La Curva de Keeling y Copenhague
El objetivo de la pr¨®xima cumbre sobre el clima es que los pa¨ªses desarrollados pasen decididamente a la acci¨®n. Despu¨¦s, ser¨¢ el momento de comprometer a China, Brasil, India y Rusia en la reducci¨®n de emisiones
Charles David Keeling, joven investigador del Scripps Institution of Oceanography de los Estados Unidos, inici¨® en 1958 en la isla de Mauna Loa una investigaci¨®n cuyos resultados cobrar¨ªan una importancia cient¨ªfica capital. Utilizando instrumentos dise?ados por ¨¦l mismo, Keeling consigui¨® medir la concentraci¨®n de CO2
en la atm¨®sfera y realiz¨® dos importantes descubrimientos. Primero, que el CO
2 presentaba una oscilaci¨®n estacional en forma de dientes de sierra debida a la fotos¨ªntesis en el hemisferio norte. Segundo, que su concentraci¨®n aumentaba a?o tras a?o. Cuando realiz¨® aquellas mediciones, la concentraci¨®n de CO2 era de 315 partes por mill¨®n (ppm). En septiembre de 2009 era ya de 385 ppm. La trayectoria de las mediciones se conoce como la Curva de Keeling y, junto con la imagen de un oso polar en una peque?a banquisa de hielo a la deriva en el ?rtico, se ha convertido en uno de los s¨ªmbolos del cambio clim¨¢tico.
Sin la implicaci¨®n de los pa¨ªses emergentes no hay soluci¨®n posible para la crisis del clima
La UE ha acertado al vincular su reducci¨®n de un 30% a una contribuci¨®n equivalente de EE UU
La Curva de Keeling estar¨¢ muy presente en las negociaciones que el 7 de diciembre van comenzar en Copenhague, en la cumbre de las Naciones Unidas que ha de aprobar los acuerdos sobre el clima para el per¨ªodo post-Kioto, 2013-2020. La reu-ni¨®n viene precedida de enorme expectaci¨®n y actividad diplom¨¢tica. Y es que los mensajes de la comunidad cient¨ªfica son dram¨¢ticos. El cuarto informe del Panel de Expertos (IPCC) emitido en 2007 fue concluyente respecto a la responsabilidad humana en dicho cambio y avis¨® alto y claro que es imprescindible reducir de manera dr¨¢stica las emisiones globales.
En un escenario tendencial sin acuerdos globales, las emisiones totales de gases de efecto invernadero pasar¨ªan de las 50 gigatoneladas de CO2 equivalente actuales a m¨¢s de 60 en el a?o 2030. En ese escenario, la probabilidad de sobrepasar el umbral de seguridad de los +2? C es muy elevada. Si las emisiones contin¨²an su nivel actual, la Uni¨®n Europea ha estimado que dicho umbral se habr¨¢ superado para el a?o 2050. Seg¨²n el Centro Had-ley de Reino Unido dentro de 50 a?os la temperatura media de la atm¨®sfera podr¨ªa aumentar 4? C si las emisiones contin¨²an su ritmo actual.
La llave para revertir esa situaci¨®n se encuentra en un peque?o grupo de centros de decisi¨®n. Los principales emisores -China, EE UU, Uni¨®n Europea, Brasil, Indonesia, Rusia, India y Jap¨®n- son responsables de dos de cada tres toneladas de gases de efecto invernadero. La cumbre de Copenhague es el marco en el que han de cristalizar formalmente los acuerdos, pero es en las capitales de esos lugares donde se est¨¢n tomando las decisiones clave, especialmente en Pek¨ªn, Washington y Bruselas.
El n¨²cleo sobre el que pivotan los obst¨¢culos para consensuar una posici¨®n internacional com¨²n est¨¢ en el nivel de mitigaci¨®n que las econom¨ªas desarrolladas van a acometer en el horizonte 2020, as¨ª como la cantidad de recursos financieros que van a transferir a los pa¨ªses en desarrollo para favorecer sus esfuerzos de mitigaci¨®n y adaptaci¨®n. Los pa¨ªses emergentes y en desarrollo tienen raz¨®n en que la responsabilidad hist¨®rica del problema es de los pa¨ªses desarrollados y que sus emisiones per c¨¢pita son muy superiores a las del resto. Pero la ecuaci¨®n es m¨¢s compleja. En el a?o 2008, las emisiones procedentes de los pa¨ªses emergentes y en desarrollo rebasaron notablemente las de los pa¨ªses ricos, ya que representaron el 60% del total. Adem¨¢s, el incremento de emisiones proyectado para la pr¨®xima d¨¦cada corresponde casi exclusivamente a los pa¨ªses emergentes. Sin su implicaci¨®n directa en la mitigaci¨®n de emisiones no hay soluci¨®n posible para la crisis del clima. Estados Unidos y China, cada uno responsable aproximadamente de la quinta parte de las emisiones globales, mantienen posiciones diferentes a la hora de encarar el problema. La misi¨®n de la Uni¨®n Europea es favorecer el espacio de encuentro en que ambos planteamientos puedan encontrarse.
