De la tensi¨®n Guindos-Montoro a la distensi¨®n Calvi?o-Montero
Las relaciones entre los responsables del ¨¢rea econ¨®mica han pasado de la tirantez al sosiego casi de forma dr¨¢stica
Ha trascendido recientemente que Crist¨®bal Montoro prepara un libro sobre su paso por el Gobierno. El exministro de Hacienda y actual diputado del PP (preside adem¨¢s la Comisi¨®n de Econom¨ªa del Congreso) quiere resumir los 15 a?os que ha pasado en Alcal¨¢ en dos etapas y explicar sus venturas y desventuras (primero con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar como lugarteniente de Rodrigo Rato en Hacienda y luego como ministro de esta competencia cuando Aznar decidi¨® desgajar el superministerio de Econom¨ªa y, con Mariano Rajoy, repitiendo como titular de Hacienda, pero sin Econom¨ªa, como le hubiera gustado).
Montoro ha acumulado experiencias de sobra para contarlas. Ya veremos si lo har¨¢ criticando a Luis de Guindos, quien ocup¨® la cartera de Econom¨ªa en los Gobiernos de Rajoy y con quien, como fue p¨²blico y notorio, no mantuvo una buena relaci¨®n. La obra impresa de Montoro se centrar¨¢ eminentemente, aseguran en su entorno, sobre las cuestiones de car¨¢cter econ¨®mico y t¨¦cnico, ¡°sin entrar en pol¨¦micas como hicieron en otros libros algunos de sus antiguos compa?eros del Consejo de Ministros¡±. Se refieren, claro, a Jos¨¦ Manuel Soria, exministro de Industria, que desbarr¨® bastante contra ¨¦l tras tener que salir del ministerio, y, sobre todo, de Guindos, cuyo libro Espa?a amenazada: De c¨®mo evitamos el rescate y la econom¨ªa recuper¨® el crecimiento provoc¨® sarpullido dentro delGabinete de Rajoy al atribuirse haber evitado la intervenci¨®n de Espa?a en los peores a?os de la crisis.
Los dos ministros estuvieron obligados a malentenderse, pero sus relaciones eran manifiestamente mejorables, aunque sin llegar a la necesidad de que el Consejo de Ministros lo declarara zona catastr¨®fica. Los desencuentros fueron continuos. Al principio, Montoro llevaba la manija sobre las cuentas, los recortes, los impuestos y las autonom¨ªas, y se impon¨ªa a Guindos en Madrid; pero este ganaba en Bruselas, donde ten¨ªa que defender los incumplimientos del Gobierno en materia de d¨¦ficit, adem¨¢s de enfrentarse a la amenaza del rescate y ganarse el reconocimiento del resto de pa¨ªses.
Los dos ministros estuvieron obligados a malentenderse y sus desencuentros continuos
Pero no s¨®lo el d¨¦ficit y los impuestos les separaba. Hubo muchas cosas m¨¢s: la crisis financiera (en particular los costes del Frob y la salida a Bolsa de Bankia), la gesti¨®n del caso Rato, el caso Soria, que dej¨® muy tocado al ministro de Econom¨ªa, o la relaci¨®n con las autonom¨ªas (especialmente con Catalu?a) . Solo por citar los casos m¨¢s llamativos, porque las peque?as cosas del d¨ªa a d¨ªa acumularon muchos improperios que minaron las relaciones. Las diferencias se plasmaban no solo en el Consejo de Ministros, sino tambi¨¦n en las declaraciones que uno u otro hac¨ªan sobre la situaci¨®n econ¨®mica.
Al final se demostraba que no hab¨ªa coordinaci¨®n. Los dos ministros se disputaban el liderazgo del ¨¢rea econ¨®mica, quer¨ªan ser vicepresidentes y presidir la Comisi¨®n Delegada para Asuntos Econ¨®micos, el verdadero sanctasanct¨®rum de las decisiones en la materia. Pero Rajoy se qued¨® con ella, seguramente mirando la pelea de gallos desde la barrera, y les condenaba a entenderse durante los pr¨¢cticamente siete a?os que mand¨® en el Ejecutivo.
Tras el relevo de Gobierno, hay quien vio una repetici¨®n de la jugada cuando Pedro S¨¢nchez decidi¨® mantener la estructura de los dos ministerios separados, algo que ning¨²n Gobierno socialista hab¨ªa hecho nunca, y que la coherencia ortodoxa de Nadia Calvi?o iba a chocar con la heterodoxia de Mar¨ªa Jes¨²s Montero, venida de las huestes andaluzas para regir los Presupuestos y la financiaci¨®n auton¨®mica. El caso es que Calvi?o tiene que defender en Bruselas las cuentas de su compa?era de Gabinete de la misma forma que lo hac¨ªa Guindos con los de Montoro, pero no chirr¨ªa como entonces. Antes al contrario, parece claro que entre las dos ministras no se va a repetir la historia de Guindos y Montoro.
La conexi¨®n entre las dos ministras es fluida y estrecha y no solo en apariencia
La conexi¨®n es fluida y estrecha y no s¨®lo en apariencia. Adem¨¢s de verse y entenderse semanalmente en la Comisi¨®n Delegada, cuya presidencia no ha asumido S¨¢nchez como hizo Rajoy, su contacto es constante, ya sea por tel¨¦fono o en directo. Incluso quedan a comer con diferentes responsabels econ¨®micos. Y ambas han acudido a intervenciones p¨²blicas de la otra, cosa que en el caso de sus antecesores dif¨ªcilmente ocurr¨ªa, a los que tampoco es f¨¢cil de imaginar saliendo a la palestra a defender al otro como hizo Montero cuando se public¨® que Calvi?o hab¨ªa comprado su casa a trav¨¦s de una sociedad patrimonial. O como hizo Calvi?o cuando respald¨® a Montero en Bruselas tras la pol¨¦mica sobre la pr¨®rroga presupuestaria.
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