Los barbudos tambi¨¦n acuden a consulta sexual
Poligamia, obsesi¨®n por la virginidad, homosexualidad reprimida... La doctora Amal Chabach, ¨²nica sex¨®loga marroqu¨ª, describe la oscilante evoluci¨®n de la sexualidad en Marruecos
El hombre barbudo vest¨ªa una gandoura (larga t¨²nica sin mangas) y la mujer llevaba burka, pero fue ella la que tom¨® la palabra en la consulta del m¨¦dico para quejarse. Su esposo, explic¨®, no la satisfac¨ªa sexualmente porque era "demasiado r¨¢pido" haciendo el amor y, si quer¨ªa ser un buen musulm¨¢n, deb¨ªa colmarla. El marido asent¨ªa.
A lo largo de sus 11 a?os de ejercicio de la sexolog¨ªa, la doctora Amal Chabach, de 43 a?os, ha visto desfilar casos singulares por su consulta de Casablanca, pero conserva un recuerdo agudo de este matrimonio islamista que recibi¨® hace seis meses.
Cuando Chabach decidi¨®, en 1997, estudiar sexolog¨ªa en la Universidad de Bobigny (Par¨ªs), tras acabar la carrera de medicina, su principal motivaci¨®n era "ayudar a las mujeres a mejorar su sexualidad, a consultar sin avergonzarse a otra mujer, pero especialista en esa materia". "Hab¨ªa constatado que exist¨ªa esa necesidad mientras hice pr¨¢cticas en un hospital de Casablanca", rememora la doctora.
"Muchas j¨®venes piden un certificado de virginidad que mostrar al marido si no sangran en la noche de bodas"
Cuando, tres a?os despu¨¦s, Chabach se convirti¨® en la primera sex¨®loga de Marruecos -a¨²n sigue siendo la ¨²nica-, sus primeros y escasos pacientes fueron hombres "con problemas urgentes como la disfunci¨®n er¨¦ctil". "No me daba ni para pagar el alquiler de la consulta", recuerda.
A lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada, la doctora Chabach se ha convertido, sin embargo, en un personaje conocido no solo porque hay cola para acudir a su gabinete en Casablanca, sino porque anima en la emisora tangerina Medi 1 un exitoso programa semanal de consultas por tel¨¦fono. Ahora prepara un programa de televisi¨®n.
Acaba adem¨¢s de publicar en mayo, en Par¨ªs, La pareja ¨¢rabe en el siglo XXI. Manual de instrucciones (editorial Quintessence), que ampl¨ªa, con aportaciones de otros sex¨®logos ¨¢rabes, su primer libro editado el a?o pasado en Casablanca. Es una incipiente Elena Ochoa a la marroqu¨ª, aquella doctora que en la Espa?a de los noventa hizo mucha pedagog¨ªa sexual en los medios de comunicaci¨®n.
"Marruecos est¨¢ en transici¨®n en lo pol¨ªtico y tambi¨¦n en lo concerniente a la vida conyugal", declara Chabach resumiendo su experiencia. "He visto estos a?os c¨®mo se ampliaba la visi¨®n sexual de los marroqu¨ªes, pero subsiste el lastre de la educaci¨®n, tradiciones y tab¨²es, que se tardar¨¢ d¨¦cadas en superar", asegura sonriente en la terraza de una cafeter¨ªa.
A los hombres aquejados de disfunci¨®n er¨¦ctil y de eyaculaci¨®n precoz se a?adieron pronto, como pacientes, mujeres que padec¨ªan anorgasmia y vaginismo (contracci¨®n involuntaria de los m¨²sculos de la vagina que impide la penetraci¨®n).
"El vaginismo es una fobia relativamente frecuente en Marruecos, achacable, entre otras cosas, a la matraca que padecen las ni?as a la que se les repite que no pierdan su virginidad, que permanezcan cerradas y, de paso, se les anticipa que la noche de bodas es espantosa", sostiene Chabach.
