Edmond Amran el Maleh, el escritor de las tres culturas
Edmond Amran el Maleh, miembro de la comunidad jud¨ªa establecida en el actual Marruecos desde antes de la llegada de los ¨¢rabes en el siglo VII, fue un testigo excepcional de la historia contempor¨¢nea de su pa¨ªs: marroqu¨ª, jud¨ªo, educado en la escuela laica francesa y a horcajadas por tanto entre culturas diversas tom¨® parte en la lucha por la independencia durante el Protectorado y fue uno de los fundadores del Partido Comunista.
Su guerra fue la de un hombre solo: un combate contra el poder colonial de un pa¨ªs cuya lengua se convertir¨ªa m¨¢s tarde en el instrumento destinado a transmitir sus emociones e ideas, combate incomprendido y criticado por la mayor parte de los jud¨ªos, y afiliado a un partido al que se hab¨ªa adherido por razones morales y que abandonar¨ªa m¨¢s tarde por los mismos principios ¨¦ticos que guiaron su vida.
Escritor marginal en raz¨®n de las circunstancias, supo expresar de forma admirable esta experiencia compleja y a fin de cuentas ¨²nica. Tras el exterminio de las comunidades jud¨ªas europeas por la barbarie nazi y la monstruosidad de la Shoa, asisti¨® con dolor y tristeza al desarraigo del m¨¢s del 90% de la poblaci¨®n jud¨ªa marroqu¨ª conducida o, por mejor decir, embridada a la tierra prometida de Palestina. La herida abierta entonces por esta di¨¢spora no pod¨ªa ser exorcizada sino por la escritura.
La mezcla feraz de la rica tradici¨®n espiritual jud¨ªa, del arraigo humano y cultural marroqu¨ª y de la lengua literaria de adopci¨®n marcaron el itinerario singular de su novel¨ªstica de Edmond Amran el Maleh.
Novelista en franc¨¦s -autor de excelentes novelas como Recorrido inm¨®vil, Ail¨¦n o La noche del relato, Mil a?os y un d¨ªa- no escribi¨® como la mayor¨ªa de autores magreb¨ªes para el lector de la antigua metr¨®poli. Su destinatario mental fue el lector marroqu¨ª. Por dicha raz¨®n introdujo en la lengua adoptiva -como otro gran marginal, el argelino Kated Yas¨ªn- un elemento desestabilizador mediante su adaptaci¨®n a la sintaxis y a la prosodia de su judeomarroqu¨ª materno. Con una notable destreza -como se?al¨¦ en mi introducci¨®n a la versi¨®n espa?ola de Recorrido inm¨®vil- instila en la lengua del colonizador esa subversi¨®n a la vez narrativa, sem¨¢ntica e ideol¨®gica que vertebra la totalidad de su obra. M¨¢s a¨²n: no cambia de tema argumental de un libro a otro como suelen hacer los fabricantes de productos editoriales, sino que cambia el planteamiento de la materia novelesca y la renueva en cada obra obligando al lector a volver atr¨¢s y a releerla. Como dec¨ªa Jean Genet, "la dificultad es la cortes¨ªa del autor con el lector". Su actitud estuvo siempre en los ant¨ªpodas de estos pensadores, que, conforme a la acepci¨®n del t¨¦rmino "pensador" en la baja Edad Media, distribuyen pienso al ganado de lectores de anchas tragaderas.
Concluir¨¦ esta triste evocaci¨®n del escritor para hablar del amigo y del hombre. Conoc¨ª a Edmond a fines de los a?os setenta del pasado siglo y desde entonces, con la a?orada Marie C¨¦cile Dufouor, formaron parte del c¨ªrculo de mis mejores amigos. Su fidelidad a la justicia hizo de ¨¦l un defensor valiente de la causa palestina, hecho que le cerr¨® muchas puertas en el mundo intelectual parisiense. Pero esta fidelidad a s¨ª mismo y al valor revulsivo de la literatura le convierten en una figura ejemplar en esta ¨¦poca, la nuestra, de busca compulsiva de ¨¦xito medi¨¢tico y de miseria pol¨ªtica.

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