Tonter¨ªas por amor
Por amor, ya se sabe, se pueden hacer muchas cosas. Unas, sin duda, generosas y admirables. Otras, en cambio, manifiestas tonter¨ªas. A esta ¨²ltima categor¨ªa pertenece la que ha llevado a cabo una mujer guatemalteca en Barcelona. Por prolongar unos d¨ªas su escapada con un amante, no tuvo mejor ocurrencia que inventar un secuestro aderezado con abusos sexuales. Madame Bovary no se atrevi¨® a tanto, y se limit¨® a utilizar entre otras excusas unas veros¨ªmiles aunque inexistentes lecciones de piano que la obligaban a pasar algunas tardes en Rouen, lejos del domicilio conyugal. Y la excusa funcion¨® de tal manera que, en el relato de Flaubert, no pudo ser ¨¦ste el hilo por el que el inocente Charles Bovary acab¨® descubriendo el enga?o. Es probable que la mujer guatemalteca no dijese a su familia que se trasladaba a Barcelona para aprender a tocar el piano, pero una s¨²bita vocaci¨®n por la m¨²sica hubiera tenido para ella menores consecuencias que la invenci¨®n de un secuestro y una violaci¨®n. Al fin y al cabo, la tradici¨®n musical del Liceu podr¨ªa haberle ofrecido una cortada m¨¢s segura.
La desproporci¨®n entre la realidad y las expectativas suele ser el mal que aqueja
a los amantes que se conocen a distancia.
E Internet no tiene por qu¨¦ ser una excepci¨®n. En este caso, sin embargo, las cosas fueron mejor de lo esperado, y la mujer decidi¨® sobre la marcha posponer el retorno a la rutina dom¨¦stica. S¨®lo que no cont¨® con que la polic¨ªa, que nada tiene en contra de las vocaciones musicales, ya sean s¨²bitas o acrisoladas, no permanece indiferente ante un secuestro y una violaci¨®n. En un tiempo portentoso, localiz¨® a la mujer y desmont¨® una por una sus coartadas.
El ¨²nico consuelo que queda a quienes conf¨ªan en el amor es que no debi¨® de ser tan noble sentimiento lo que la empuj¨® a prolongar la estancia ad¨²ltera en Barcelona. Acorralada por los investigadores, acus¨® a su amante de haberle robado unas joyas. No se conoce la reacci¨®n del marido, pero no debe de ser muy distinta de la del amante. Sin uno y sin otro, tal vez sea el momento de que la protagonista de esta historia se consagre al estudio del solfeo en lugar de esforzarse en imitar el argumento de los culebrones.
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