Horror junto al paso de cebra
Una ni?a de dos a?os muere atropellada por un autob¨²s cerca de un cruce
La vida de ?mily Saca C¨¢ceres, una ni?a de dos a?os, se termin¨® ayer en un accidente atroz en el barrio de Bat¨¢n (distrito de Latina). Un autob¨²s municipal la arroll¨® a las doce del mediod¨ªa, junto a un paso de cebra. Su madre iba con ella. Se llama Lizeth C¨¢ceres, es boliviana y tiene 26 a?os. "?bamos a cruzar, la llevaba a ella cogida; el autob¨²s, de golpe, le pas¨® por encima, primero con la rueda de delante y luego con la de atr¨¢s. Aplast¨® a mi ni?a", dij¨® ayer por la tarde a este peri¨®dico. La madre quiere denunciar al conductor: "Es culpable; ha matado a mi hija", dijo seis horas m¨¢s tarde del atropello, todav¨ªa estupefacta, nerviosa.
Su versi¨®n choca con testimonios recogidos por la agencia Efe; unos indican que la peque?a "sali¨® a la calzada despu¨¦s de soltarse de la mano de su madre", otro, que el autob¨²s hab¨ªa superado el paso de peatones y que la ni?a entr¨® en la v¨ªa pasando "entre dos veh¨ªculos, una furgoneta y un turismo aparcados en l¨ªnea". Emergencias Madrid se limit¨® a confirmar que el atropello se produjo "en las inmediaciones del paso de cebra", y que el cuerpo qued¨® tendido "dos o tres metros" m¨¢s all¨¢.
El padre no logr¨® entender las palabras en 'shock' de su esposa
La Polic¨ªa Municipal investiga el caso. La dram¨¢tica muerte de ?mily Saca, de dos a?os, deja por el momento una inc¨®gnita, si fue o no arrollada en el paso de peatones. Una unidad de investigaci¨®n de la Polic¨ªa Municpal empez¨® a trabajar ayer en el caso en el lugar del accidente. Despu¨¦s de que psic¨®logos del Samur atendiesen a la madre y al conductor, los agentes les tomaron declaraci¨®n. Tambi¨¦n escucharon la versi¨®n de otros testigos.
El atropello ocurri¨® en una cuesta de la calle de Villaman¨ªn, a pocos metros de una glorieta pegada a la estaci¨®n de metro de Bat¨¢n y que linda con la zona sur de la Casa de Campo.
A cinco minutos a pie del lugar del accidente est¨¢ el domicilio que Lizeth C¨¢ceres y su hija compart¨ªan con un matrimonio boliviano y dos mujeres paraguayas. All¨ª atendi¨® a este peri¨®dico la madre de la ni?a, a las seis de la tarde. Sus ojos negros, grandes, ten¨ªan una expresi¨®n congelada. Estaba at¨®nita. Hablaba poco. Lloraba poco. Hasta que se le mencionaban las versiones de testigos que se iban conociendo sobre lo que le sucedi¨® a su hija ?mily pocas horas antes. Una cosa la enfureci¨® -con una rabia contenida, pero dura-, los testimonios de que su ni?a no estaba cogida de la mano y entr¨® por su pie a la v¨ªa, antes de que un autob¨²s le pasase por encima y la dejase muerta al lado de un paso de cebra. "Yo no solt¨¦ a mi hija", respondi¨® con la mirada irritada.
Lizeth afirm¨® que llevaba a su ni?a de dos a?os de la mano, mientras conduc¨ªa el carro de la compra con la otra, camino de una parada de autob¨²s, desde donde iban a ir a un supermercado. Liseth iba a comprarle "el regalo de Navidad" a la ni?a. Seg¨²n su versi¨®n, estaban a punto de cruzar el paso de peatones cuando vio venir al autob¨²s y en un instante lo sinti¨® encima. Dice la madre que pens¨® que parar¨ªa, pero que pas¨® "de golpe" y enganch¨® a su hija. "Yo me esquiv¨¦, pero no pude agarrarla".
A las dos de la tarde, uno de sus compa?eros de piso, Johnny Arce, boliviano de 29 a?os, hab¨ªa dado la misma descripci¨®n de los hechos, pues se la hab¨ªa escuchado a Lizeth dentro de la furgoneta del Samur, donde la acompa?aba. Tambi¨¦n cont¨® un detalle que dio Lizeth por la tarde, que el conductor del autob¨²s -seg¨²n las palabras de la madre de ?mily, su ¨²nica hija (nacida en Toledo)- sali¨® del veh¨ªculo "fumando un pitillo", que "tir¨® nervioso" mientras preguntaba qu¨¦ hab¨ªa pasado. "El chofer seguramente no sab¨ªa lo que hizo", interpret¨® Arce.
Su testimonio pas¨® por la cruda descripci¨®n del sonido del atropello (que le aport¨® una mujer que estaba all¨ª, seg¨²n dijo); un hecho que tambi¨¦n refiri¨® un vecino que segu¨ªa en el sitio tres horas despu¨¦s de la tragedia. "O¨ª un golpe y me gir¨¦", cont¨® el hombre, que no quiso identificarse; "el autob¨²s estaba quieto, muy pegado al bordillo de la acera. La ni?a estaba debajo: me di la vuelta; tuve que ir a casa a tomar una tila".
A las dos y media de la tarde sali¨® de un coche de la polic¨ªa el padre de la chiquilla, Edwin Saca, un obrero boliviano de 29 a?os, que no vive con su mujer y su hija. Atendi¨® a algunos periodistas. Dijo que no sab¨ªa c¨®mo hab¨ªa pasado todo, que no logr¨® entender bien las palabras en shock de su esposa. Y se fue, solo, a coger un autob¨²s.
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