El presidente Barack Obama ha puesto la pol¨ªtica sobre el clima en lo m¨¢s alto de su agenda, en clara ruptura con la posici¨®n negacionista y entregada a los intereses del petr¨®leo del t¨¢ndem Bush-Cheney. No obstante, la propuesta de ley, aprobada por el Congreso el pasado junio de 2009, es relativamente modesta en sus objetivos de mitigaci¨®n. Se propone reducir las emisiones en 2020 al nivel que ten¨ªan en 1990, objetivo muy por debajo de lo requerido por la comunidad cient¨ªfica internacional. Dado que la propuesta de ley fue aprobada por una exigua mayor¨ªa de 219 votos frente a 212, su aprobaci¨®n en el Senado se prev¨¦ complicada y, en cualquier caso, dif¨ªcil de conseguir antes de la cumbre de Copenhague. Si es as¨ª, los negociadores norteamericanos acudir¨¢n a la capital danesa con una mano atada a su espalda, ya que el margen de maniobra para comprometer a su pa¨ªs en objetivos cuantitativos de mitigaci¨®n ser¨¢ muy limitado.
La posici¨®n de China ante las negociaciones internacionales se ha regido por el principio de "responsabilidades comunes pero diferenciadas". Sus emisiones per c¨¢pita son todav¨ªa peque?as comparadas con las de EE UU o Europa, lo que unido a la responsabilidad de los pa¨ªses ricos en las emisiones hist¨®ricas justifica su rechazo a asumir compromisos de mitigaci¨®n. China insiste en que son los pa¨ªses desarrollados quienes han de ayudar financiera y tecnol¨®gicamente a los emergentes y en desarrollo para mitigar sus emisiones y adaptarse al cambio clim¨¢tico. A pesar de esa posici¨®n, China ha dado pasos muy importantes en a?os recientes en su acci¨®n dom¨¦stica en relaci¨®n a la eficiencia energ¨¦tica y la introducci¨®n de renovables. Lo recordaba el presidente Hu Jintao en su alocuci¨®n en la sede de Naciones Unidas el pasado mes de septiembre.
La Uni¨®n Europea, por su parte, ha hecho del cambio clim¨¢tico un eje central de su presencia en el mundo. La UE acude a la cumbre danesa con los deberes hechos, lo que refuerza su autoridad en las negociaciones. Al finalizar el a?o 2008, las emisiones de gases de efecto invernadero (UE-15) fueron 6,2% menores que las de 1990 y no hay duda de que la Uni¨®n alcanzar¨¢ el objetivo fijado en Kioto de reducirlas en un 8%. Asimismo, la Uni¨®n ha aprobado objetivos ambiciosos sobre energ¨ªa y cambio clim¨¢tico para 2020. La Uni¨®n Europea tiene ante s¨ª el reto de conseguir que los dos mayores emisores, China y Estados Unidos, se comprometan formalmente en una acci¨®n multilateral.
Ante la cumbre de Copenhague, lo decisivo es generar momento pol¨ªtico de manera que los pa¨ªses desarrollados pasen decididamente a la acci¨®n. Lo ideal es que su objetivo de mitigaci¨®n se acerque a la propuesta de la comunidad cient¨ªfica de reducir entre un 25% y un 40% las emisiones en 2020 respecto a las del a?o de referencia, 1990. Pero como ha recordado el presidente Obama en las Naciones Unidas "que lo perfecto no sea enemigo de lo bueno". Desde la perspectiva europea se tratar¨ªa de generar un acuerdo multilateral en el que Estados Unidos formalice su compromiso con la comunidad internacional de una manera que pueda ser posteriormente respaldada por el Congreso y el Senado de ese pa¨ªs. Una vez que las tres grandes econom¨ªas desarrolladas -Estados Unidos, la Uni¨®n Europea y Jap¨®n- hayan puesto su maquinaria a funcionar en la direcci¨®n adecuada, ser¨¢ el momento de comprometer al resto de actores clave como China, Brasil, Indonesia, India y Rusia en la mitigaci¨®n de sus emisiones.
La UE ha acertado al vincular su objetivo m¨¢s ambicioso de reducci¨®n, 30%, al hecho de que otros grandes emisores -especialmente Estados Unidos- est¨¦n dispuestos a hacer contribuciones equivalentes. Dadas las circunstancias, la Uni¨®n Europea habr¨ªa de estar dispuesta a aprobar unilateralmente en Copenhague una reducci¨®n de sus emisiones del 30%, por una cuesti¨®n de liderazgo mundial. Refuerza esa posici¨®n el hecho de que el nuevo Gobierno de Jap¨®n haya anunciado el compromiso de reducir sus emisiones un 25% para el a?o 2020.
La Curva de Keeling estar¨¢ presente en las mentes y corazones de los negociadores de Copenhague. Tambi¨¦n estar¨¢ en las de millones de seres humanos de futuras generaciones a quienes no deber¨ªamos dejar un planeta incendiado. Esperemos que el nombre de Copenhague quede asociado a esa voluntad com¨²n.
Antxon Olabe es economista ambiental, analista y socio de Naider.
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