Sin rastro de grandes fusiones bancarias en la UE
Si de verdad se quieren uniones transfronterizas hay que facilitar la obtenci¨®n de las sinergias que las justifican
Existe en la eurozona una uni¨®n bancaria con un marco regulatorio e instituciones de supervisi¨®n ¨²nicas. Sin embargo ¡ªa diferencia de lo que ocurre con otros sectores (automoci¨®n, alimentaci¨®n...)¡ª, los bancos contin¨²an siendo eminentemente nacionales, en especial en el ¨¢mbito minorista. Seguimos sin tener esos grandes bancos paneuropeos que el supervisor ¨²nico parece anhelar.
El Banco Central Europeo ha mostrado en muchas ocasiones su voluntad de favorecer la creaci¨®n de esos bancos a trav¨¦s de operacio...
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Existe en la eurozona una uni¨®n bancaria con un marco regulatorio e instituciones de supervisi¨®n ¨²nicas. Sin embargo ¡ªa diferencia de lo que ocurre con otros sectores (automoci¨®n, alimentaci¨®n...)¡ª, los bancos contin¨²an siendo eminentemente nacionales, en especial en el ¨¢mbito minorista. Seguimos sin tener esos grandes bancos paneuropeos que el supervisor ¨²nico parece anhelar.
El Banco Central Europeo ha mostrado en muchas ocasiones su voluntad de favorecer la creaci¨®n de esos bancos a trav¨¦s de operaciones de integraci¨®n transfronterizas. Cabe preguntarse, entonces, ?por qu¨¦ no se producen? En primer lugar, no est¨¢ de m¨¢s recordar que los bancos son operadores privados que responden primordialmente, aunque no solo, ante sus accionistas. En consecuencia, buscar¨¢n fusiones cuando estas complejas operaciones generen un indudable valor para los propietarios.
En segundo lugar, tampoco est¨¢ de m¨¢s recordar que ese ¡°valor¡± se consigue fundamentalmente a trav¨¦s de dos fuentes: las econom¨ªas de escala y las sinergias de costes. En el actual entorno de ¡°jibarizaci¨®n¡± de los ingresos, tienen un peso significativamente superior las sinergias de costes y, m¨¢s en concreto, las que permiten mantener el mismo negocio con una estructura de servicios centrales inferior a la combinaci¨®n de ambos bancos. Sin embargo, existen grandes obst¨¢culos para que esto sea una realidad (y no pocos de ellos provenientes del marco regulatorio europeo actual).
Es cierto que los mercados bancarios europeos no est¨¢n completamente armonizados y que eso limita las sinergias: hay diferencias de idioma, de preferencias del consumidor, de regulaciones locales, etc¨¦tera. Tales diferencias son reflejo de las particularidades de cada sociedad europea. Son, por consiguiente, naturales, como tambi¨¦n es natural que progresivamente se vayan eliminando a medida que avanza el proceso de integraci¨®n comunitario. Lo que no son tan naturales son las trabas regulatorias.
La legislaci¨®n comunitaria garantiza ¡ªo lo intenta¡ª que los bancos puedan operar en libre prestaci¨®n de servicios o mediante la apertura de una sucursal en cualquier otro Estado miembro, y adem¨¢s las sucursales permiten a priori un mejor aprovechamiento de las sinergias de costes. Sin embargo, las entidades raramente hacen uso de este derecho, sobre todo cuando ofrecen servicios bancarios al por menor, operando mayoritariamente a trav¨¦s de entidades locales. ?Por qu¨¦? Primero, porque estamos ante una uni¨®n bancaria inacabada. Operar con sucursal supone cambiar el seguro de dep¨®sitos para el cliente local, lo que, especialmente en tiempos de crisis, puede ser valorado por los depositantes como un factor diferencial. Por ello es tan urgente completar la uni¨®n bancaria y crear un seguro de dep¨®sitos europeo ¡°¨²nico¡±.
Segundo, porque muchas autoridades tienen presentes los hechos con las sucursales brit¨¢nicas y holandesas de los bancos islandeses durante el a?o 2008, en el que los fondos de garant¨ªa de dep¨®sitos locales acabaron por pagar la factura de su insolvencia. Y, finalmente, porque otras autoridades ¡ªm¨¢s pol¨ªticas¡ª temen perder el control de sus entidades bancarias, que son los principales inversores en su deuda p¨²blica.
Estas reticencias les empujan a mirar con desconfianza este tipo de operaciones. Cabr¨ªa responder, claro, que la supervisi¨®n y la resoluci¨®n bancaria son controladas hoy por instituciones comunes para toda la eurozona, con lo que es dif¨ªcil prever algo similar al precedente island¨¦s. Sin embargo, los fantasmas siguen estando presentes.
La alternativa de la consolidaci¨®n europea a trav¨¦s de filiales tampoco es la panacea. Ni que decir tiene que mantener una filial no genera las mismas oportunidades de reducci¨®n de costes ¡ªcomo entidad de cr¨¦dito separada que es, debe mantener una estructura propia de cumplimiento¡ª. Y, de forma sorprendente, el legislador europeo sigue optando por no permitir la concesi¨®n de waivers o exenciones en los requerimientos regulatorios para las filiales transfronterizas europeas (s¨ª ¡ªcasualidad¡ª para las situadas dentro del mismo Estado miembro). Eso por no hablar de los ring-fences de capital que algunos pa¨ªses aplican a las filiales de grupos europeos.
En definitiva, si de verdad se quieren fomentar operaciones transfronterizas, las autoridades deber¨ªan permitir la consecuci¨®n de las sinergias que las justifican. Dos pasos son inevitables: el legislador debe permitir los waivers a las filiales transfronterizas y el BCE debe favorecer la sucursalizaci¨®n de filiales en la eurozona ¡ªy ya, por pedir, un verdadero fondo de garant¨ªa de dep¨®sitos ¨²nico¡ª. Sin esto, dif¨ªcilmente podr¨¢ ver cumplidos sus objetivos.
Carolina Albuerne es abogada de Ur¨ªa Men¨¦ndez