Presupuesto sin est¨ªmulos
Desde 1997 el an¨¢lisis de los Presupuestos Generales del Estado como instrumento de pol¨ªtica econ¨®mica es un empe?o condenado a la esterilidad. Durante un tiempo la inanidad presupuestaria se debi¨® sobre todo al oscurecimiento informativo e incluso estad¨ªstico aplicado "sin complejos" por los gobiernos del PP; los propios gobiernos de Aznar fueron introduciendo adem¨¢s dosis masivas de confusi¨®n en las partidas presupuestarias, privilegiando las medidas de acompa?amiento que se coc¨ªan en los s¨®tanos pol¨ªticos y ajustando gastos, ingresos y prebendas mediante "contabilidad creativa". Los gobiernos socialistas no se han propuesto revertir la situaci¨®n y, por pura inercia, han contribuido a degradar el Presupuesto como instrumento significativo de actuaci¨®n. El proyecto de cuentas p¨²blicas para 2010 es un buen ejemplo de pol¨ªticas p¨²blicas desenfocadas.
La subida de impuestos propuesta para el a?o pr¨®ximo no favorece la recuperaci¨®n de la econom¨ªa. Cuesti¨®n de principios. El aumento del IVA no favorecer¨¢ el consumo y la subida de la tributaci¨®n sobre las rentas de capital encarecer¨¢ los costes de financiaci¨®n de la econom¨ªa. Se puede discutir si los efectos ser¨¢n grandes, peque?os o inapreciables, pero existen. No obstante, la objeci¨®n principal al Presupuesto no est¨¢ en la subida de la presi¨®n fiscal, aunque haya que tomar nota mental de cu¨¢n dif¨ªcil debe ser la situaci¨®n financiera del Estado para decidir subidas tributarias en plena recesi¨®n; hay que buscarlas en el desequilibrio extremo entre las pol¨ªticas de gasto y las de inversi¨®n. Mientras que, con buen criterio, Econom¨ªa ha cuidado la cobertura de los gastos sociales, hasta el punto de que casi el 52% del dinero aplicado en 2010 se ir¨¢ a protecci¨®n social, la inversi¨®n p¨²blica desciende el 4% y la inversi¨®n en I+D+i, el gran sonajero que ven¨ªa agitando el Gobierno para convencer al pa¨ªs del cambio de patr¨®n de crecimiento econ¨®mico, baja m¨¢s del 3%.
Da la impresi¨®n de que el equipo econ¨®mico es incapaz de jugar con m¨¢s de dos variables. Si se aumenta el gasto social -revelan las cuentas para 2010-, una decisi¨®n que es obligada por los costes de la crisis, tiene que decrecer la inversi¨®n. El dilema es falso y tendr¨¢ consecuencias desagradables. El Gobierno estaba obligado a jugar con al menos tres variables: aumento del gasto social, aumento de la inversi¨®n y contenci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico. La dificultad de la recesi¨®n radica en hacer frente al mismo tiempo al coste creciente de los estabilizadores autom¨¢ticos, sostener la inversi¨®n porque as¨ª lo exige el acuerdo de Pittsburgh de prolongar los est¨ªmulos econ¨®micos en tanto no se recupere el empleo y transmitir a los mercados la idea de que Espa?a evitar¨¢ un aumento insostenible del d¨¦ficit. Moncloa y la vicepresidenta Salgado han entregado un Presupuesto en el que el gasto social gana, los incentivos econ¨®micos pierden y, para colmo, se ajusta con un porcentaje de d¨¦ficit poco cre¨ªble (el 5,4% del PIB).
Para despejar las tres variables el Gobierno hubiera tenido que ejecutar un plan de reforma estructural del gasto del Estado, un prop¨®sito de cierta complejidad administrativa y enormes dificultades pol¨ªticas. Llevarlo a cabo requiere como m¨ªnimo dos condiciones: algo parecido a un gran estadista al frente de la pol¨ªtica econ¨®mica y una mayor¨ªa c¨®moda en el Congreso. Ya se ve que ese plan no podr¨¢ realizarse en 2010 ni en a?os sucesivos.
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