La empanada retro
2011, pues. Pensaban nuestros abuelos que, a estas alturas, nos alimentar¨ªamos de p¨ªldoras de colores, viajar¨ªamos a la Luna en transbordadores y a Nueva York a trav¨¦s de un t¨²nel bajo el Atl¨¢ntico. En vez de eso, hemos elevado la glotoner¨ªa a arte, la tecnolog¨ªa es de bolsillo y nos sirve para conectarnos con nuestros amigos, y no solo seguimos volando a Nueva York en aeronaves, sino que hemos recuperado el tranv¨ªa. Adem¨¢s escuchamos la m¨²sica de nuestros antepasados, vestimos su ropa y cuando compramos un amplificador para el iPhone nos hacemos con uno con aspecto de radio de los a?os cincuenta. "Uno de los motivos arg¨¹idos para explicar nuestra actual obsesi¨®n con el pasado es que este nos hace sentir seguros. No estoy de acuerdo", interviene Elizabeth Guffey, docente de la Purchase University y autora del libro Retro: The culture of revival. "Yo dir¨ªa que el pasado nos ayuda a dar sentido a cosas que van demasiado deprisa. El futurismo que ha dominado gran parte de la cultura popular del siglo XX ha muerto. Si pensamos en c¨®mo ser¨¢ el mundo de aqu¨ª a cien a?os, la mayor¨ªa de nosotros nos quedamos en blanco. Pero si se lo preguntabas a nuestros abuelos, te hablaban sin dudar de coches voladores, vacaciones en la Luna...".
"El 'retrochic' es un intento populista de arrancar la historia a los historiadores"
Queremos la utilidad de lo nuevo con el aspecto de lo viejo. "Lo nuevo es la herramienta, no necesariamente el contenido, que es el sumatorio de lo actual y lo antiguo. A veces he definido la Red como 'arqueolog¨ªa contempor¨¢nea", apunta el escritor Agust¨ªn Fern¨¢ndez Mallo, quien recientemente ha publicado El hacedor (de Borges). Remake, obra literaria original a partir del libro del escritor argentino. Y es que, como explica Simon Reynolds, que acaba de lanzar Retromania -la traducci¨®n al espa?ol saldr¨¢ a principios de 2012-, un libro que explora la actual obsesi¨®n por la historia y la memoria de nuestra cultura pop actual, "gracias a Internet, el pasado est¨¢ disponible. En t¨¦rminos de m¨²sica pop, es f¨¢cil escuchar todo lo que se ha grabado, lo que hace complicado centrarse o ahondar en estilos musicales concretos. As¨ª, es complicado formarse una identidad, algo de lo que carecen las bandas formadas durante los ¨²ltimos 10 a?os. No es posible dar una respuesta imaginativa a tantos est¨ªmulos". Saturados de tanta informaci¨®n e incapaces de decidir qu¨¦ versi¨®n del pasado (ajeno) se quiere ser, se desarrollan valores como la atemporalidad o el eclecticismo, adem¨¢s, claro, de iniciar una carrera enfermiza por ver qui¨¦n es capaz de mezclar m¨¢s piezas de diferentes d¨¦cadas en un mismo estilismo o m¨¢s representaciones musicales en una canci¨®n. "Se ha creado una especie de competici¨®n por ver qui¨¦n recupera cosas antiguas que nadie conoce. Como hay tanta gente que invierte emocional y profesionalmente en esta b¨²squeda, se ha desarrollado una clara tendencia a celebrar lo mediocre", apunta Reynolds al respecto de esa teor¨ªa del juicio a la historia. Se trataba de otorgar una segunda oportunidad al pasado que pas¨® desapercibido. Pero al final es una forma de definir el presente mediante descartes de ¨¦pocas anteriores. "Como dijo Raphael Samuel, el retrochic es, de hecho, un intento populista por arrancarle la historia de las manos a los historiadores profesionales", comenta Elizabeth Guffey.
Si consideramos que las m¨¢s populares aportaciones en dise?o, moda o la m¨²sica de esta d¨¦cada han sido revisiones m¨¢s o menos logradas de mitos pret¨¦ritos, ?c¨®mo sentamos las bases para que el futuro nos haga un revival? Reynolds aplica una analog¨ªa contable. El retro es puro cortoplacismo. "Como la gente que manipula las cuentas, utilizamos aspectos del pasado para maquillar que los r¨¦ditos del presente son insuficientes. As¨ª, no somos conscientes de sus deficiencias, pues las rellenamos con elementos antiguos".