"Desde hace cuatro o cinco a?os, estas urgencias motivan, sobre todo, a acudir a la consulta a pacientes rurales, mientras que aquellos que vienen de las grandes ciudades, muchas veces en pareja, buscan cada vez m¨¢s mejorar su rendimiento sexual para darse mutua satisfacci¨®n", a?ade satisfecha por esta transformaci¨®n. "En el marco del matrimonio, el islam es de lo m¨¢s permisivo", sostiene Chabach. "Solo est¨¢ vetada la sodom¨ªa".
Ambos sexos han evolucionado. "La mujer estudia, trabaja y exige compartir el placer", recalca. "El hombre toma conciencia de que si satisface a su mujer, si el placer es mutuo, la relaci¨®n de pareja ser¨¢ mucho m¨¢s s¨®lida". "De ah¨ª que me haya encontrado con alg¨²n que otro joven que no quer¨ªa casarse mientras no resolviese su problema de eyaculaci¨®n precoz".
Entre las tendencias m¨¢s recientes, Chabach se?ala que empieza a haber mujeres que asumen haber perdido su virginidad antes de contraer matrimonio e incluso parejas que, sin estar casadas, conviven bajo un mismo techo. Internet cambia mentalidades y "sobre todo facilita los contactos", recalca.
Estos brotes de liberalismo en las costumbres no deben ocultar el conservadurismo de una sociedad marcada por la tradici¨®n y la religi¨®n. Un porcentaje elevado de j¨®venes mujeres solicitan a Chabach un certificado de virginidad antes de casarse. "Lo piden, por ejemplo, para mostr¨¢rselo al marido si, por casualidad, no sangran al tener una primera relaci¨®n en su noche de bodas", explica la doctora.
Esa noche es especialmente estresante para la reci¨¦n casada en algunos pueblos. Tras perder la virginidad debe colocarse un seroual (pantal¨®n blanco corto) y mancharlo de sangre antes de quit¨¢rselo, colocarlo en una bandeja y mostrarlo a los familiares.
En alguna remota aldea sure?a es "el joven marido el que comparece ante la parentela y se declara o no agradado por esa primera relaci¨®n", explica Chabach. Si lo est¨¢, la familia del esposo agasaja a la de la esposa. Si, en cambio, aquel muestra su disgusto, la familia del esposo insatisfecho golpea a la de la reci¨¦n casada.
El islam permite la poligamia, lo que genera situaciones peculiares. "He atendido, por ejemplo, a un sexagenario que no daba abasto para satisfacer por igual, como le obliga la religi¨®n, a sus tres esposas", recuerda Chabach. "Quer¨ªa saber c¨®mo estar a la altura".
Viudos ancianos, a veces octogenarios, que se disponen a casarse con cuarenta?eras -en Marruecos son ya solteronas- forman tambi¨¦n parte de la clientela de la doctora. Acuden preocupados por su capacidad de tener erecciones e incluso de procrear. Estos matrimonios son frecuentes en Marruecos. Los varones longevos encuentran a una mujer que les atienda y estas ¨²ltimas adquieren el estatuto de casada, mucho mejor que el de soltera, mal visto a partir de cierta edad.
Como en Espa?a, muchos hombres se inician en el sexo con la ayuda de prostitutas, un fen¨®meno discreto pero bastante generalizado en Marruecos. Pero a la hora practicar el sexo con su esposa son reacios, a diferencia de los europeos, a acariciar los genitales de la mujer y "muchos rechazan el cunnilingus". Estas reticencias pueden dificultar el tratamiento del vaginismo en el marco de la pareja.
La felaci¨®n tampoco es un h¨¢bito frecuente, "sobre todo en el marco del matrimonio; fuera s¨ª est¨¢ m¨¢s generalizada". ?Por qu¨¦? "Cuando un hombre se casa, su mujer adquiere, a veces, un car¨¢cter semisagrado, sobre todo cuando es madre", responde Chabach. "No hay que ensuciar a la madonna con usos supuestamente sucios", prosiguen. "Esos se reservan para el burdel o la relaci¨®n extramarital".
El islam y la ley condenan en Marruecos la homosexualidad. Entre los cientos de pacientes que ha tratado la sex¨®loga hay, sin embargo, apenas media docena de gais, se?ala Chabach. "Suelen ser adolescentes que descubren su orientaci¨®n sexual, sufren ante el rechazo social que provocan y no la aceptan".

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