A los pies de los caballos
Pat¨¦tico balance. El presidente saliente de la patronal ha dejado a la burgues¨ªa de este pa¨ªs verdaderamente necesaria, al empresariado, a los pies de los caballos.
Por una sola raz¨®n, la inconsistencia. Hablaba de crear empleo; y lo destru¨ªa; clamaba contra el sector p¨²blico, y le ped¨ªa ¨¢rnica; obten¨ªa ayudas del presupuesto, y las despilfarraba; discut¨ªa sobre las alzas salariales, y no pagaba las n¨®minas; ensalzaba la seriedad del emprendedor, y condujo a su empresa a la quiebra.
Es cierto que el retraso y la debilidad de la revoluci¨®n industrial en Espa?a ha redundado en exagerar el espejo deformante de partida sobre la imagen del empresario. Si triunfaba se le tildaba de explotador. Si fracasaba, de estafador.
Los dislates del cesante han provocado un retroceso de a?os en la imagen de la burgues¨ªa
La generaci¨®n de la Transici¨®n, aunque de forma confusa -es decir, compartiendo mantel y despacho con los bur¨®cratas del sindicato vertical- cataliz¨® una creciente profesionalizaci¨®n de la pr¨¢ctica y de las actitudes de los empresarios. Los introdujo al riesgo, al modelo schumpeteriano. Oh, nostalgia: ?hasta el joven D¨ªaz Ferr¨¢n empez¨® as¨ª!
Las voces otrora minoritarias se convirtieron en corriente dominante. El Duran Farell que desde el mando de La Maquinista negociaba en 1967 con las clandestinas Comisiones Obreras dej¨® de ser un bicho raro. El primer presidente de la CEOE, Carlos Ferrer Salat, hab¨ªa pasado unos d¨ªas en las comisar¨ªas franquistas... por europe¨ªsta. Estos y otros trataron de lavar la imagen de excesiva complacencia con la dictadura. Y por un tiempo desapareci¨® de las vi?etas de los diarios la imagen del tipo gordinfl¨®n, con reloj de bolsillo y tocado con sombrero de copa cabalgando a hombros de un sudoroso obrero con la boina encasquetada.
Azar de la vida, los desatinos de los banqueros de inversi¨®n de Wall Street y los dislates del patr¨®n de patronos espa?ol -amparado en el suicida silencio de los corderos de sus pares- han resucitado la deforme imagen del emprendedor como ricach¨®n sin escr¨²pulos. El retroceso es de a?os. El da?o, inmenso.
Hoy es moda romper los jarrones del pasado inmediato, f¨²til adanismo. El anarquismo de derechas de Esperanza Aguirre se lanza en la huelga general al cuello de los sindicatos, bajo el lema de achicar el n¨²mero de sus liberados. Otros replican, m¨¢s en fr¨ªo, que la CEOE financia sus casi 600 millones anuales en un 70% gracias al presupuesto p¨²blico.
Qu¨¦ tiempos estos en que hay que recordar lo evidente: la patronal y los sindicatos son esenciales para la econom¨ªa espa?ola. Los decenios de concertaci¨®n social han producido una paz social envidiable, un cauce para civilizar los conflictos y una moderaci¨®n salarial clave para la pol¨ªtica econ¨®mica. Quien prefiera la dial¨¦ctica del pistolerismo de los a?os veinte, que juegue con fuego. Pero no ser¨¢ un conservador con dos dedos de frente.
Tiempo de reformas. Unos y otros debieran aplicarse un plan estrat¨¦gico de reforma interna, financiaci¨®n incluida. Para el sucesor del patr¨®n autoderrotado, la tarea es doble: deber¨¢ tambi¨¦n convencer a los vi?etistas de que la caricatura con sombrero de copa qued¨® obsoleta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.