La historia econ¨®mica est¨¢ de nuestra parte
Es muy f¨¢cil ser pesimistas, pero estamos tres veces mejor que nuestros bisabuelos
Son d¨ªas de gran desilusi¨®n respecto del estado del mundo. Han resurgido fuerzas siniestras de fanatismo y fe asesinos (algo que, al menos en Occidente, supon¨ªamos que se hab¨ªa acabado en 1750). Que refuerzan otras corrientes que se les han sumado, nacionalistas, xen¨®fobas y racistas, que cre¨ªamos enterradas bajo las ruinas de Berl¨ªn en 1945.
Para colmo, el crecimiento econ¨®mico desde 2008 ha sido muy decepcionante. No hay argumentos que permitan cobijar el optimismo respecto de una mejora en los pr¨®ximos cinco a?os, m¨¢s o menos. Y la incapacidad de las instituciones globales para brindar un aumento permanente de la prosperidad ha debilitado la confianza que, en tiempos mejores, ayudar¨ªa a suprimir los violentos demonios de nuestra era.
Es f¨¢cil ser pesimista en los tiempos que corren; quiz¨¢s demasiado f¨¢cil, y con raz¨®n. Pero, en realidad, ir contracorriente de forma entusiasta y positiva tiene motivos: si miramos al crecimiento econ¨®mico global no de los pr¨®ximos cinco a?os, sino de los pr¨®ximos 50, las perspectivas son mucho m¨¢s brillantes.
La raz¨®n es sencilla: las grandes tendencias que impulsaron el crecimiento global desde la Segunda Guerra Mundial no se han detenido. Cada vez m¨¢s personas obtienen acceso a nuevas tecnolog¨ªas que aumentan su productividad; participan cada vez m¨¢s de intercambios mutuamente ventajosos; y cada vez hay menos nacimientos, lo que mitiga el eterno temor a la denominada bomba de poblaci¨®n.
Adem¨¢s, la innovaci¨®n ¡ªespecialmente en el hemisferio norte¡ª no se ha detenido, aunque tal vez se haya desacelerado desde 1880 hasta hoy. Y aunque la guerra y el terrorismo nos siguen horrorizando, no vemos nada en la escala de los genocidios que fueron la marca distintiva del siglo XX.
Afortunadamente, es probable que estas grandes tendencias se mantengan, seg¨²n datos del proyecto de investigaci¨®n Penn World Table, la mejor fuente de informaci¨®n resumida sobre el crecimiento econ¨®mico global. Sus datos de PIB per c¨¢pita real (ajustado a la inflaci¨®n) muestran que en 1980 el mundo estaba, de media, un 80% mejor que en 1950, y en 2010 otro 80% mejor que en 1980. Dicho de otro modo, materialmente estamos, en promedio, tres veces mejor que hace 65 a?os.
Aunque haber triplicado el bienestar material global suene exagerado, lo m¨¢s probable es que sea un c¨¢lculo conservador. Las mediciones del PIB real incluyen todos los bienes y servicios producidos, pero no reflejan bien otras formas de valor que existen pero no se pueden medir; por ejemplo, los inmensos beneficios que reciben los usuarios de redes sociales por servicios que no les cuestan nada.
M¨¢s que nunca en la historia, estamos creando mercanc¨ªas que contribuyen al bienestar social por el valor de uso en vez del valor de mercado. Hay quienes dicen que no es nada nuevo, pero no es un argumento convincente, dada la enorme cantidad de tiempo que pasamos interactuando con sistemas inform¨¢ticos donde el flujo monetario es, como mucho, un min¨²sculo goteo vinculado a publicidad secundaria.
Los datos de PWT tambi¨¦n permiten una lectura por pa¨ªses; veamos entonces los casos de China y la India, que comprenden el 30% de la humanidad. El PIB real per capita de China en 1980 era un 60% inferior a la media mundial, pero hoy est¨¢ un 25% por encima de esta. El de India en 1980 estaba m¨¢s de un 70% por debajo de la media mundial, pero desde entonces el pa¨ªs ha reducido esa distancia a la mitad.
Es una forma de progreso innegable; pero para no pecar de exceso de optimismo, tambi¨¦n hay que tener en cuenta la desigualdad global. No hay signos de que desde 1950 el mundo haya convergido hacia una prosperidad compartida. Seg¨²n los datos de PWT, en 1950 dos de cada tres pa¨ªses ten¨ªan un PIB real per c¨¢pita que se apartaba de la media mundial, hacia arriba o hacia abajo, entre un 45% y un 225%. En 1980, las cotas se ampliaron a 33% y 300%; hoy son 28% y 360%, respectivamente.
A pesar de todo, la econom¨ªa mundial hoy es un lugar m¨¢s igualitario para el individuo promedio que en 1980. Esto se debe en parte a una serie de l¨ªderes fuertes, como los que hubo en China desde Deng Xiaoping, y en la India desde Rajiv Gandhi. Pero ya no hay pa¨ªses tan grandes como China y la India que puedan despegar y hacer grandes avances en desarrollo, y pocos observadores creen que el presidente chino Xi Jinping y el primer ministro indio Narendra Modi repetir¨¢n las historias de crecimiento de sus predecesores.
En realidad, semejantes casos de crecimiento veloz y prolongado pueden volverse cosa del pasado si la econom¨ªa mundial se queda sin oportunidades de acelerar la transferencia tecnol¨®gica. Cada vez m¨¢s pa¨ªses maduran de un estadio de econom¨ªas en desarrollo con alto crecimiento a otro m¨¢s estacionario de econom¨ªas desarrolladas.
Que el motor de la innovaci¨®n se desacelere es posible. Pero aun as¨ª seguir¨¢ andando: la gente seguir¨¢ adoptando tecnolog¨ªas nuevas, y la econom¨ªa mundial seguir¨¢ creciendo. De no mediar alg¨²n escenario de pesadilla, por ejemplo una guerra nuclear por causa del terrorismo, cabe esperar que en 2075 mis sucesores mirar¨¢n atr¨¢s y se complacer¨¢n al ver que, una vez m¨¢s, el mundo en que viven es tres veces mejor que el nuestro.
Fuera de eso, es m¨¢s dif¨ªcil hacer predicciones. Si no actuamos ahora para frenar y revertir las tendencias t¨¦rmicas globales, el cambio clim¨¢tico ser¨¢ el fantasma que acechar¨¢ al mundo despu¨¦s de 2080. En ese caso, nuestros bisnietos tendr¨¢n poco que agradecernos.
J. Bradford DeLong es exsecretario adjunto del Tesoro de los Estados Unidos, profesor de Econom¨ªa en la Universidad de California en Berkeley e investigador asociado en la Oficina Nacional de Investigaciones Econ¨®micas de los Estados Unidos (NBER).
? Project Syndicate, 2016.
Traducci¨®n de Esteban Flamini.
www.project-syndicate.org
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.