Nuevos tiempos, nuevos escenarios
Si el 20-N el PP obtiene la mayor¨ªa absoluta o una amplia mayor¨ªa para gobernar, y hace las pol¨ªticas que anuncia Esperanza Aguirre, el propio Rajoy u otros l¨ªderes locales, dando prioridad a los ajustes que recaer¨¢n masivamente sobre las clases medias y populares frente a la deseable presi¨®n fiscal que deber¨ªa recaer en las rentas m¨¢s altas, el escenario de las elecciones auton¨®micas gallegas, en ese caso, cambiar¨ªa en ese mismo instante hacia una situaci¨®n m¨¢s en l¨ªnea con el nuevo escenario pol¨ªtico en el Reino de Espa?a.
Si esto fuese as¨ª, las probabilidades de que una nueva mayor¨ªa social gallega viera en las actuales organizaciones de la oposici¨®n una alternativa a todo ello se incrementar¨ªan de forma notoria. En estas condiciones de probabilidad, y a modo de hip¨®tesis, la calidad de esa alternativa ser¨ªa crucial para que la mirada de esa mayor¨ªa hacia la actual oposici¨®n se transformase en apoyo efectivo a una salida progresista a los dilemas locales de la crisis.
Si vence Rajoy, crecer¨¢ en Galicia la probabilidad de que la oposici¨®n se vea como alternativa
Es muy probable que esa salida sea algo muy deseado en el momento en que toque volver a las urnas auton¨®micas, pero ni siquiera ese deseo garantiza su transformaci¨®n en actitud pol¨ªtico-electoral. Es el problema del ser o no ser (to be, or not to be, dice el hamletiano electorado mientras mira la calavera del bipartito) ante las dificultades de tomar tal decisi¨®n entre seguir la corriente del ajuste sin cambios fiscales del supuesto nuevo gobierno del PP, o bien pasarse a otros planteamientos m¨¢s sociales o socialdem¨®cratas.
Ese dilema marcar¨¢ las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas, y en estas condiciones fuertemente marcadas por la econom¨ªa cualquier planteamiento b¨¢sico ha de ser igualmente econ¨®mico, al menos en el sentido de dejar claras ciertas cosas presupuestarias y las prioridades de gasto e inversi¨®n. La comunicaci¨®n p¨²blica o pol¨ªtica de los partidos va a estar fuertemente marcada por todo ello durante alg¨²n tiempo.
Pero no solo la econom¨ªa: acabamos de vivir en directo el choque entre la absoluta mayor¨ªa del Parlamento de Catalunya y la cr¨ªtica jur¨ªdica a la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica desde los tribunales. Es un tema que en Catalunya mueve conciencias, y en Galicia comienza a moverlas de forma significativa. La idea de poner a competir en igualdad de condiciones al catal¨¢n (gallego en nuestro caso) con el espa?ol no es cient¨ªficamente aceptable, y tampoco lo es, pol¨ªticamente, en el Parlamento catal¨¢n o espa?ol a d¨ªa de hoy, como se ha visto. Las circunstancias que concurren en la desigualdad b¨¢sica de los idiomas hace sociol¨®gicamente inviable esa competencia. Y no solo eso.
Galicia tiene en ese punto un problema a?adido: el consenso es menor a d¨ªa de hoy, y los tiempos del acuerdo generalizado entre partidos ya no parecen posibles. En realidad, y en este sentido, el PP se ha radicalizado de forma notoria, y ha hecho inviable una legislaci¨®n claramente defensiva para el gallego, que vuelve a tener los a?os contados como lengua viva. Que Catalu?a vaya en sentido contrario, y lo haga de forma consensuada, es algo extraordinario que nos habla de la uni¨®n de un pueblo con su lengua por encima de barreras pol¨ªticas. No es nuestro caso.
La econom¨ªa y la lengua son la parte m¨¢s obvia de los problemas materiales y culturales que tenemos y que est¨¢n perfectamente imbricados unos con otros. Y como puente entre ambos, la defensa del territorio, un territorio crucificado por un estilo de urbanizaci¨®n feo, insostenible y ca¨®tico, que ha destruido una parte irreversible del patrimonio natural (y tur¨ªstico, por tanto).
Esa tr¨ªada de lo econ¨®mico, lo cultural (y aqu¨ª va la ense?anza, la cenicienta en estos momentos de un proyecto de reajustes socialmente insoportable) y lo territorial deber¨ªa marcar la diferencia con unas pol¨ªticas conservadoras que, all¨ª donde florecen, dejan ese deseo de que las cosas puedan hacerse de otra manera. Y en Galicia se va haciendo tarde para muchas pol¨ªticas necesarias. Tan necesarias como convencer a los electorados de que dejen de mirar la calavera de Hamlet y pasen a la acci¨®n, a ver si entre todos vamos espabilando a los pol¨ªticos. Malos tiempos para la l¨ªrica, en todo caso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.