La pastilla que oculta el miedo
F¨¢rmacos e implantes quir¨²rgicos combaten la impotencia masculina, pero a¨²n son pocos los hombres que solicitan ayuda m¨¦dica
?Saben ese que dice... cu¨¢l es la diferencia entre la preocupaci¨®n y el p¨¢nico? Preocupaci¨®n es la primera vez que no puedes con el segundo, y p¨¢nico, la segunda vez que no puedes con el primero.
Pues a uno de cada diez varores -seg¨²n la Asociaci¨®n Espa?ola de Urolog¨ªa (AEU)- no le hace ni pizca de gracia, porque la disfunci¨®n er¨¦ctil les est¨¢ amargando la vida. El gatillazo es todav¨ªa el ogro que acecha las relaciones sexuales. S¨®lo que ahora hay medicamentos para combatirlo y muchos han decidido usar esas muletas para prevenir un fracaso o, simplemente, para sacar nota. "Con una vida tan productiva, basada en el ¨¦xito y la eficacia, la sexualidad no pod¨ªa salir de ese esquema. Los hombres tienen m¨¢s miedo que nunca al sexo, porque se preocupan m¨¢s de sacar un sobresaliente que de disfrutar", afirma Francisco Cabello Santamar¨ªa, director del Instituto Andaluz de Sexolog¨ªa y Psicolog¨ªa.
Uno de cada diez varones padece en Espa?a disfunci¨®n er¨¦ctil
Algunas mujeres empiezan a adoptar el rol de "a m¨¢s ligues, m¨¢s poder"
"El sexo sigue siendo un elemento de poder, disponer de m¨¢s hembras es tener m¨¢s poder y ¨¦xito, como el jefe de la manada. Y cuando las tienen, rara vez lo ocultan, como en el chiste de Claudia Schiffer. Nos hemos bajado del ¨¢rbol hace muy poco", ejemplifica Cabello Santamar¨ªa. Y, por lo que dice, las mujeres se est¨¢n subiendo al ¨¢rbol ahora: "Ellas se est¨¢n incorporando a esa estructura: m¨¢s moscones detr¨¢s, m¨¢s ¨¦xito, m¨¢s poder".
As¨ª que ellos buscan erecciones poderosas y duraderas y ellas no se conforman si no son multiorg¨¢smicas y est¨¢n lubricadas desde el inicio. "Esa ansiedad, ese sexo competitivo, es el enemigo n¨²mero uno. Las personas fallan. Y ah¨ª aparecen los f¨¢rmacos, como el dopaje en el deporte", zanja Cabello Santamar¨ªa.
Esa muleta que proporciona el medicamento est¨¢ llevando su uso hacia el ocio, mientras que la disfunci¨®n er¨¦ctil por causas f¨ªsicas o ps¨ªquicas quiz¨¢ sigue sin tratarse convenientemente porque se oculta. Hay quien ve la disfunci¨®n er¨¦ctil como algo t¨ªpico de la edad y se aguanta. Primer error. No es algo asociado al envejecimiento. Si se tiene una buena salud en general, se puede tener una larga vida sexual. M¨¢s bien al contrario, la impotencia puede ser un aviso de que algo no va bien, porque se deja ver cuando aparecen los problemas cardiovasculares. Y si alguien va al m¨¦dico para tratar un problema de coraz¨®n, lo mismo ha de hacer cuando los s¨¢bados han dejado de ser interesantes.
Alrededor de un 25% o 30% de los casos se deben a razones ps¨ªquicas: miedos, inseguridad, exceso de religi¨®n. Pero la mayor¨ªa es atribuible a causas f¨ªsicas que se combaten con mucho ¨¦xito con tratamientos varios: pastillas, inyecci¨®n, pr¨®tesis. En un terreno movedizo, enfangado entre tab¨²es, prejuicios y mitos, la pastilla ha tra¨ªdo cierto sosiego. Si hay un medicamento es que hay un problema de salud, no de hombr¨ªa. Eso est¨¢ llevando m¨¢s gente a las consultas, aunque otros opten por la compra por Internet. La pastilla resuelve entre un 60% y 70% de los casos; del resto se encargan las inyecciones o los implantes mediante cirug¨ªa. Pero de los dos millones de espa?oles entre 40 y 50 a?os afectados, s¨®lo un 25% acude a la consulta, seg¨²n la AEU. A pesar de ello, los m¨¦dicos aseguran que ya no hay tanto tab¨² como hace d¨¦cadas, sobre todo entre la gente joven.
