La explosi¨®n Raymond Roussel
El Reina Sof¨ªa se rinde al fascinante universo del autor de 'Locus Solus', influencia capital en los movimientos art¨ªsticos y literarios de las vanguardias europeas
?Oyeron hablar de Firmin Quintrat? De muy joven viaj¨® alrededor del mundo y asimil¨® decenas de miles de rostros y escribi¨® a su hermano para decirle que se hab¨ªa convertido en artista, aunque ten¨ªa que precisar que su obra no iba a estar compuesta por acuarelas, estatuas o poemas, sino por su mirada; dicho esto, le pidi¨® que aquellos ojos que hab¨ªan visto a tantas personas los expusiera en sendos frascos transparentes.
Este Firmin Quintrat, convencido de que la humanidad estaba impresa en sus retinas, podr¨ªa ser perfectamente uno de los muchos personajes exc¨¦ntricos que pueblan la obra de Raymond Roussel, pero en realidad pertenece al mundo de Jean-Yves Jouannais, autor de Artistas sin obras (1997), gran libro poblado de figuras extra?as, algunas de inspiraci¨®n netamente rousseliana.
Duchamp, Dal¨ª, Ernst, Man Ray, Picabia y Julio Cort¨¢zar fueron seguidores de Roussel
M¨¢s de 300 obras, pel¨ªculas incluidas, conforman la visita al planeta 'rousseliano'
Del extraordinario calado de la literatura de Raymond Roussel (Par¨ªs, 1877 - Palermo, 1933) en el arte del siglo pasado se ocupa precisamente la exposici¨®n Locus Solus, que se inaugurar¨¢ este mi¨¦rcoles en el Museo Reina Sof¨ªa y que presenta m¨¢s de 300 obras que dan cuenta de la gran influencia que Roussel, ese "ilustre desconocido" (como le llama Hermes Salceda), ejerci¨® sobre numerosos artistas de las vanguardias como Duchamp, Dal¨ª, Max Ernst, Rodney Graham, Picabia, Roberto Matta, Man Ray, Ree Morton, Joseph Cornell, Richard Hamilton, Julio Cort¨¢zar, Michel Leiris, los escritores pataf¨ªsicos, Ren¨¦ Dani?ls, OuLiPo, Jean Rouch, Cristina Iglesias o Francisco Tropa, entre tantos otros.
En compa?¨ªa de Manuel Borja-Villel y Fran?ois Piron (junto a Joao Fernandes comisarios de Locus Solus, Impresiones de Raymond Roussel) voy recorriendo las salas de la primera planta del Reina Sof¨ªa, donde se est¨¢ desplegando el mapa del denso fluir de influencias del "ilustre desconocido", responsable de una gran explosi¨®n creativa en el arte contempor¨¢neo.
La primera sorpresa la he tenido en el portal mismo de la gran muestra, donde, casi con incredulidad, me he reencontrado con una de las piezas que compon¨ªan la exposici¨®n de m¨¢quinas solteras que vi en el Grand Palais en Par¨ªs en 1984 y que tanto me ayud¨® a acercarme a la cultura shandy de los artistas port¨¢tiles de las vanguardias de los a?os 20. De aquella m¨ªtica exposici¨®n que comisari¨® Harald Szeemann, Le diamant de Jacques Carelman es la ¨²nica de las m¨¢quinas solteras relacionadas con los artilugios que invent¨® Roussel en su novela Locus Solus que ha sobrevivido. Los lectores de aquel extra?o y genial libro seguro que no han olvidado al Diamante: "La monstruosa joya, que med¨ªa dos metros de alto y tres de ancho y se curvaba en forma de elipse, lanzaba, a pleno sol, unos destellos casi insoportables que lo adornaban de rel¨¢mpagos que brotaban en todas las direcciones".
M¨¢s all¨¢ del portal, tras unos sorprendentes dibujos de Victor Hugo (?rousseliano avant la lettre!), creo ver en un estuche la estrella que el domingo 29 de julio de 1923 le dio el astr¨®nomo Camille Flammarion a Raymond Roussel en su observatorio de Juvisy. Ignoro si he visto bien, pero de alg¨²n modo podr¨ªa tratarse de algo que no puede desligarse de la Estrella en la frente (la estrella que ¨¦l sospechaba que llevaban grabada todos los genios) que fue t¨ªtulo de uno de sus libros y centro de toda su po¨¦tica y que a?os despu¨¦s Duchamp dibuj¨® sobre su nuca e inmortalizar¨ªa en una fotograf¨ªa. Podr¨ªa ser tambi¨¦n -nada raro si uno anda abstra¨ªdo en las cosas de Roussel- que solo hubiera yo visto algo que he imaginado. El hecho es que poco despu¨¦s entro en las salas de Duchamp y Dal¨ª, dos de los artistas m¨¢s influidos por Roussel, tan diferentes uno del otro, pues sin duda eran la noche y el d¨ªa, la locuacidad y el silencio, el rey Sol y la sombra. Entro y Borja-Villel me comenta que posiblemente Roussel fue el ¨²nico gran punto en com¨²n que pudieron encontrar Dal¨ª y Duchamp para poder sentirse unidos en algo.
