Un 'Barbero' flojo

Al margen de la pol¨¦mica, la producci¨®n de El barbero de Sevilla result¨® algo decepcionante desde el punto de vista musical y teatral. Que el Basilio de Sim¨®n Orfila, un secundario, sea lo mejor vocalmente y merezca la mayor ovaci¨®n de la noche, habla poco a favor de los protagonistas. Damiano Salerno sustituy¨® al bar¨ªtono previsto un d¨ªa antes del estreno: esto justificar¨ªa una actuaci¨®n teatral algo al margen del resto de la compa?¨ªa, no tanto sus desajustes en los concertantes, poco su falta de agilidad vocal y nada sus frecuentes desafinaciones.

La Rosina maquinadora y descarada de Alessandra Volpe careci¨® de la faceta dulce del personaje. Vocalmente, su voz resulta engolada y carente de las caracter¨ªsticas belcantistas rossinianas. El Almaviva del canario Juan Antonio Sanabria mostr¨® su inmadurez, con un canto de emisi¨®n irregular y menos ¨¢gil de lo que le corresponde por su voz. En conjunto, la m¨²sica son¨® un tanto lenta y pesante, alejada de la chispa y ligereza necesarias en Rossini.

Teatralmente, la funci¨®n fue muy anodina, con escenograf¨ªa m¨¢s pobre que sobria y buen movimiento de actores. La iluminaci¨®n fue aceptable para los medios del Auditorio de Galicia. En la escena final llegaron las pancartas, incluida la absurda y casi surrealista que rezaba Mago de Oz. Como las otras, m¨¢s made in 15-M, no parec¨ªa muy vinculada a la dramaturgia general, pero todas son fruto y forman parte de la inalienable libertad de expresi¨®n art¨ªstica que ning¨²n poder debe coaccionar ni intentar dirigir.