Gilles Carle, director de cine y creador canadiense
Fue tambi¨¦n pintor, fot¨®grafo, dramaturgo e ilustrador
Ser seleccionado por el Festival de Cannes en tres ocasiones a lo largo de una d¨¦cada para participar en su secci¨®n oficial a concurso no est¨¢ al alcance de muchos directores. Gilles Carle, autor canadiense fallecido el pasado 28 de noviembre en la ciudad de Granby, a los 80 a?os de edad, lo consigui¨® gracias a La verdadera naturaleza de Bernadette (1972), La mort d'un b?cheron (1973) y Fantastica (1980), tres obras comandadas por los conflictos familiares, el desarraigo y el retrato del microcosmos de un peque?o pueblo como met¨¢fora de una sociedad autodestructiva y perversa, lo que convirti¨® en constante dram¨¢tica a lo largo de su carrera. En su punto cumbre, en 1989, Carle obtuvo la Palma de Oro al mejor cortometraje del certamen franc¨¦s por 50 ans, una pieza de apenas tres minutos que conmemoraba el 50? aniversario de la National Film Board de Canad¨¢, la agencia p¨²blica que produce y distribuye pel¨ªculas del pa¨ªs.
Dise?ador gr¨¢fico, pintor, ilustrador, fot¨®grafo, escritor (lleg¨® a publicar dos novelas), dramaturgo (tambi¨¦n un pu?ado de obras de teatro), editor, y cr¨ªtico de literatura y de cine en diversas publicaciones, Carle, nacido en Maniwaki, en la zona de Quebec, fue un gran hombre de la cultura canadiense. En 1961, con 32 a?os, debut¨® en el cine con el cortometraje Manger, y cuatro a?os despu¨¦s dio el salto al largo con La vie heureuse de L¨¦opold Z. Ya en 1970, con El rojo, que no fue estrenada en Espa?a pero que s¨ª lleg¨® a editarse en v¨ªdeo, sac¨® a relucir ese estilo impactante que por entonces comenzaba a dominar el cine americano: puesta en escena nerviosa, sofisticaci¨®n, originales recursos de montaje e inteligente utilizaci¨®n de la m¨²sica rock de la ¨¦poca. Ambientada en Estados Unidos, El rojo estaba centrada en uno de sus temas m¨¢s repetidos: la b¨²squeda de unas ra¨ªces y el enfrentamiento de los hijos con un hecho traum¨¢tico vivido por sus padres, que no les permite avanzar vitalmente. La verdadera naturaleza de Bernadette, considerada como su obra maestra, arranca con la llegada a un peque?o pueblo de una mujer burguesa y su peque?o hijo. Desde el principio, los lugare?os optan por despreciarlos y tomarlos como simples elementos extra?os, y la falsa caridad cristiana, a la manera de la Viridiana de Luis Bu?uel, domina el panorama. Hasta que, en la secuencia final, y adelant¨¢ndose 30 a?os al desenlace de Dogville, de Lars von Trier, la hipocres¨ªa del pueblo arde en la hoguera de la venganza.
Tras su ¨¦poca de gloria, el cine de Carle, sin embargo, se fue haciendo cada vez m¨¢s convencional. Revisadas sus principales pel¨ªculas con motivo de su muerte, sus trabajos de finales de los ochenta y de los noventa, hasta que la enfermedad de Parkinson que finalmente le llev¨® a la muerte le hizo abandonar el cine, carecen de todo inter¨¦s hist¨®rico. Extravagancias de rancios tintes er¨®ticos como La empleada de correos (1992) y westerns de tercera como El reverso de la ley (1994) o La sangre del cazador (1995), que a Espa?a s¨®lo llegaron como saldos de videoclub, dominaron la parte final de su carrera.
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