Una ley de la selva para la Amazonia
Brasil ultima una norma que regulariza lo deforestado hasta 2008 - Los ecologistas lo ven como un atentado sin precedentes; los agricultores lo celebran - ?Es solo realismo o un suicidio?
Desde el aire se ve claramente c¨®mo los agricultores y ganaderos avanzan en la Amazonia. Lo hacen de forma quiz¨¢ lenta -si se compara con la enormidad de la vegetaci¨®n- pero inexorable. Al norte de Alta Floresta (en el centro de Brasil), entre la impenetrable selva surgen de repente enormes cultivos de mijo y de soja, en haciendas de cientos y hasta miles de hect¨¢reas. "Parecen campos de golf", se?ala gr¨¢ficamente Tatiana Carvalho, responsable de deforestaci¨®n de Greenpeace, que ha invitado a un grupo de periodistas a sobrevolar el lugar con el avi¨®n de la organizaci¨®n. El suelo, verde, parece en efecto el green de Augusta, aunque rodeado de una muralla de ¨¢rboles de decenas de metros de altura.
"Es imposible recuperar todo lo destruido", afirma un senador
El problema es que no hay ning¨²n incentivo por mantener la selva
La Iglesia cat¨®lica y la Academia de Ciencias critican el proyecto
El Gobierno pide ser realista: "La deforestaci¨®n cero no existe"
Los campos tienen formas caprichosas, pero siempre el per¨ªmetro sigue l¨ªneas rectas, las de la propiedad. Est¨¢n a¨²n lejos de cualquier ciudad, pero el grano es muy rentable. Carvalho explica que deforestar no es nada sencillo. En el Amazonas ni siquiera eso es sencillo. "En ocasiones tienen que quemar tres a?os el terreno y luego ir desbrozando y quemando todo a mano para que no queden ni las ra¨ªces, porque eso da?ar¨ªa la maquinaria". En esos trabajos se emplean a veces esclavos, trabajadores que, enga?ados, acuden a una selva de la que ya no pueden salir.
Aunque la temporada seca toca a su fin, a¨²n se divisan de vez en cuando columnas de humo. En otras parcelas quedan alineados tocones pendientes de ser quemados. Muchos est¨¢n junto a campos ya en cultivo y van ganando terreno. Los suelos para el ganado no son tan homog¨¦neos. All¨ª puede quedar en pie alg¨²n ¨¢rbol de vez en cuando.
Brasil era hasta hace nada el ejemplo en la lucha contra la tala ilegal. La superficie deforestada en la Amazonia brasile?a cay¨® de 29.059 kil¨®metros cuadrados al a?o en 1995 (una superficie como Galicia) a solo 6.451 en 2010. El Gobierno y los Estados han hecho un gran esfuerzo en combatirla. Y los sat¨¦lites, m¨¢s. Pese a la enormidad de la superficie a controlar, el sat¨¦lite Landsat ofrece cada mes avances de la deforestaci¨®n. Roni, t¨¦cnico de Greenpeace, analiza los datos y con un GPS y un ordenador es capaz de dirigir la avioneta al punto exacto en el que otro cacho de selva ha muerto. Adem¨¢s, la presi¨®n de las ONG hab¨ªa hecho que firmas de pa¨ªses desarrollados se negaran a comprar madera, cuero o soja que no estuviera certificada como procedente de zonas no deforestadas.
El uso de la tecnolog¨ªa limita, pero no impide, los abusos. Sobre una de las parcelas en las que el sat¨¦lite detect¨® deforestaci¨®n en mayo, el ordenador no devuelve datos. "La parcela no est¨¢ en el registro", sonr¨ªe. Ese tipo de control no lo pueden llevar ni Indonesia ni los pa¨ªses del r¨ªo Congo.
Sin embargo, Brasil puede estar a punto de dejar de ser un ejemplo. El Senado brasile?o tiene previsto aprobar el martes en pleno la reforma del C¨®digo Forestal, una norma trascendental vigente desde 1965. La ley, aprobada con una abrumadora mayor¨ªa en las comisiones del Senado, permite regularizar la deforestaci¨®n cometida hasta 2008 (Greenpeace, otras ONG y la oposici¨®n hablan de una amnist¨ªa). "Gana quien deforest¨® ilegalmente. Nuestro trabajo no sirvi¨® para nada", explica un responsable de la lucha contra la deforestaci¨®n que pide el anonimato porque es un asunto sensible en Brasil.
El texto ha generado un gran debate en el pa¨ªs. En contra del proyecto legal se han pronunciado la Academia Nacional de Ciencias y hasta la Iglesia cat¨®lica. El pasado jueves, la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil expres¨® en un comunicado su "preocupaci¨®n por la posible aprobaci¨®n del proyecto sin unas correcciones necesarias", en alusi¨®n a que "mantiene la ocupaci¨®n de ¨¢reas deforestadas ilegalmente". El texto "condena a regiones enteras del pa¨ªs a convivir con r¨ªos agonizantes" y "especies en extinci¨®n". "En contra de lo anunciado, este proyecto no representa un equilibrio entre conservaci¨®n y producci¨®n", concluy¨® el Consejo Episcopal Pastoral.
Los ecologistas confiaban en la presidenta, Dilma Rousseff, que cuando el Congreso aprob¨® la ley, en mayo pasado, anunci¨® que vetar¨ªa el texto. "Sin embargo, no ha vuelto a hablar y la ley se ha tramitado con toda la urgencia y sin oposici¨®n. Si ella hubiera querido intervenir, habr¨ªa conseguido cambios en el Senado", explica Carvalho. Greenpeace destaca que la sola esperanza de la amnist¨ªa ha hecho repuntar la deforestaci¨®n un 15% respecto a 2010.
