?Somos realmente as¨ª?
La pol¨ªtica democr¨¢tica no es un adorno de lujo para sociedades ricas que pueden tenerlo: es una necesidad para la sobrevivencia de los pueblos y de su cultura, de su territorio y de su econom¨ªa, al menos. Si no usamos la pol¨ªtica para estos altos fines, la pol¨ªtica se vuelve contra nosotros y acaba con nosotros.
Alguien podr¨ªa haberse propuesto acabar con este pa¨ªs sin armar una gran escandalera, al modo silencioso en que ciertas cosas nos van deteriorando. Galicia tiene problemas para sobrevivir como pueblo, como cultura y como econom¨ªa. No s¨®lo algunos pol¨ªticos y algunos ciudadanos aceptan el hecho y tratan de hacer irreversible la muerte de su lengua hist¨®rica, sino que suman a ello la destrucci¨®n acelerada del territorio y la situaci¨®n decadente de sus procesos econ¨®micos, sobre todo los vinculados directamente a ese territorio, que en su agon¨ªa arrastra a sectores enteros de la econom¨ªa hist¨®rica de Galicia.
Cualquier d¨ªa usar¨¢n la Alameda de Santiago para construir adosados y bloques de apartamentos
Entra dentro de lo probable, visto lo visto, que cualquier d¨ªa la Alameda de Santiago o cualquier otro parque urbano de Galicia, sea usado para construir unos adosados y algunos edificios de apartamentos, y todo ello a cambio de un polideportivo y entradas gratis para alg¨²n concierto de vaya usted a saber qui¨¦n.
He vivido directamente y en primera l¨ªnea durante muchos a?os la liquidaci¨®n de la R¨ªa de Pontevedra y su conversi¨®n en una conurbaci¨®n sin nada que te llame a ella, con la consiguiente desaparici¨®n, o casi, de playas, muelles y dem¨¢s cosas inservibles. Algo de ese estilo est¨¢ ocurriendo en A Mari?a de Lugo, y el conjunto de A Costa da Morte est¨¢ amenazado, tras lustros de fe¨ªsmo. No se ha avanzado mucho en el aprovechamiento del monte y en su cuidado, y para el primer verano seco que nos toque conviene ir teniendo en casa un conjunto de la moda Ner¨®n and Roma Tonight. El estado de las r¨ªas est¨¢ constantemente en la prensa sin que nadie haga algo serio y definitivo. Parece que se considera inevitable la lenta muerte de esta tierra a la que se trat¨® en algunos legendarios como privilegiada por la misma Providencia, que impuso sus dedos para crear las r¨ªas. Cualquier mal informado puede pensar que defender el territorio y la cultura, y en nuestro caso, y sobre todo, la lengua, es contrario a los c¨¢nones econ¨®micos o a los avances sociales. Esto es exactamente lo contrario de lo que ocurre en realidad.
No somos los ¨²nicos, pero s¨ª somos uno de las territorios que peor llev¨® los desmanes arquitect¨®nicos y urban¨ªsticos del desarrollismo de pocos vuelos que se hizo en el Reino de Espa?a en los a?os sesenta e incluso antes. El fe¨ªsmo es ya una de nuestras caracter¨ªsticas urbanas, sobre todo urbanas, sin que el campo haya tenido especiales cuidados, tampoco desde perspectivas productivas o tur¨ªsticas: los r¨ªos, por ejemplo, siguen siendo testigos de todas las infamias territoriales sobre s¨ª mismos.
?Y ocurre todo esto porque los gallegos somos especialmente autodestructivos? Si me dicen algo as¨ª hace algunos a?os me hubiera ido directamente sobre el psic¨®logo a darle una lecci¨®n acad¨¦mica sobre modernizaci¨®n y territorio, un tema cl¨¢sico, y le dir¨ªa ?qu¨¦ tiene que ver eso de la autodestrucci¨®n con los procesos sociales, por penosos que sean? Hoy no estoy tan seguro. Una profunda corriente negativa atraviesa esta tierra y quiz¨¢ no toda esa corriente tenga que ver con la escasa conciencia de futuro de sus clases pudientes ni con alguna especie constatable de desidia popular ni con el incivismo de sus pol¨ªticos. Que tambi¨¦n.
La irracionalidad te acaba invadiendo cuando tratas de exculpar a tu propio pueblo, buscando explicaciones extraordinarias de orden casi legendario: la autodestrucci¨®n, el suicidio colectivo (se dijo con los incendios hace a?os), el autoodio (?por qu¨¦ tendr¨ªamos que odiarnos?), la conciencia plena de nuestra capacidad de organizarnos fuera de nuestro territorio, incapaces como somos de hacerlo en casa (pues si es as¨ª quememos la casa y vay¨¢monos por el mundo, claro), y m¨¢s y m¨¢s razones de esta guisa. ?Realmente somos as¨ª?
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