Las llamas de la G¨¹rtel
En su primer campa?a electoral Esperanza Aguirre parec¨ªa un alma en pena. Le encargaron mantener el Gobierno regional del que sali¨® crecido Gallard¨®n para defender la alcald¨ªa de Madrid. En aquella campa?a muy pocos en el PP apostaban por la se?ora Aguirre y se notaba demasiado. La instalaron en un rinc¨®n de G¨¦nova con la secretaria, su jefa de prensa y un coordinador de campa?a que no era de su cuerda.
Apenas hall¨® entonces compa?eros de partido que le echaran un cable, aunque hubo un concejal del Ayuntamiento de Madrid que se ofreci¨® entusiasta a currarse con ella la campa?a. Se llamaba Alberto L¨®pez Viejo. El alcalde Manzano le nombr¨® concejal de limpieza para que borrara a Madrid de la lista de ciudades m¨¢s sucias de Europa. L¨®pez Viejo hab¨ªa asumido con fervor el reto y cre¨® el SELUR, esa unidad de intervenci¨®n r¨¢pida que elevaba la inmundicia en las calles a la categor¨ªa de emergencia. Aquel concejal acud¨ªa cada ma?ana al trabajo con su ch¨®fer y su coche oficial y por las tardes se pon¨ªa al volante de un monovolumen en el que Esperanza Aguirre recorr¨ªa la regi¨®n para recaudar votos.
L¨®pez Viejo se ofreci¨® a currarse la primera campa?a de Esperanza Aguirre a la presidencia
Cuando gan¨® las elecciones despu¨¦s del tamayazo le salieron amigos por todas partes, pero no quiso olvidarse de quienes la acompa?aron en su traves¨ªa del desierto. Hubiera nombrado entonces consejero a L¨®pez Viejo de no haber saltado un asunto feo en relaci¨®n con las contratas de limpieza que cuestionaba, cuando menos, su ortodoxia en el procedimiento. Hubo de conformarse con una viceconsejer¨ªa que le mantuvo en un plano discreto hasta el segundo mandato, en que fue rehabilitado oficialmente al nombrarle consejero de Deportes. En febrero Esperanza Aguirre tuvo que tragarse el enorme sapo de destituir a L¨®pez Viejo y hace poco reconoci¨® p¨²blicamente que la enga?¨®. Lo hizo -seg¨²n explic¨®- al contratar actos p¨²blicos con otra empresa de Correa despu¨¦s de prohibirle expresamente que lo hiciera con Easy Concept.
Alberto L¨®pez Viejo, el hombre al que resucit¨® pol¨ªticamente, aparece en el sumario como el gran mu?idor de la expansi¨®n de la trama de Correa en Madrid. Con otros seis imputados entre alcaldes, ex alcaldes y diputados auton¨®micos, el sumario de la G¨¹rtel deja como unos zorros la imagen del PP en Madrid. La responsabilidad pol¨ªtica de quienes lo dirigen es evidente. Ellos les nombran y tienen la obligaci¨®n de velar para que su gesti¨®n sea honesta y eficaz.
Sin embargo, y a falta de entonar el necesario mea culpa, Esperanza Aguirre ha escenificado varios movimientos que marcan diferencias notables con el proceder en ese otro gran territorio G¨¹rtel que es Valencia. A la fulminante destituci¨®n de los imputados se ha unido esta semana una forzada modificaci¨®n del reglamento de la Asamblea de Madrid para que los tres diputados expulsados del PP, entre ellos L¨®pez Viejo, no puedan beneficiarse de las ventajas de formar grupo parlamentario. Aguirre trata as¨ª de ponerse al frente de la manifestaci¨®n de indignados trazando un cortafuegos con el que limita el alcance de las llamas.
Algo muy teatral pero que no parece en condiciones de hacer Francisco Camps. El pulso que ech¨® esta semana Ricardo Costa s¨®lo puede realizarlo alguien con la capacidad de hacer da?o. Si el fuego alcanza al presidente de la Generalitat a Rajoy como poco le quema el culo. No le ser¨ªa f¨¢cil mantener el tipo tras haber representado ante las masas aquel acto de fe en que jur¨® amor eterno a Camps. De no ser por el recital de convicci¨®n y firmeza pol¨ªtica ofrecido por Dolores de Cospedal dando la cara don Mariano ya oler¨ªa a chamusquina.
Esperanza Aguirre, en cambio, ha sido h¨¢bil con la maniobra y, a pesar de su gran colecci¨®n de errores, en lo personal no la concibo trincando de ninguna trama. Puedo equivocarme, como a ella le ocurri¨® con L¨®pez Viejo, pero los periodistas conocemos mejor a las personas que los pol¨ªticos.
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