El marchante de moda
Jaime Calatrava siempre ador¨® las piezas de culto de las grandes firmas. Ahora abre al p¨²blico su pasi¨®n
Decir que es una colecci¨®n vintage es una verdad a medias. Calatrava Selected no es (solo) eso. No son prendas de segunda mano a las que se le coloca esa etiqueta como mero reclamo. Estas 150 prendas responden m¨¢s a una cultura de piezas de colecci¨®n, a una devoci¨®n por la moda. Jaime Calatrava (Madrid, 1986) coloca y contempla las prendas que ha perseguido durante dos a?os como si fueran obras de arte. Un esmoquin de Yves Saint Laurent id¨¦ntico al que protagoniz¨® la publicidad de la colecci¨®n de oto?o de 1978; un vestido de flores rojas con fondo negro de 1984 tambi¨¦n de YSL; o una chaqueta corta con el sello inconfundible de Versace, amarilla fl¨²or y de gran botonadura.
Pero esta colecci¨®n esconde otros hallazgos, como un vestido de Jean-Louis Scherrer, que cerr¨® hace dos a?os su ¨²ltima boutique en Par¨ªs, o un vestido irrepetible de Leonard. Chanel, con uno de sus trajes de tweed, tambi¨¦n est¨¢ presente en este espacio blanco luminoso de una casa antigua del centro de Madrid. "Todas las prendas se pueden trasladar a la actualidad, no son el abrigo de la abuela, que es como se entiende aqu¨ª el vintage", precisa Calatrava, un aut¨¦ntico coleccionista de ropa que est¨¢ a punto de hacer de su pasi¨®n una profesi¨®n.
Siempre fue un ni?o aficionado a fisgar en el armario de su madre y a fijarse en las marcas de sus vestidos. Ya apuntaba maneras fetichistas. Sol¨ªa tambi¨¦n ir a Galer¨ªas Preciados, a aquellas Calles de la Moda de finales de los setenta, donde se vend¨ªa ropa de grandes creadores "sin tener que ir a Par¨ªs", como animaba la publicidad. Y cuando viajaba al extranjero, siempre llegaba con alguna pieza para su madre u otra adquisici¨®n "como hobby". Ha buscado sobre todo por Europa y Estados Unidos, en mercadillos, tiendas vintage o casas particulares. Y ha peinado eBay en busca de tesoros.
Dos encuentros fundamentales perfilaron en ¨¦l esta vaga idea de "profesionalizarse". Adri¨¢n Gonz¨¢lez, director de Buffalo Magazine, revista independiente de arte y moda, que le anima. Y alguien imprescindible para ponerlo en pr¨¢ctica: su amiga Blanca Zurita (Bilbao, 1972), "un icono de la moda", dice Calatrava entusiasmado. Ella tambi¨¦n lleva muchos a?os en este mundo. Y tambi¨¦n le viene de ni?a. "Yo era vintagera aun cuando no exist¨ªa ese concepto", cuenta apoyada en una mesa en la que se mezclan gadgets con fotos de un desfile de YSL, cuyo esp¨ªritu manda en este espacio. "Cuando ten¨ªamos una fiesta no nos plante¨¢bamos comprar nada", dice ella, "¨ªbamos al armario de mi madre o de mi abuela".
As¨ª que cuando Calatrava le habl¨® de esa afici¨®n suya, le interes¨® enseguida. "Me pareci¨® algo especial. Aqu¨ª el vintage se ha hecho solo como negocio. Y ¨¦l no empez¨® as¨ª, empez¨® como coleccionista y le acabamos dando forma". Tambi¨¦n un nombre y un espacio: el showroom de Zurita donde se pondr¨¢n las prendas a la venta durante tres d¨ªas (hoy es el ¨²ltimo) una vez al a?o. "No queremos que sea algo masivo", dice ella. "Nos dirigimos a un p¨²blico que valora llevar un vestido de Nina Ricci, son piezas de museo".
Los precios son razonables ("el valor es emocional", precisa ella) y su estado, impecable. Y una costurera adapta la ropa si es preciso. Lo m¨¢s barato es una camisa de Cacharel de 30 euros; lo m¨¢s caro, a 590, un abrigo del rey de la casa, YSL, de su m¨ªtica colecci¨®n Rive Gauche de los a?os setenta, que form¨® parte de la ¨²ltima exposici¨®n del dise?ador en Par¨ªs. En medio, un bolso de Loewe de los a?os cuarenta (190), un traje de Courr¨¨ges (100) o una chaqueta de Balenciaga (por 70).
Todas las prendas tienen una historia. Como el abrigo de Scherrer de una se?ora mayor, "muy cool", que acab¨® siendo una amiga. O esa cazadora vaquera con pedruscos de colores, de Dolce & Gabbana, con una etiqueta que dice, "Telecinco vestuarios". "Ser¨¢ de unas mamachichos", imagina Calatrava, a quien no le importa confesar que siente un poco de miedo ante esta nueva aventura: "Adem¨¢s de la famosa crisis, har¨ªa falta m¨¢s cultura de moda para entender este tipo de prendas". Zurita, m¨¢s pragm¨¢tica, ya piensa en el futuro: "Le he dicho que necesito algo de escoc¨¦s y ya est¨¢ buscando. O ropa de novia, que suelen pedir". A lo mejor un d¨ªa hasta se atreven con las artes decorativas. "Es una cuesti¨®n de sorpresa", dice Zurita, "vete a saber".
Showroom Blanca Zurita. Barquillo, 22, tercero izquierda, de Madrid. M¨¢s informaci¨®n en el tel¨¦fono 91 360 55 15. blanca@bzprensa.com
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