte, sobre todo en el caso de Estados Unidos por el sistema de intermediarios y subcontratas. Luego, est¨¢ el grave problema de la corrupci¨®n. Adem¨¢s, en los primeros a?os se gast¨® mucho en ayuda humanitaria que ni crea empleo ni proporciona reconstrucci¨®n. A¨²n as¨ª se han hecho progresos en educaci¨®n, sanidad y carreteras. Tambi¨¦n hay que comprender que 15.000 millones de d¨®lares son apenas una gota de agua comparado con las necesidades de un pa¨ªs que es casi una vez y media la extensi¨®n de Espa?a, con 30 millones de habitantes y completamente destruido a consecuencia de las tres guerras que sufri¨® entre 1979 y 2001. Por ¨²ltimo, la polic¨ªa, la justicia y el Estado de derecho no son cuesti¨®n de dinero. Resultan muy dif¨ªciles de reformar. Es m¨¢s f¨¢cil crear una polic¨ªa de cero que reformar una mala y corrupta como se hizo aqu¨ª con las milicias existentes. La del sistema de justicia es una reforma paulatina, a largo plazo, que ni suscita publicidad ni inter¨¦s entre la clase pol¨ªtica internacional, m¨¢s volcada en la Constituci¨®n o las elecciones.
P. Ha realizado un par de comentarios cr¨ªticos hacia Estados Unidos. ?Es responsabilidad suya la situaci¨®n actual?
R. ((El entonces secretario de Defensa, Donald)) Rumsfeld, dijo que Estados Unidos no estaba por la labor de dedicarse a "nation-building" ((construcci¨®n del Estado)). Ahora s¨ª que lo est¨¢n haciendo. Critico ciertas acciones de Estados Unidos no para sugerir que la UE no ha cometido errores, sino porque su participaci¨®n aqu¨ª ha sido muy superior y en consecuencia han sido m¨¢s numerosos, pero tambi¨¦n sucede lo mismo con sus aciertos.
P. EEUU defiende el aumento del n¨²mero de tropas extranjeras para contener la violencia, pero esa presencia resulta crecientemente inc¨®moda para los afganos. ?C¨®mo se resuelve esa contradicci¨®n?
R. He sido partidario de incrementar las fuerzas internacionales. Sin embargo ahora no creo que ¨¦sa sea la respuesta. Tal vez como parte de un replanteamiento estrat¨¦gico, mientras se encauza la situaci¨®n, un aumento temporal pueda ser ¨²til, pero no porque s¨ª. La soluci¨®n al actual atolladero es pol¨ªtica, aunque por supuesto tiene que tener en cuenta los problemas de seguridad. Para ello es preferible reforzar el Ej¨¦rcito y formar una buena polic¨ªa. Hoy por hoy, ni el Gobierno, ni el Parlamento, ni la opini¨®n p¨²blica afganos desean una mayor implicaci¨®n de tropas extranjeras. Las muertes de civiles ((en operaciones de las fuerzas internacionales)) est¨¢n creando una atm¨®sfera poco favorable. Lo que no significa que los afganos quieran que nos vayamos. Se percatan de que nuestra salida, o una reducci¨®n significativa de nuestra presencia, aumentar¨ªa la inseguridad e incluso podr¨ªa desatar una nueva guerra civil.
P. A la vez el Gobierno de Karzai ha ido perdiendo la confianza de los afganos. ?Existe alternativa para las elecciones del pr¨®ximo a?o?
R. No. Lo que hay es un deseo de cambio. El Gobierno ha perdido buena parte de su credibilidad. Cualquier jefe de Estado la pierde despu¨¦s de siete a?os al mando. Pero no creo que los afganos tengan a alguien en mente para sustituir a Karzai. No hay un hombre-milagro. Fue un error pensar que una sola persona, por m¨¢s dedicaci¨®n y voluntad que le pusiera, iba a poder levantar el pa¨ªs. Ser¨ªa otro error buscar un sustituto que al final va a terminar cometiendo los mismos errores. Lo que hay que hacer es apoyar a grupos, alianzas y equipos reformistas y progresistas. Personalmente, siempre he dudado, y m¨¢s ahora, que el sistema presidencialista fuera el mejor para un pa¨ªs con cuatro etnias principales, ocho secundarias, dos idiomas y dos creencias religiosas. El sistema parlamentario hubiera sido m¨¢s adecuado, pero no creo que ese cambio sea hoy un objetivo primordial.
P. Se va a ense?ar a Princeton, pero tras ocho a?os dedicado a Afganist¨¢n, quienes le conocen dudan de que vaya a desconectarse de este pa¨ªs...
R. Hasta noviembre del pr¨®ximo a?o tenemos por delante un a?o crucial. No todo ha fracasado, tambi¨¦n hay cosas que est¨¢n yendo bien. Ha posibilidades pues de reconducir la estrategia. Me gustar¨ªa desde Princeton, que es un centro acad¨¦mico, pero tambi¨¦n de debate pol¨ªtico, poder aportar mi grano de arena para subsanar los errores cometidos, y contribuir en ¨¦ste y otros temas internacionales, ya que tambi¨¦n soy miembro de los consejos asesores de varios centros para la resoluci¨®n de conflictos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