Miguel ?ngel Arroyo combati¨® a golpe de quir¨®fano un c¨¢ncer de colon cuando ten¨ªa treinta y pico a?os. Despu¨¦s lleg¨® lo esperable: disfunci¨®n er¨¦ctil asociada a una operaci¨®n como ¨¦sa. "Pero pens¨¦: ya que voy a vivir, quiero vivir de verdad y le plant¨¦ cara a esto". Primero se top¨® con "un par de torpes", que le aconsejaron paciencia y buenos alimentos; despu¨¦s de todo, hab¨ªa salido del c¨¢ncer, qu¨¦ m¨¢s quer¨ªa, vinieron a decirle. En el Hospital Gregorio Mara?¨®n (Madrid) dio, por fin, con el doctor Moncada y su receta de Viagra, y los ensayos con Cialis no surtieron efecto. ?Volver al quir¨®fano?
A principios de los ochenta, el cirujano vascular franc¨¦s Ronald Virag dio a conocer al mundo un hallazgo ensayado en su propio pene que proporcionaba una hermosa erecci¨®n. Se trataba de inyectar papaverina en la base del ¨®rgano; es un compuesto qu¨ªmico vasodilatador, la clave para que el m¨²sculo liso funcione.
Si alguien quiere mover un brazo s¨®lo tiene que hacerlo, o levantar una pierna. Los m¨²sculos estriados obedecen. Pero el m¨²sculo liso, no: al pene no se le pueden dar ¨®rdenes. Es como una esponja: cuando se empapa de agua se dilata, crece. Si la sangre no consigue fluir adecuadamente, la cosa no funciona. Digamos, gatillazo.
Las inyecciones de papaverina relajan el m¨²sculo liso y permiten el flujo sangu¨ªneo. Pero a Miguel ?ngel Arroyo la "tortura" de pincharse en el pene no le convenc¨ªa. "Me inyectaba mi compa?era, yo no pod¨ªa ni mirar, era un horror". A veces, el l¨ªquido entraba con dolor y el preparado del doctor Moncada acababa caducando por falta de uso.
Cuando Ignacio Moncada, que ahora es jefe del servicio de Urolog¨ªa del Hospital de la Zarzuela, le propuso entrar al quir¨®fano para implantarse una pr¨®tesis de pene, Arroyo ya hab¨ªa roto con su pareja. Lo pens¨® durante un a?o, dijo s¨ª y ahora es otro hombre. "Cuando tienes ese problema te vuelves una persona gris, sin ¨¢nimo, la vida pierde su chispa. Si te falta la erecci¨®n, todo se ve afectado. La sexualidad es importante".
La operaci¨®n es sencilla y sus resultados retan a la naturaleza: "Un coito puede durar casi lo que uno quiera". Las pastillas por s¨ª solas no sirven, necesitan est¨ªmulos para conseguir una erecci¨®n. Con la pr¨®tesis s¨®lo hay que darle al botoncito. La v¨¢lvula, oculta bajo la piel del escroto, acciona el mecanismo y el dep¨®sito libera el suero fisiol¨®gico que llena dos cilindros insertos en el pene. "Cuando queremos terminar, pulsamos y el l¨ªquido vuelve al dep¨®sito". Nada se ve, nada se nota. "Yo tuve un paciente que s¨®lo se lo dijo a su mujer cuando tuvo que volver al quir¨®fano para sustituir la pr¨®tesis por una nueva", dice Moncada. "Este sistema est¨¢ evolucionando muy bien. Antes hab¨ªa m¨¢s infecciones, ahora las pr¨®tesis vienen recubiertas de antibi¨®tico y duran much¨ªsimo", asegura Moncada. Pero no son baratas, y no es f¨¢cil que la sanidad p¨²blica las cubra. Una operaci¨®n de ¨¦stas puede costar entre 15.000 y 18.000 euros. ?Por qu¨¦ el sistema sanitario no cubre estos tratamientos si la Organizaci¨®n Mundial de la Salud considera que una sexualidad saludable es un derecho del individuo?
"Las autoridades sanitarias deber¨ªan combatir estos problemas, pero las pastillas son caras y en ocasiones, como en la etapa Bush en Estados Unidos, cuesta mucho autorizar medicamentos de este tipo", lamenta Moncada.
