Galaxia Juan Ram¨®n

Ensayo. La naturaleza puramente excepcional de este libro empieza por su misma inconsistencia como libro, porque no existi¨® nunca como tal y es improbabil¨ªsimo que Juan Ram¨®n Jim¨¦nez se hubiese decidido a publicarlo como lo conocemos hoy. Pero mejor as¨ª, porque tal como est¨¢ ahora editado, en este admirable trabajo de Soledad Gonz¨¢lez R¨®denas, la lectura va de maravilla en maravilla y hasta la mera consulta caprichosa es leg¨ªtima y razonable, aunque ser¨¢ completamente insuficiente. La primera vez que pudo saberse algo fiable del libro fue en 1985 cuando ?ngel Crespo hubo de preparar una edici¨®n selectiva y cautelosa para Seix Barral de los materiales conservados de JRJ en varios sobres con el r¨®tulo Guerra en Espa?a. JRJ hab¨ªa salido al exilio en septiembre de 1936 y hab¨ªa ido reuniendo materiales relacionados con la guerra y el exilio, sin saber lo que durar¨ªa el suyo, sin saber lo que durar¨ªa la guerra, sin saber lo que ir¨ªa sucediendo con su vida y con la de los dem¨¢s. Por eso es un rar¨ªsimo ejemplo de memorias en marcha o de diario de memorias, o de memorias de diario que en realidad se convierte en un formidable archivo hist¨®rico y literario de la vida de un extraordinario personaje. El reparto de secciones que ha decidido la editora corrige en parte la de Crespo pero sobre todo aumenta muy considerablemente el volumen de lo publicado, y hace todav¨ªa m¨¢s conspicua, rotunda y poderosa la entereza moral de JRJ, tambi¨¦n sus man¨ªas, pero por encima de todo su lucidez y su altura de escritor. Tenemos la fortuna de que decidiese meter en esos sobres tambi¨¦n la obra l¨ªrica del exilio, L¨ªrica de una Atl¨¢ntida, los diarios po¨¦ticos de viaje, y desde luego ese poema mayor en prosa que es Espacio. Pero aqu¨ª los poemas son casi el pr¨®logo l¨ªrico al acopio de ingentes materiales de detalle, ilustraciones, fotograf¨ªas comentadas, recortes de prensa y retales que hacen algo m¨¢s que vivida la vida de este libro en el taller de JRJ.

Sus relaciones con Espa?a son regulares desde el mismo final de la guerra, como lo son con otros exiliados y poetas en el exilio, aunque con muchos de ellos sigue a la gre?a, en particular con Bergam¨ªn, y con otros el trato sea m¨¢s fluido o grato, como Rafael Alberti. Pero las cosas se cuentan en este libro sin contarlas porque las cuentan los materiales en bruto, a veces fragmentariamente: se yuxtaponen, con notas al pie oportun¨ªsimas, los documentos que construyen la biograf¨ªa cotidiana de un poeta que est¨¢ en La Habana, luego en Puerto Rico, que viaja a menudo y es conferenciante invitado, o profesor activo y reivindicativo de sus propias nociones (como el modernismo y los espinazos curvos de algunos ilustres como Mara?¨®n y Azor¨ªn). Las notas de sus conferencias o las conferencias completas, los borradores de las cartas no enviadas y las enviadas, las cartas recibidas y las entrevistas concedidas o las encuestas contestadas, las noticias sobre ¨¦l y sobre la guerra, los art¨ªculos sobre su obra o sobre su vida, sobre otros o sobre poes¨ªa pueblan un libro de v¨¦rtigo que tritura la tentaci¨®n de simplificar no s¨®lo la biograf¨ªa moral de JRJ sino la misma biograf¨ªa colectiva del exilio.

No hay m¨¢s remedio que mencionarlo, pero no deber¨ªa agotar la chismograf¨ªa culta y curiosa que aporta este libro, y es que ahora est¨¢ mejor reconstruido el saqueo que vivi¨® su casa de la calle de Padilla en Madrid a manos de F¨¦lix Ros, Carlos Sent¨ªs y Carlos Mart¨ªnez Barbeito (aunque Sent¨ªs siga negando su participaci¨®n hasta hoy). Y sabemos mejor la funci¨®n constante de vigilancia y cuidado que le prest¨® Juan Guerrero Ruiz (el fundador de la editorial Hisp¨¢nica y la colecci¨®n Adonais) y la peripecia posterior de lo saqueado, protegido en 1939 por Luis Felipe Vivanco en sus funciones de empleado en Prensa y Propaganda, pero nunca completamente recuperado pese a las cartas que el propio JRJ escribe a los implicados en el caso. Y pese al exilio JRJ sigue muy al tanto de lo que pasa en poes¨ªa y literatura en Espa?a, porque recibe libros y revistas y hasta se siente seguro de emitir diagn¨®sticos firmes hacia 1948, cuando cree que la poes¨ªa ha hecho mejor ruta dentro de Espa?a que en el destierro porque "los que no salieron de Espa?a han seguido absorbiendo, por su planta, plantados en el suelo patrio, la savia eterna espa?ola", y destaca a Panero o Vivanco y suma a otros m¨¢s j¨®venes como Carlos Bouso?o, Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde o Jos¨¦ Hierro, por encima de la obra de posguerra que han hecho Aleixandre, Gerardo Diego o Manuel Machado, al tiempo que un momento antes se han podido leer sus reflexiones sobre la aristocracia, de la que excluye terminantemente a Rilke (tan le¨ªdo en la posguerra espa?ola), pero incluye a Francisco Giner de los R¨ªos, "el hombre m¨¢s completo que he conocido en Espa?a", a Gandhi, a Tolst¨®i y se remite a Joan Maragall y su Cant espiritual: "No hay forma m¨¢s exquisita de aristocracia que la de la intemperie. Cuando el hombre puede vivir tranquilamente fuera y sin miedo ya a nada ni a nadie de la tierra o el espacio".