Los otros episodios nacionales

?Qu¨¦ se puede escribir despu¨¦s de escribir una novela de mil p¨¢ginas? Almudena Grandes (Madrid, 1960) se enfrent¨® a esa pregunta cuando en junio de 2006 puso el punto final a El coraz¨®n helado. La propia escritora aventura respuestas: "?Otra de mil p¨¢ginas? Un poco cansino, ?no? Te conviertes en el pesado de las novelas de mil p¨¢ginas. ?Una de doscientas, de chicas o negra?". La respuesta fue esta: una pel¨ªcula. Grandes se lanz¨® a escribir un gui¨®n a partir de la imagen de una mujer montada a caballo y cargada de rosquillas que se un¨ªa a los 4.000 guerrilleros antifranquistas que en octubre de 1944 atravesaron los Pirineos para invadir el valle de Ar¨¢n, en Lleida.

"Pens¨¦: esto es un western", recuerda la escritora. Trabaj¨® el gui¨®n junto a su amiga la cineasta Azucena Rodr¨ªguez, pero ning¨²n productor se anim¨® con un filme que iba a durar casi tres horas y a necesitar miles de extras. Grandes baraj¨® una obra teatral. Tampoco. "Finalmente pens¨¦ que lo que yo s¨¦ hacer es escribir novelas", dice. Y se dio cuenta de que no solo ten¨ªa aquella invasi¨®n silenciada durante d¨¦cadas, ten¨ªa tambi¨¦n otras muchas historias de resistencia y clandestinidad, maquis, topos y desterrados. La cosa daba para las seis novelas de un ciclo, Episodios de una guerra interminable. El t¨ªtulo general era un homenaje al precursor de aquella mezcla de historia y ficci¨®n, los Episodios Nacionales de Benito P¨¦rez Gald¨®s, un autor por el que Almudena Grandes siente devoci¨®n: "Es el otro gran novelista de la literatura espa?ola de todos los tiempos". El ¨²nico que puede medirse con Cervantes.

El proyecto arranca en 1939 y acaba en 1964, con el inicio del aperturismo

Como Gald¨®s, quiso contar el cruce entre la historia inmortal y los cuerpos mortales, "construir una historia de ficci¨®n que encaja en el molde de un hecho real en el tiempo y en el espacio, un relato en el que los personajes reales de la Historia con may¨²sculas interact¨²an con los de la historia con min¨²sculas".

Empez¨® por un hecho poco trabajado por la historiograf¨ªa -"como todos los espa?oles, yo cre¨ªa que sab¨ªa mucho sobre la guerra"- que se le hab¨ªa ido apareciendo intermitentemente mientras se documentaba para El coraz¨®n helado. El resultado es In¨¦s y la alegr¨ªa, la primera del ciclo, que llegar¨¢ a las librer¨ªas el 3 de septiembre, una novela de m¨¢s de 700 p¨¢ginas que narra la historia de amor de una muchacha de familia conservadora que se une al ej¨¦rcito organizado por el Partido Comunista para liberar Espa?a despu¨¦s de la victoria de los aliados sobre los alemanes. La vida imaginaria de los personajes inventados por Almudena Grandes se cruza con la vida real de Jes¨²s Monz¨®n, el motor de aquella aventura, y con la de los dirigentes comunistas en el exilio que, como Dolores Ibarruri, hab¨ªan dejado Francia por Mosc¨² siguiendo las ¨®rdenes de Stalin. Aquella invasi¨®n fue "el hecho de armas m¨¢s importante de la resistencia antifranquista durante la dictadura y, tal vez, la crisis m¨¢s grave por la que pasa Franco desde que llega al poder".

Lo parad¨®jico es que ni un bando ni el otro escribieron una versi¨®n oficial de los hechos. ?Por qu¨¦? "A Franco lo que menos le gustaba era proyectar una imagen de debilidad. Y para el PCE no era bueno porque la direcci¨®n estaba fuera de Francia y era dif¨ªcil de aceptar que en su ausencia alguien hab¨ªa montado una organizaci¨®n tan admirable como para invadir Espa?a. Adem¨¢s, muchos militantes no les perdonaban que se hubieran largado de Francia. Los que se fueron no pod¨ªan hacer otra cosa, pero para los militantes que se quedaron aquello fue un s¨¢lvese quien pueda. Aqu¨ª vinieron 4.000 desgraciados m¨¢s solos que la una. Desamparados por la direcci¨®n de su partido y por la Uni¨®n Sovi¨¦tica. De los aliados ni hablamos: las decisiones que tomaron a corto plazo en octubre de 1944 apuntalaron a Franco en el poder a largo plazo".

Para Almudena Grandes "en la historia del PCE hay suficiente gloria como para no ocultar sus miserias". Ella, de todos modos, no ha tratado de juzgar sino de comprender. "Yo no me considero ninguna autoridad en este tema. Me he tomado la libertad de dar mi primera versi¨®n porque no hay una versi¨®n oficial. Si al menos los protagonistas hubieran completado ese relato yo no lo hubiera intentado". Todo el mundo pasaba sobre aquel hecho como por sobre ascuas. ?As¨ª que no es una frase hecha eso de que la literatura llena los huecos que deja la Historia? "Es una frase tan perfecta que parece de mentira ?verdad?"