Cervantes, un remoto pueblo pesquero australiano con acento espa?ol
Cervantes es el top¨®nimo de un pueblo pesquero australiano bautizado con el nombre del ballenero que encall¨® en sus aguas en 1844 y, aunque algunas calles evocan a Espa?a, nadie habla el idioma del ingenioso hidalgo Don Quijote.
Situado a 198 kil¨®metros al noroeste de Perth, la capital del estado Australia Occidental, Cervantes tiene una poblaci¨®n de menos de 500 personas, la mayor¨ªa de ascendencia anglosajona, que habitan calles llamadas Sevilla, Iberia, Catalu?a, C¨®rdoba o Segovia.
Esta localidad de playas de arena blanca y dedicado a la captura de langostas tambi¨¦n cuenta con un caf¨¦ llamado "Don Quixote".
El interior del establecimiento est¨¢ dominado por un ¨®leo en el que aparece el "caballero del honor", que dir¨ªa Le¨®n Felipe, en medio del impresionante paisaje del Desierto de Pin¨¢culos.
Este desierto se inscribe en el Parque Nacional Nambung y atesora enormes estructuras c¨®nicas de piedra caliza dura que se formaron hace m¨¢s de 25.000 a?os despu¨¦s de que se replegara el mar y dejara dep¨®sitos de conchas marinas.
Los pin¨¢culos pueden alcanzar unos cinco metros de altura y contribuyen a crear una especie de paisaje lunar que se convierte en un paraje m¨¢gico gracias a las diferentes tonalidades de la luz solar y la presencia, en determinadas ¨¦pocas del a?o, de su particular fauna.
Cervantes es, adem¨¢s, la puerta de entrada a otro lugar espectacular que hace remontar la imaginaci¨®n a la prehistoria: el lago Thetis, un ¨¢rea con una circunferencia de 1,2 kil¨®metros que se form¨® tras la retirada del mar hace miles de a?os.
Lo m¨¢s curioso de este lago de agua salada es que se trata, con M¨¦xico y Chile, de uno de los pocos sitios del mundo que aloja a estromatolitos marinos, una especie de bacterias fosilizadas que parecen mont¨ªculos de piedra y que son muy parecidas a aquellas que aparecieron en los albores de la Tierra.
Cuando los niveles de agua del Thetis, que crea un ambiente ideal para la producci¨®n de comunidades de microbios, se evaporan en los per¨ªodos secos, se ve un campo de estos "f¨®siles vivos" desperdigados en su lecho.
La apacible localidad de Cervantes, fundada en 1962 con el nombre del ballenero estadounidense que naufrag¨® frente a sus costas a mediados del siglo XIX, contrasta con el legado natural prehist¨®rico en el que se enmarca.
El barco "Cervantes", construido en los astilleros de Maine (Estados Unidos), ten¨ªa unos 28 metros de eslora y zozobr¨® durante su segundo viaje a las costas de Australia Occidental para cazar ballenas.
El nav¨ªo se mec¨ªa anclado en la bah¨ªa Jurien, que ba?a a la actual localidad de Cervantes, y la tripulaci¨®n dedicaba las horas libres a pescar cuando se desat¨® una fuerte tempestad el 29 de junio de 1844.
La nave fue arrastrada por el temporal hasta un banco de arena, donde encall¨® y sufri¨® da?os de ¨ªndole tan grave que el baj¨ªo se convirti¨® en su sepultura, seg¨²n datos del Museo de Australia Occidental.
El capit¨¢n del "Cervantes", Sylvanus Gibson, decidi¨® subastar las partes recuperables, entre ellas los equipos para cazar ballenas.
Varias d¨¦cadas m¨¢s tarde se descubrieron algunos tesoros en el pecio, como conchas de perlas que no pertenec¨ªan a esa zona.
Con el paso del tiempo, la poblaci¨®n pesquera acab¨® por adoptar el nombre del ballenero que fue a morir a sus aguas, sin saber a¨²n que era nada menos que el apellido de una de los pr¨®ceres de la literatura universal: Miguel de Cervantes Saavedra.
Los lugare?os luego extraer¨ªan de entre las riquezas de El Quijote el nombre de algunas de sus calles, aunque las pronuncian con su particular acento australiano porque no hablan la lengua de Alonso Quijano.
Roc¨ªo Otoya
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