?Odian algunos hombres a las mujeres?
La noche del lunes 21 de septiembre hallaron el cad¨¢ver de una mujer latinoamericana en una maleta de grandes dimensiones en plena Gran V¨ªa de Barcelona; la noche del domingo anterior, d¨ªa 20, una muchacha casi adolescente mor¨ªa apu?alada en el descansillo de su escalera; en la tarde del s¨¢bado 19, otra de 31 a?os aparec¨ªa muerta en su piso de Madrid. Y en las semanas siguientes, m¨¢s de lo mismo.
Aparecen mujeres muertas con estudios universitarios, sin estudios universitarios o, simplemente, sin estudios, cada d¨ªa en nuestro mundo cada vez menos c¨®modo, sin que leyes o h¨¦roes an¨®nimos como hombres que conocemos (no demasiados) intenten evitar lo que las leyes no acaban de arreglar, la costumbre no integra o nuestra pasividad permite.
A veces no llegan a asesinarlas, las matan en vida a disgustos, hel¨¢ndoles la sangre en casa
La verdad es que algunos hombres odian a las mujeres, odian mucho, much¨ªsimo, a las mujeres: a las mujeres con poder, a las que tienen menos poder, a las que tuvieron alguna vez poder, a las que amaron mucho y ya no aman, a las que le sacaron unas pelillas y desaparecieron de sus vidas, a las que mantuvieron, a las que se fueron o desean irse del hogar, a las que van, no en la maleta, sino con la maleta a cuestas por la vida.
La maleta. Pues, ?no es la maleta la mejor soluci¨®n de la mujer situada entre hombres que odian a las mujeres? ?Y no ha sido la maleta de esta mujer de la Gran V¨ªa de Barcelona la confesi¨®n de un doble crimen por parte de quien lo ejecut¨®, contra la propia maleta, s¨ªmbolo de la libertad de irse, con el fetiche del acto de partir que una mujer que se quiere marchar de alg¨²n sitio agarra en primer lugar, diciendo por las dos, por la maleta y ella, "ah¨ª te quedas", que yo sigo viviendo?
"El hombre donde nace, la mujer donde va", dec¨ªa con conocimiento de causa Francisco Delicado en La lozana andaluza por boca de la protagonista, Aldonza, que parte de C¨®rdoba al Trast¨¦vere romano.
A veces, algunos hombres que odian tanto a las mujeres como para matarlas no dan la cara directamente, encargan el crimen a un alguien que entiende "corporativamente" que el coleguilla vive un infierno con tal se?ora y prepara el crimen burdamente, como hemos visto con Marta y otros casos en que interviene el gremio casero de este seudocrimen malorganizado y hay tres o cuatro en liza.
La verdad es que el sue?o de matar mujeres de algunos hombres que las odian no llega a veces a la sangre, a veces es mejor matarlas en vida a disgustos hel¨¢ndoles la sangre en casa aunque sean j¨®venes, cambi¨¢ndolas de mostrador cuando se quedan embarazadas, acerc¨¢ndole la mesa de trabajo al balconcillo de la planta sexta a ver si se tiran como en alguna firma de pa¨ªs europeo, y la firma se ahorra, al menos, la maleta, que en estos tiempos de crisis econ¨®mica faltar¨ªa m¨¢s que la muchacha saliera en un embalaje de la casa acusada de robo in articolo mortis, aunque estuviera tiesa, qu¨¦ m¨¢s da.
No acierto a pensar bien si algunos hombres odian con el mismo furor a las mujeres sin maleta, que se quedan en casa solas y soberanas con o sin abogado, que ejercen su profesi¨®n por la mitad del salario de sus compa?eros o, simplemente, escriben o gobiernan.
Si en nuestro pa¨ªs muchos hombres amaran (fraternalmente, digo) a las mujeres tendr¨ªamos mejores Consejos de Administraci¨®n, por no decir Academias, Consejos, Consejillos y otras zarandajas en las que curiosamente s¨®lo se ven corbatas castigando a las mujeres a diestra y siniestra con la risita cuando llega de jefa, la infamia cuando no puede escuchar, el cambio de mostrador, el mal piropo que suena a insulto, la ventanita y la maleta tirada en el r¨ªo, m¨¢s disimulada.
Lo que no tengo tan claro es si odian o no a las prostitutas algunos hombres y algunas mujeres, que a veces hacen de herramienta. Han rechazado regular la prostituci¨®n el otro d¨ªa por parte de un grupo pol¨ªtico, que llevaba un punto estupendo contra la trata de mujeres y los anuncios de contactos.
La verdad es que no es que a ninguna mujer con dos dedos de frente le apetezca que la prostituci¨®n sea un oficio con escalaf¨®n y trienios. Es m¨¢s, te¨®ricamente, muchas somos muy reticentes a ello, y a que, en alg¨²n caso, ni?as semidesnudas que llegan al colegio digan por consejo de sus amigas que de mayores, en vez de ser enfermeras, como antes, quieren ser, digamos, belles de jour, ya que los modelitos que vemos en las series televisivas y los escotitos que nos largan, aunque sea invierno, han condicionado la educaci¨®n -que ahora se llama "sexual"- de nuestras lolitas, que creen m¨¢s rentable estudiar poco y estirar m¨¢s las piernas si te dan un trabajo.
Pero, visto lo visto, ahora que -parece- la prostituci¨®n no se va a regular, ?esperamos tres a?os con las mujeres que se prostituyen en la calle, sin asistencia, tutela, defensa ante las mafias que las acorralan, acosadas por los mil vaivenes de su vulnerabilidad, ¨²nicamente para dejar a salvo nuestra mirada escrupulosa, llev¨¢ndolas al l¨ªmite de su subsistencia? Claro, que siempre est¨¢ la maleta.
Fanny Rubio es escritora y profesora titular de la Universidad Complutense de Madrid. Su ¨²ltimo libro es La Baeza de Machado.
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