El galimat¨ªas del foco de atenci¨®n
Los dem¨®cratas, declaraba el mi¨¦rcoles Evan Bayh en un art¨ªculo de opini¨®n en The New York Times, "se excedieron al centrarse en la atenci¨®n sanitaria en vez de en la creaci¨®n de empleo durante una recesi¨®n grave". Muchos otros han estado diciendo lo mismo: la idea de que el Gobierno de Obama se equivoc¨® al no centrarse en la econom¨ªa se est¨¢ consolidando en la opini¨®n p¨²blica.
Pero no tengo ni idea de qu¨¦ quiere decir la gente, si es que quiere decir algo, cuando dice eso. Centrar toda la atenci¨®n sobre el foco de atenci¨®n es, a mi modo de ver, un acto de cobard¨ªa intelectual, ya que es una manera de criticar la trayectoria del presidente Obama sin explicar qu¨¦ habr¨ªan hecho ellos de forma diferente.
La pol¨ªtica econ¨®mica de Obama ha acabado siendo un desastre pol¨ªtico precisamente porque trat¨® de jugar sobre seguro
Despu¨¦s de todo, ?la gente que dice que Obama se tendr¨ªa que haber centrado en la econom¨ªa est¨¢ diciendo en realidad que deber¨ªa haber aplicado un paquete de est¨ªmulos mayor? ?Est¨¢ diciendo que deber¨ªa haber seguido una l¨ªnea m¨¢s dura con los bancos? Si no es eso, ?qu¨¦ est¨¢n diciendo? ?Que deber¨ªa haberse paseado frunciendo el ce?o y murmurando: "Estoy centrado, estoy centrado"?
El problema de Obama no ha sido la falta de atenci¨®n, sino la falta de osad¨ªa. Al inicio de su mandato opt¨® por un plan econ¨®mico que era demasiado d¨¦bil. Agrav¨® ese pecado original al pretender que todo estaba encarrilado y al adoptar la ret¨®rica de sus enemigos.
Las consecuencias de las crisis financieras importantes casi siempre son terribles: las crisis graves vienen seguidas normalmente de numerosos a?os de desempleo muy elevado. Y cuando Obama ocup¨® su cargo, EE UU acababa de sufrir su peor crisis financiera desde la d¨¦cada de 1930. Lo que el pa¨ªs necesitaba, teniendo en cuenta el gris panorama, era un plan de reactivaci¨®n realmente ambicioso.
?Podr¨ªa Obama haber ofrecido realmente dicho plan? Puede que no hubiera conseguido un gran plan por medio del Congreso, o por lo menos no sin usar unas t¨¢cticas pol¨ªticas extraordinarias. Sin embargo, se podr¨ªa haber decantado por ser atrevido y hacer que el Plan A fuese la aprobaci¨®n de un plan econ¨®mico verdaderamente adecuado y que el Plan B consistiera en culpar a los republicanos de los problemas econ¨®micos si lograban bloquear dicho plan.
Pero eligi¨® un rumbo aparentemente m¨¢s seguro: un paquete de est¨ªmulos de tama?o medio que era claramente insuficiente para el cometido. Y eso no es hablar a toro pasado. A principios de 2009, muchos economistas, entre ellos un servidor, advert¨ªan m¨¢s o menos fren¨¦ticamente de que las propuestas del Gobierno distaban mucho de ser lo suficientemente atrevidas.
Lo peor es que no hab¨ªa Plan B. A finales de 2009 ya era obvio que los agoreros ten¨ªan raz¨®n, que el programa era demasiado peque?o. Obama podr¨ªa haberse dirigido al pa¨ªs y declarar: "Mi predecesor dej¨® la econom¨ªa en un estado incluso peor del que nos imagin¨¢bamos y necesitamos m¨¢s medidas". Pero no lo hizo. En vez de eso, ¨¦l y sus funcionarios siguieron afirmando que su plan original era el correcto, y eso da?¨® su credibilidad todav¨ªa m¨¢s, ya que la econom¨ªa segu¨ªa sin cumplir las expectativas.
Mientras tanto, las pol¨ªticas y la ret¨®rica del Gobierno condescendientes con los bancos -dictadas por el miedo a da?ar la confianza financiera- acabaron por desatar el enfado populista, en beneficio de unos republicanos todav¨ªa m¨¢s condescendientes con los bancos. Obama acrecent¨® sus problemas al ceder de hecho en la discusi¨®n sobre el papel del Gobierno en una econom¨ªa en crisis.
Percib¨ª una sensaci¨®n de desesperaci¨®n en el primer discurso de Obama sobre el Estado de la Uni¨®n, en el que declar¨® que "las familias de todo el pa¨ªs se est¨¢n apretando los cinturones y est¨¢n tomando decisiones duras. El Gobierno federal deber¨ªa hacer lo mismo". Eso no solo era mala ciencia econ¨®mica -en estos momentos, el Gobierno debe gastar porque el sector privado no puede o no quiere hacerlo-, sino que era una repetici¨®n literal de lo que John Boehner, el futuro portavoz del Congreso, dijo cuando atac¨® los est¨ªmulos originales. Si el presidente no dice lo que piensa sobre su propia filosof¨ªa econ¨®mica, ?qui¨¦n lo har¨¢?
Por tanto, en esta historia, ?d¨®nde encaja el foco de atenci¨®n? ?En la falta de coraje? S¨ª. ?En la falta de valent¨ªa en sus propias convicciones? Sin duda. ?En la falta de atenci¨®n? No.
?Y por qu¨¦ el hecho de no abordar la asistencia sanitaria habr¨ªa arrojado un resultado mejor? La gente del foco nunca lo explica.
Por supuesto, del argumento que mantiene que la reforma sanitaria fue un error se extrae lo siguiente: principalmente, que los dem¨®cratas deber¨ªan dejar de comportarse como dem¨®cratas y convertirse en republicanos light. Analicen lo que est¨¢ diciendo la gente como Bayh, y ello se reduce a exigir que Obama se pase los dos a?os pr¨®ximos muerto de verg¨¹enza y admitiendo que los conservadores ten¨ªan raz¨®n.
Existe una alternativa: Obama puede adoptar una postura. Para empezar, sigue teniendo la capacidad de elaborar una ayuda importante para los propietarios de viviendas, un ¨¢mbito en el que su Gobierno ha perdido una oportunidad durante sus dos primeros a?os. M¨¢s all¨¢ de esto, el Plan B sigue disponible. Puede proponer unas medidas reales para crear empleo y ayudar a los desempleados, y poner a los republicanos en un aprieto por interponerse en el camino de la ayuda que necesitan los estadounidenses.
?Podr¨ªa ser pol¨ªticamente arriesgado adoptar esa postura? S¨ª, por supuesto. Pero la pol¨ªtica econ¨®mica de Obama ha acabado siendo un desastre pol¨ªtico precisamente porque trat¨® de jugar sobre seguro. Es hora de que pruebe algo distinto.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa en Princeton y premio Nobel de Econom¨ªa 2008. ? New York Times News Service. Traducci¨®n de News Clips.
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