La tecnolog¨ªa se ha apoderado del discurso pop. Hablamos de c¨®mo escuchamos m¨²sica m¨¢s que de la m¨²sica que escuchamos. Lo tecnolog¨ªa se ha hecho con los tiempos de la moda y de la l¨®gica de progreso que, en t¨¦rminos culturales, ejemplific¨® la m¨²sica pop. Al menos hasta 1968, cuando hasta los Beatles decidieron parar y mirar atr¨¢s. Lennon empez¨® a pensar que la banda jam¨¢s hab¨ªa sido mejor que cuando interpretaba versiones de cl¨¢sicos en Hamburgo. As¨ª, si hoy la tecnolog¨ªa es pop, tal vez se encuentre en ella el retro de ma?ana. "Al hablar hoy de m¨²sica o de dise?o no puedes obviar la tecnolog¨ªa. Su entrada en este universo es tan fuerte que hasta empieza a producir sus propios revivals, como el del primer iPhone. La carcasa met¨¢lica se antoja mucho m¨¢s atractiva que las posteriores versiones, hasta el punto de que Apple ha vuelto a recuperarla. Vamos a encontrar formas de evitar el software obsoleto para poder utilizar hardware retro", apunta Alessandro Manetti, director de IED Barcelona. As¨ª pues, vamos a vivir revivals tecnol¨®gicos reales, no revisiones de retrofuturistas o arrebatos de nostalgia del futuro, que es lo que hoy sufrimos cada vez que escuchamos Kraftwerk o vemos viejos dise?os de Paco Rabanne. Para Fern¨¢ndez Mallo, seguiremos mirando atr¨¢s "no porque sea mejor, sino por lo mismo que nos obsesiona la idea de que los bombeos del coraz¨®n se repitan o el movimiento de los pulmones no se detenga: somos seres que buscan curvas cerradas, hechos que se repitan (eso hacen las ciencias, por ejemplo); lo que no se repite no es entendible. Eso, a veces, deriva en una mani¨¢tica recreaci¨®n, como el caso de la nostalgia enfermiza".



La teor¨ªa del eterno retorno
He aqu¨ª una bater¨ªa de ejemplos de la avalancha de vueltas que nos invade. Como dec¨ªamos ayer...
La d¨¦cada de los revivals .
"Siempre han existido artistas estil¨ªsticamente anacr¨®nicos o redundantes. La diferencia es que antes eran marginales", opina Reynolds. As¨ª, esta d¨¦cada hemos visto triunfar el revival del rock and roll (White Stripes), el del pospunk (Franz Ferdinand, The Rapture), del folk (Fleet Foxes)...
Los que no se van.
En Retroman¨ªa, Simon Reynolds habla del eterno retorno de los cincuenta, una ¨¦poca sincera y aut¨¦ntica que siempre est¨¢ ah¨ª cuando queremos abogar por lugares comunes como "el retorno a las ra¨ªces", con el cual demostramos nuestra disconformidad con un presente excesivamente pl¨¢stico. Revival lateral, aunque constante, el de los cincuenta reflota con el look Betty Page y apuestas como Kitty, Daisy & Lewis.
?Pero si no se hab¨ªan ido!
Eso de que te das cuenta de que eres mayor cuando tu futbolista preferido es m¨¢s joven que t¨² es superado por la aceptaci¨®n de que se tiene una edad cuando en tu armario y en tu colecci¨®n de discos se encuentran las obras originales que inspiran un revival actual. Qu¨¦ susto, pues, al ver volver el rave (Klaxons, colores fl¨²or, smileys...), el electro, las camisas de le?ador...
?Qui¨¦n echaba de menos esto?
Existe la teor¨ªa peregrina de que cada a?o es mejor que los anteriores, porque tienes a tu alcance lo nuevo y todo lo acumulado. Solo desde esta concepci¨®n de lo anterior como para¨ªso m¨ªtico se entiende la reivindicaci¨®n del soft rock (Midlake), el rock progresivo (Battles), los jeans nevados o las comedias adolescentes.
Jurar¨ªa que esto volvi¨® ayer.
En 1982, Phil Collins editaba una versi¨®n de You can't hurry love, un tema de 1966 popularizado por The Supremes. La portada imitaba los singles del sello Motown -y de toda una ¨¦poca-. Casi 30 a?os despu¨¦s, Collins editaba Going back, un ¨¢lbum de versiones de cl¨¢sicos soul con el que intentaba subirse al carro del en¨¦simo revival del g¨¦nero, auspiciado por una tal Amy Winehouse.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.