La identidad econ¨®mica
La maniobra pol¨ªtico-econ¨®mica de fundir las dos caixas gallegas, para la que Feij¨®o cont¨® con el apoyo general en Galicia, pues se consider¨® que una caja gallega era un s¨ªmbolo claro de identidad financiera y de poder econ¨®mico, acab¨®, de momento, en un fracaso notable para todos, Feij¨®o incluido. El nuevo banco caja gallego espera un milagro para sobrevivir con futuro, y ese milagro no acaba de llegar bajo la forma de capital aut¨®ctono o for¨¢neo. Alguien me dice que llegar¨¢ y que habr¨¢ milagro. Ojal¨¢. ?Qu¨¦ pas¨® en el camino de todo eso?
Feij¨®o pod¨ªa haber aceptado una fusi¨®n, sin costes, de cada caja por su lado con distintos partenaires que asumir¨ªan las deudas reales. Era un coste cero pero tambi¨¦n el final de las cajas gallegas. Se ahorraban unos miles de millones de euros, quiz¨¢ cuatro o un n¨²mero pr¨®ximo, pero Feij¨®o no pod¨ªa aceptar un escenario as¨ª y es posible que ya no creyese en ¨¦l cuando tuvo que tomar decisiones: estaba muy presionado por la oposici¨®n en este tema y, probablemente, ¨¦l mismo comenzaba a tener sus propias convicciones al respecto, m¨¢s nuevas que renovadas. El resultado fue el que conocemos. Ahora estamos ya sobre datos reales y sabemos, sin deformaciones, el alcance de nuestro capital bancario, que es tambi¨¦n el que nos indica, sin necesidad de m¨¢s explicaciones, la absorci¨®n del Pastor por el Popular. Kaput, que dicen los cl¨¢sicos del terror b¨¦lico. La guerra ha terminado.
Hoy podemos intentar so?ar: es posible tener un banco propio, potente y riguroso, de gente decente
Pero no ha terminado. Negociar con nuestra l¨ªnea de costa, tanto en su versi¨®n mediterr¨¢nea de cemento barato como en su versi¨®n marbell¨ª de desastres urban¨ªsticos sin encanto (y no voy a citar gentes ni lugares), es a¨²n la gran tentaci¨®n de los cementadores a comisi¨®n: sacar todo el r¨¦dito posible y salir corriendo con el dinero para invertir en Madrid o en otro de los puntos calientes de la econom¨ªa del Reino de Espa?a, mientras aqu¨ª nos vamos quedando compuestos y sin pretendientes, sentados con el ramo de flores en las escaleras de la iglesia.
?Qu¨¦ es la identidad? Este es un tema bastante metaf¨ªsico e incluso pataf¨ªsico (la pataf¨ªsica era la ciencia de las soluciones imaginarias para el creador Alfred Jarry), pero si lo reducimos a su aspecto humano y nos olvidamos de los toros, las casta?uelas, el Cid Campeador, y otras gaitas que se han usado contra nuestra salud mental desde centros lejanos, podr¨ªamos concluir que identidad son las ganas que uno tiene de ser como quiere o como cree que quiere. En nuestro caso: tener un banco potente y propio que nos atienda y favorezca nuestras inversiones y nuestros ahorros. Un banco as¨ª debe ser gobernado por gente honesta y hasta patriota, en el buen sentido de la palabra, y debe ser capitalizado ab initio por nuestros capitales locales, tan poderosos algunos. No ser¨ªa un gran riesgo ni expondr¨ªan una inmensa cantidad de dinero. No es necesario. Basta que est¨¦n ah¨ª con un montante relativamente menor. ?Es posible? Todo indica, de momento, que no, que no es posible, y esto me recuerdo la casi insoportable persistencia de los mensajes negativos que llegan de Galicia a mi blog: nada es posible, nada es deseable. Ese ser¨ªa el resumen. Hay algo ceniciento en nuestro esp¨ªritu que se corresponde a ¨¦pocas peores, pero hoy podemos intentar so?ar: s¨ª es posible tener un banco propio, potente y riguroso, mandado por gente decente y pr¨®xima a nosotros y a nuestros representantes.
Es posible casi todo, incluso salvar nuestras se?as m¨¢s profundas, como la lengua, las r¨ªas y los r¨ªos, si un pueblo est¨¢ determinado a ello. Estoy escribiendo estas l¨ªneas mientras el fuego destruye el interior de Ourense, sin piedad pero con previo aviso, eso s¨ª. ?Por qu¨¦ no es posible exigir en Madrid y multiplicar la inversi¨®n en medios antiincendios si son cruciales para nosotros? Quiz¨¢ esta pregunta tenga que ver con esta otra: ?por qu¨¦ somos como somos? ?Qu¨¦ es la identidad?: pues ser como somos, probablemente.
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