Mira al pajarito
Y se asom¨® por la ventanilla, e intuy¨® tras los cristales tintados una extensi¨®n a la que tild¨® de vasta, pero que bien hubiera trucado la primera letra, y anunci¨®: este descampado servir¨¢. Continu¨®, mirada hacia las nubes: entre pedrusco y polvareda levantar¨¦ un aparcamiento, una estaci¨®n de metro, un centro cultural o -mejor todav¨ªa- que se apellide de creaci¨®n contempor¨¢nea. Este descampado se alfombrar¨¢ de monovol¨²menes o adolescentes de fin de semana o artistas contempor¨¢neos cuya obra discurra en torno a la reinterpretaci¨®n de la performance. Todo esto, claro, lo inaugurar¨¦: para amortizar las tijeras y guardar en casa trocitos de cinta lo construyo. Y la nave aterrizar¨¢ en lo que alberg¨® pedrusco y polvareda, y quien escribe nave pretende que signifique coche oficial, o quiz¨¢ platillo volante hasta los topes de lagartos con uniformes de cuero rojo del que descender¨¢ una mujer con gafas de sol de folcl¨®rica, o un hombre con traje y corbata, o una mujer con traje de chaqueta.
Del Apocalipsis yo espero un Windsor en cada esquina, fuego por todos sitios
Anunciar¨¢n que nos visitan en son de paz. Besar¨¢n a nuestros hijos. Abrazar¨¢n a nuestros mayores y prometer¨¢n que subir¨¢n sus pensiones, aunque no les competa, y que erigir¨¢n en el solar vecino otro centro de d¨ªa, que tambi¨¦n inaugurar¨¢n, y en el que les abrazar¨¢n de nuevo, y besar¨¢n a sus nietos otra vez, y prometer¨¢n un centro de d¨ªa nuevo tras demoler el viejo, y lo inaugurar¨¢n, y repartir¨¢n calor humano, y otra vez a licitar, y as¨ª entretendr¨¢n al barrio hasta el d¨ªa del juicio final. Sonreir¨¢n con el resguardo del parking en las manos, agarrar¨¢n la barra en el vag¨®n hasta la parada siguiente, se fotografiar¨¢n junto a un videoartista de futuro y se interesar¨¢n por los sentimientos expresados en la pieza. Se relamer¨¢n con los ratones que aniden en la obra no terminada: un cable suelto, una sala por pintar. Revisar¨¢n el calendario y se desatar¨¢ el Apocalipsis.
Del Apocalipsis yo espero un Windsor en cada esquina, fuego por todos sitios, vecinos charlando de sus cosas en idiomas fascinantes -la Chari en c¨®rnico, el Ferm¨ªn en guanche- y colas como las del INEM para que a cada uno lo recompensen con aquello que merece. Del juicio final -la oficina del paro, el centro de d¨ªa, el espacio sociocultural con una exposici¨®n de acuarelas- espero madrugar para conseguir n¨²mero, aguardar mi turno, responder a preguntas cuya utilidad cuestiono y desgranar mi curr¨ªculum vitae para que me env¨ªen al cielo o al infierno: a los tres a?os una compa?era me mordi¨® en la cara hasta que sangr¨¦ -a las nubes-, a los diez me pegu¨¦ con uno de mi clase -a la hoguera-. Del Apocalipsis espero inauguraciones en los ¨²ltimos d¨ªas que permite la ley electoral para que no se mezclen, oh ilusos, con la campa?a: que en los m¨ªtines se escuchen las siete trompetas, que no los disfracen con el logo de una instituci¨®n y miren al pajarito para celebrar un edificio nuevo y rogar el voto de quien lo disfruta.
El Apocalipsis, el juicio final, la noche eterna: se inaugura o casi la campa?a y con ella las promesas, el f¨ªjate lo que he hecho, el f¨ªjate lo que no han hecho. Unos aseguran que afrontar¨¢n los puntos de un programa que tiene cuatro a?os; los otros, lo mismo. El metro, por ejemplo: el PSM incluye en su programa la apertura del metro veinticuatro horas los viernes y los s¨¢bados, y un aumento en la edad de validez del abono joven de transportes, hasta los 26 a?os, y anhelo que un tributo a la muerte y resurrecci¨®n del Metrob¨²s en forma de magna exposici¨®n en el palacio de Cibeles. Si cuento las veces en que he o¨ªdo esa intenci¨®n desde que me mud¨¦ a Madrid, los grupos de Facebook en los que me he inscrito para apoyar la iniciativa, me toca agarrar la mano de esos vecinos que conoc¨ªan lenguas muertas, porque me faltan dedos. Ocurrir¨¢ lo de siempre: los otros partidos compartir¨¢n iniciativa, guiados por el pues yo m¨¢s, subir¨¢n la edad, o ampliar¨¢n el horario en d¨ªas laborables, y gane quien gane, al sentarse y revisar cifras, pronunciar¨¢ austeridad y se excusar¨¢ en la falta de presupuesto. As¨ª, hasta dentro de cuatro a?os: besos, abrazos, inauguraciones, leyes que las proh¨ªben, m¨ªtines, milenarismo que va a llegar.
Los Cuatro Jinetes, imagino que motoristas por el desarrollo nulo del carril bici. El cordero laminadito, con salsa de yogur, en pan de kebab. La ca¨ªda de Babilonia: una se?ora que se tropieza con una loseta a¨²n no fijada, y se rompe un hueso, y demanda a los responsables del recinto que se inaugur¨® sin acabar, por la urgencia de los plazos y la fotograf¨ªa y el reflejar en la estad¨ªstica que lo que se promete se cumple. Todo eso, y se?ores y se?oras que lo deciden igual que los lagartos de V, para beberse nuestros vasos de agua y comerse nuestras carnes morenas, es el Apocalipsis: r¨ªos de azufre y bandejitas de canap¨¦s y cerveza mientras se viene mayo.
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