En la sala de Duchamp, junto a su voluble Molinillo de caf¨¦ (1911) y a la espera de la llegada en noviembre de La Mari¨¦e mise ¨¤ nu, est¨¢ el diorama ?tant donn¨¦s, que se ha de ver a trav¨¦s de un agujero hecho en una puerta de madera de Cadaqu¨¦s, lo que obliga a que un ¨²nico espectador -testigo oculista, reducido a una visi¨®n monocular- mire a trav¨¦s de una de las dos lentes de aumento, cristales de lupa encajados en una placa de vidrio. Este dispositivo evoca en realidad el poema La Vue, escrito por Roussel en 1904, inagotable descripci¨®n en verso de un paisaje en miniatura, inscrito en una bola de cristal en el fondo de un portaplumas: "Se enciende a veces un reflejo moment¨¢neo / en la vista encastrada en el fondo de un cortaplumas / contra el cual est¨¢ pegado mi ojo...". De la bola de cristal, por cierto, y de la descripci¨®n minuciosa de objetos nimios, surgi¨® entero el Nouveau Roman (ya es sabido: Robbe-Grillet y compa?¨ªa).
De Salvador Dal¨ª est¨¢n, entre muchos deliberados delirios como El enigma sin fin, las pel¨ªculas con los que homenaje¨® a Roussel, Impresiones de la Alta Mongolia y Babaouo. Recuerdo que, al entrevistarle en 1977 en su casa de Port Lligat, le pregunt¨¦ a Dal¨ª por sus relaciones con Roussel y me dijo que su fervor por este autor le hab¨ªa llevado incluso a hacerle una pel¨ªcula, premiada con la M¨¢scara de Oro de la televisi¨®n de Londres (Dal¨ª se re¨ªa a mand¨ªbula batiente de los premios). "Pero el m¨¦todo de Roussel"-a?adi¨® simulando que se pon¨ªa trascendente- "es completamente distinto al m¨ªo, porque el m¨¦todo paranoico cr¨ªtico, que hace al menos 50 a?os que lo he inventado, a¨²n no s¨¦ en qu¨¦ consiste, pero s¨ª s¨¦ que me da unos resultados magn¨ªficos. En cambio, el m¨¦todo de Roussel era mucho m¨¢s a base de lo que podr¨ªamos considerar como una especie de cibern¨¦tica literaria".
Esa cibern¨¦tica rousseliana -antecedente de nuestra era digital- sigue sin saberse bien en qu¨¦ consisti¨®, pero ha tenido una influencia de largo espectro en el arte contempor¨¢neo. Nadie se atreve a hablar de Roussel sin ponerse pesado y citar su famoso procedimiento de escritura (consistente en un m¨¦todo basado en retru¨¦canos y combinaciones fon¨¦ticas y juegos de palabras), revelado en un texto p¨®stumo, C¨®mo escrib¨ª algunos libros m¨ªos, que en Espa?a public¨® muy oportunamente Tusquets en 1973 con una traducci¨®n hist¨®rica de Pere Gimferrer.
Ahora bien, como se?ala C¨¦sar Aira en un reciente y agudo art¨ªculo en la revista Carta que edita el Reina Sof¨ªa, hay tres libros de Raymond Roussel en los que este no utiliz¨® el procedimiento (La Doublure, La Vue y Nuevas impresiones de ?frica) y son quiz¨¢ m¨¢s originales y extra?os y hasta m¨¢s geniales incluso que aquellos en los que trabaj¨® con su m¨¦todo cibern¨¦tico. Esto ha terminado por crear la pregunta de cu¨¢l puede ser entonces La Clave Unificada de Roussel. Dice Aira con sencillez y genialidad unidas: "Creo haber encontrado esa clave: lo que tiene en com¨²n todo lo que Raymond Roussel escribi¨®, del principio al fin de su vida, es, simplemente, la ocupaci¨®n del tiempo. Escribi¨® para llenar de manera s¨®lida y constante un tiempo vital que de otro modo habr¨ªa quedado vac¨ªo. Para ello debi¨® inventar modos de escribir, marcos, formatos, que ocuparan la mayor cantidad posible de tiempo".
Leyendo esto ¨²ltimo, uno piensa en todos esos cr¨ªticos que no aciertan a clasificar la obra de los autores m¨¢s complejos, aquellos que a veces parecen no tener un discurso definido. Es como si los se?ores cr¨ªticos no supieran ver que la Ocupaci¨®n del Tiempo tambi¨¦n puede ser una causa acuciante para escribir. ?O no es factible un arte de la inutilidad, el arte de llenar un tiempo vital que de otro modo habr¨ªa quedado vac¨ªo?
Hablando de vac¨ªos, queda ya s¨®lo por recordar que Roussel aspir¨® a ser glorificado como cient¨ªfico (admiraba a Jules Verne) y en 1922 sus investigaciones dieron lugar a una patente registrada en la oficina nacional de propiedad industrial relacionada con el "uso del vac¨ªo para evitar la p¨¦rdida de calor en los ¨¢mbitos de la vivienda y la locomoci¨®n".
Roussel experiment¨® con ese uso del vac¨ªo en una casa que ten¨ªa en Neuilly, cerca de Par¨ªs, y cuando la puso en venta en 1931 pidi¨® al agente judicial que hiciera constar que el vac¨ªo estaba por todas partes. Era conveniente tomar precauciones en caso de derribo, pues pod¨ªa haber una gran explosi¨®n.
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