El toreo es emoci¨®n...
Los toros de Victorino Mart¨ªn pusieron emoci¨®n a la tarde. Se demostr¨® que el toreo es emoci¨®n o no es nada. A los seis toros les pegaron duro en varas. Con diferencia a lo visto en d¨ªas precedentes, donde imper¨® el toro bob¨®n, de casta aguada, invalidez supina, los victorinos presentaban pelea en las faenas.
El p¨²blico no se aburri¨® en ning¨²n momento, porque percib¨ªa el peligro que corr¨ªan los toreros. Los toros exig¨ªan mucho. Hab¨ªa que estar atentos y muy puestos.
S¨®lo dos diestros dieron la talla: Jos¨¦ Luis Moreno, que sustitu¨ªa a El Fundi, en su segundo dibuj¨® muletazos de gran clase, tal vez los m¨¢s art¨ªsticos de la tarde. Se mostr¨®, adem¨¢s, valiente en sus dos toros y muy dispuesto.
Victorinos / Padilla, Moreno, Urdiales.
Toros de Victorino Mart¨ªn: de buena presencia, de juego desigual, con fuerza, poniendo emoci¨®n.
Juan Jos¨¦ Padilla: (escasa petici¨®n de oreja); (divisi¨®n de opiniones).
Jos¨¦ Luis Moreno: (ovaci¨®n); (ovaci¨®n).
Diego Urdiales: (ovaci¨®n); (oreja).
Plaza de toros de Vista Alegre. Novena y ¨²ltima de feria. Media entrada larga.
Por otro lado, Diego Urdiales, en su primero, traz¨® algunos muletazos de gran empaque. Mas su actuaci¨®n en el ¨²ltimo fue de much¨ªsimo m¨¦rito. Lidi¨® un toro de 623 kilos, sobreponi¨¦ndose a las dificultades del animal, imponiendo un tes¨®n y un valor muy de ley. Otro torero hubiera tirado a igualar y acabar¨ªa la faena. ?l, no. Estuvo por encima del toro. Trag¨® tarascadas tremendas. Le rob¨® pases a la menor ocasi¨®n. Era un toro que le hubiera hecho dudar sobre la existencia de la vida al mism¨ªsimo Heidegger. Sin embargo, el torero de Arnedo ocult¨® el posible miedo que estaba pasando, anteponiendo su coraz¨®n de raza sobre aquel toraco dif¨ªcil. Por si fuera poco le apiol¨® de un gran espadazo. Se gan¨® una oreja por valiente, por verg¨¹enza torera. Me r¨ªo yo de las figuras de filfa y capul¨ª.
La actuaci¨®n de Juan Jos¨¦ Padilla, aparte de su bullanguerismo habitual, tiene muy poco que rese?ar.
En el recuerdo queda la emoci¨®n dejada en ese ¨²ltimo toro por un torero que se la jug¨® con una honradez digna de aplauso.
Se constata que un ganadero, como Victorino Mart¨ªn, hecho a s¨ª mismo, dio ayer una lecci¨®n -una vez m¨¢s- a la c¨¢fila de ganaderos vividores inmersos bajo la ¨¦gida del encaste Domecq.
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