El ponente es el senador Jorge Vianna, exgobernador del Estado de Acre, en la Amazonia brasile?a cerca de Per¨². Vianna explica por tel¨¦fono: "No es el c¨®digo de mis sue?os pero es bueno para Brasil y para el medio ambiente". Vianna a?ade: "Durante los ¨²ltimos 30 a?os hemos disminuido mucho la deforestaci¨®n, pero aun as¨ª se destruy¨® mucho donde estaba prohibido. Ahora creamos un programa de recuperaci¨®n". A quien denuncia que supone una amnist¨ªa, el senador les pide que "lean el c¨®digo". "Greenpeace quiere recuperar todo lo destruido, pero eso es imposible", concluye.
Tatiana Carvalho replica con el art¨ªculo 61 del texto, que permite mantener en las llamadas ¨¢reas de preservaci¨®n permanente las actuaciones de agricultura y ganader¨ªa consolidadas antes de 2008. "Da igual si se tal¨® ilegalmente", a?ade: "Con esta norma se podr¨¢n talar o quemar legalmente 22 millones de hect¨¢reas", se amnistiar¨ªa la deforestaci¨®n de 30 millones de hect¨¢reas y "se condonan multas por unos 4.000 millones de euros".
Su enfado contrasta con la felicidad que deja entrever la senadora K¨¢tia Abreu, presidenta de la Confederaci¨®n de Agricultura y Ganader¨ªa de Brasil: "De los 81 senadores solo cinco votaron en contra. No solo lo apoyan los ruralistas. Los radicales perdieron el discurso". Abreu insiste en que no es una amnist¨ªa: "Quien tal¨® tiene que reforestar, por lo tanto, no es una amnist¨ªa. Ahora dejamos las reglas claras para el futuro". El sector agr¨ªcola critica que, si no se aprueba la reforma, el 90% de los agricultores est¨¢ en situaci¨®n ilegal. A?ade que "la nueva legislaci¨®n comprende la importancia que tiene mantener la actividad agr¨ªcola de Brasil, que ha crecido hasta ser uno de los mayores sectores del pa¨ªs". En 2006, Brasil super¨® a EE UU como principal exportador de soja. El 25% de la que se produce en el mundo procede del pa¨ªs. Seg¨²n la confederaci¨®n, en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas la producci¨®n de grano en Brasil se ha triplicado.
El texto es complejo y las palabras para publicitarlo son relevantes. Como se?alaba un art¨ªculo en la Folha de S?o Paulo, los impulsores han evitado dar "una connotaci¨®n obvia de amnist¨ªa", aunque "varias permanecen". Es importante evitar la imagen de tabla rasa para que no lo vete Dilma Rousseff. Brasil organiza en junio la cumbre de la Tierra con la que celebra los 20 a?os de la cumbre de R¨ªo y no ser¨ªa buena publicidad solo seis meses antes.
Luiz Antonio de Carvalho, asesor del Ministerio de Medio Ambiente, da un punto de vista intermedio. Explica c¨®mo desde 1965 la norma sufri¨® tantas reformas puntuales que dej¨® a muchos agricultores fuera de la ley: "La realidad es que no se cumplen muchas de las previsiones del c¨®digo", como la obligaci¨®n de no deforestar a los m¨¢rgenes de los r¨ªos. Seg¨²n De Carvalho, Brasil no puede seguir con las redadas continuas y con el Ej¨¦rcito controlando las talas: "En un pueblo detuvimos a todas las autoridades. Solo qued¨® uno de los 10 concejales y el cura. Hay muertos. Tenemos que pasar a regularizar la situaci¨®n y tener una gesti¨®n ambiental". Su conclusi¨®n: "Hay que regularizar lo regularizable. La deforestaci¨®n cero no existe".
No existe desde luego en las fincas elegidas por Greenpeace para ense?ar los malos ejemplos. Hay una que era de una propiedad y que ahora pertenece a 12 due?os (siete de ellos, familiares). Al trocearla podr¨¢n proseguir legalmente la deforestaci¨®n como peque?os agricultores. Solo entre agosto de 2010 y julio de 2011 deforestaron 1.455 hect¨¢reas, seg¨²n la ONG. En el suelo a¨²n quedan restos de ¨¢rboles esperando de la ¨²ltima quema. Tambi¨¦n est¨¢ el t¨ªpico puxadinho, el que gana terreno a la selva sin encomendarse a nadie; o el caso de uno de los mayores deforestadores del Amazonas, que con el nuevo c¨®digo podr¨¢ compensar lo arrasado comprando fincas en el interior de la selva, donde es mucho m¨¢s barato y donde nadie iba a deforestar (al menos, de momento).
El problema es que no hay ning¨²n incentivo por mantener y conservar la selva. No existe un sistema internacional que compense por no deforestar, pese a la importancia que tiene para el planeta conservar la Amazonia. La deforestaci¨®n supone actualmente alrededor del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero y los expertos consideran que frenarla ser¨ªa una de las formas m¨¢s baratas de reducir la emisi¨®n de di¨®xido de carbono.
El margen para conservar es enorme. En un d¨ªa en avioneta se pueden ver desde tribus aisladas a enormes minas de oro; desde camiones cargados de madera, a piras humeantes en las que arden ¨¢rboles de un bosque primigenio. El Amazon Edge, el avi¨®n Cessna Caravan con capacidad para 10 personas y que hace seis a?os costo 2,5 millones de d¨®lares, es el lugar perfecto para ver el conflicto nunca superado entre desarrollo y medio ambiente. ?C¨®mo pedirle a Brasil que no asfalte unas rutas que van de extremo a extremo del pa¨ªs? Sin embargo, la deforestaci¨®n penetra a trav¨¦s de las carreteras. ?Qui¨¦n cuadra ese c¨ªrculo?

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