Espa?a contra Europa
Pragm¨¢tico, lord Palmerston, dec¨ªa: "Inglaterra no tiene amigos permanentes, ni enemigos permanentes. Inglaterra tiene intereses permanentes".
Espa?a tambi¨¦n tiene intereses permanentes.
?Cu¨¢les? Los intereses europeos. No hay ning¨²n inter¨¦s nacional -de la naci¨®n de naciones que sigue siendo este pa¨ªs, aunque moleste- que no pase por Europa, que no est¨¦ atravesado de inter¨¦s europeo. Ninguno, ni pol¨ªtico, ni estrat¨¦gico, ni moral. La ¨²nica operaci¨®n trascendental y duradera realizada por Espa?a en los ¨²ltimos tres siglos ha sido su vuelta a la casa y al modelo europeo.
Europa es tambi¨¦n el espacio natural de la econom¨ªa espa?ola. Los otros 26 socios de la UE absorben el 69,3% de nuestras exportaciones y sirven el 58,3% de nuestras importaciones (datos del ICEX para 2009). El ¨¦xito de Espa?a en Latinoam¨¦rica, donde sigue en el podio de la inversi¨®n acumulada, se fragu¨® gracias a su nuevo DNI europeo, y no a ninguna ret¨®rica poscolonial. Y as¨ª suceder¨¢ tambi¨¦n si aprueba el envite asi¨¢tico.
El Gobierno se apresta a repetir el error de Aznar con Bruselas en 1996, el de 'Spain is different'
Pues resulta que la UE, el foro donde tambi¨¦n se dise?an las grandes leyes nacionales, sobre todo econ¨®micas, no merece siquiera una Secretar¨ªa de Estado. Con suerte volver¨¢n los tiempos de estar contra Europa porque Spain is different. Lo ser¨¢. Ser¨¢ el ¨²nico de los 27 que no tendr¨¢ un ministro, o ministro de Estado, o viceministro o secretario de Estado encargado en exclusiva de los asuntos europeos, a tenor del ¨²ltimo proyecto de Exteriores, un remedo de la nefasta reforma aznarita (de 1996, Abel Matutes), tan funesta que su mismo patr¨®n convirti¨® en ef¨ªmera (en 2000, Josep Piqu¨¦).
Pol¨ªticamente es de no creer. Justo cuando acaba la ambivalente pero correcta presidencia rotatoria. Justo cuando la puesta en escena del Tratado de Lisboa ampl¨ªa la cesi¨®n de soberan¨ªas locales a la Uni¨®n: eso requerir¨¢ afinar m¨¢s y mejor en la manera de influir al conjunto. Porque, una de dos. O se tiene poder directo. O se dispone de capacidad de influencia sobre el verdadero poder. Este principio vale tanto para la pol¨ªtica exterior (con el nuevo servicio exterior com¨²n) como para la pol¨ªtica energ¨¦tica com¨²n que postula el Tratado.
Administrativamente se augura una letal chapuza. Es imposible estar en Per¨² y en Bruselas al mismo tiempo. Hasta hoy, los secretarios de Estado para la UE desempe?an una decisiva doble funci¨®n. Hacia adentro, organizan transversalmente con los distintos ministerios los intereses espa?oles en la UE, las propuestas, las respuestas, las iniciativas. Usan para ello la presidencia de las reuniones semanales de la CIAUE (Comisi¨®n Interministerial de Asuntos de la UE). ?Permitir¨¢n los secretarios de Estado de los otros ministerios que los presida un mero secretario general, cuando el supersecretario de Estado de Pol¨ªtica Exterior y de la UE viaje, como le tocar¨¢ cada dos por tres, a Per¨² o a Shanghai?
Hacia afuera, engarzan ese inter¨¦s a trav¨¦s de la Representaci¨®n Permanente en Bruselas, otro organismo clave, por transversal y especializado. Y mediante su presencia directa en el Consejo de Competitividad, en el fundamental de Asuntos Generales (sustituyendo al ministro) y en m¨²ltiples reuniones de todo tipo, imposibles de atender desde Per¨². Ocurre que seg¨²n el art¨ªculo 16 del nuevo Tratado, esas presencias deben ostentar "rango ministerial". Lo tiene un secretario de Estado, pero no un secretario general.
Con suerte Espa?a no ir¨¢ contra Europa. Pero este plan le da muchos n¨²meros para desaparecer del paisaje de la Uni¨®n.
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