Al final, Viagra, Cialis, Levitra, f¨¢rmacos que han pulverizado tab¨²es, acaban col¨¢ndose por la puerta falsa de Internet, sin seguridad de ninguna clase, y se rodean de leyendas que no ayudan. "Se transmiti¨® con insistencia que causaban infartos. ?C¨®mo va a ser eso? Es justo lo contrario. Precisamente se inventaron para el tratamiento de la angina de pecho por ser un relajante muscular", sostiene Moncada.
Lo que sirve para las arterias del coraz¨®n es ¨²til tambi¨¦n para combatir una disfunci¨®n er¨¦ctil, porque ambas tienen las mismas causas. La impotencia est¨¢ considerada como un s¨ªntoma centinela: cuando un m¨¦dico la detecta sabe que su diagn¨®stico no debe quedarse ah¨ª. Los problemas cardiovasculares pueden estar haciendo su aparici¨®n. Por esa raz¨®n las famosas pastillas azules no se venden sin receta. Los m¨¦dicos temieron que los hombres solucionaran sus problemas de erecci¨®n en la farmacia y otras dolencias graves quedaran ocultas a los facultativos. La agencia estadounidense del medicamento no lo autoriz¨®.
A la inversa tambi¨¦n ocurre. Diversas dolencias, como la diabetes, la hipertensi¨®n, colesterol, o los medicamentos con los que se tratan, pueden ocasionar disfunci¨®n er¨¦ctil. Por no hablar de la extirpaci¨®n de la pr¨®stata o de un c¨¢ncer de colon. En esos casos, es cuando los m¨¦dicos preguntan: "?Y en la cama, qu¨¦?". Eso allana el camino.
Porque, a menudo, la impotencia se lleva en silencio, con miedo a fallar otra vez, con estr¨¦s y ansiedad. Y la pescadilla se muerde la cola. A m¨¢s angustia, m¨¢s fracasos. Respecto a las causas ps¨ªquicas, no son pocos los que achacan los nuevos miedos y los patinazos en la cama a la liberaci¨®n sexual femenina. La mujer con la que se acuestan no es ya una persona que ha conocido un solo var¨®n. Puede comparar. Adem¨¢s pide, reclama. ?Qui¨¦n puede estar a la altura?
Francisco Cabello Santamar¨ªa quiere despojar a la mujer de esa nueva culpabilidad que se le imputa en los fracasos del var¨®n: "La liberaci¨®n sexual femenina ha mejorado las relaciones de la gente saludable. S¨®lo perjudica a los que tienen miedo, o no entienden la relaci¨®n como un v¨ªnculo igualitario. Los dem¨¢s hemos ganado en calidad y en cantidad", asegura. "Esa liberaci¨®n s¨®lo hunde al hombre calificado como ansioso ambivalente, que establece relaciones para sentirse querido, pero est¨¢ permanentemente interrogando a su pareja sobre si le quiere o no, con episodios de celos. Son un 15% de la poblaci¨®n", asegura Cabello Santamar¨ªa.
Este experto menciona otros tres tipos. El llamado "de apego seguro", los mayoritarios. Est¨¢n c¨®modos con su pareja, con la que mantienen una razonable relaci¨®n sexual. Luego figuran "los evitantes", que nunca se entregan en el afecto. Son proclives a juegos er¨®ticos porque est¨¢n siempre explorando. Y Cabello, que preside la Liga Internacional para la Promoci¨®n de la Salud Sexual, asegura que todos vienen determinados desde la infancia, en funci¨®n de la relaci¨®n con la madre (el padre, o la abuela, su figura de referencia).
As¨ª, pues, la mujer no tiene culpa, pero, ?qu¨¦ hay de la responsabilidad? Pastillas, inyecciones, eso est¨¢ muy bien, dicen algunos, pero no hay mejor est¨ªmulo para un hombre que una mujer (en el caso de parejas heterosexuales, claro). Pues tampoco. "La sexualidad es como el DNI, personal e intransferible y los est¨ªmulos dependen de uno mismo. Hay quien siente aversi¨®n y no se excita con nada y hay quien responde a la menor se?al".
?Cu¨¢l es, pues, el mejor est¨ªmulo? "Pues va a parecer ?o?o, pero es el v¨ªnculo amoroso. Cuando uno est¨¢ enamorado hay un cambio bioqu¨ªmico que potencia el sexo. Aunque, claro, el enamoramiento dura de una semana a tres a?os", concluye este experto.
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