Un rayo de luz para los sindicatos en EE UU
El presidente Joe Biden deja atr¨¢s las promesas incumplidas de antiguos l¨ªderes dem¨®cratas y quiere facilitar la asociaci¨®n de trabajadores
Prometer ayuda a los sindicatos durante la campa?a y olvidarse de ellos en cuanto se ganan las elecciones. Con algunos matices, ese ha sido el guion de los candidatos dem¨®cratas durante las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas. Hasta que Joe Biden lleg¨® al Gobierno de Estados Unidos y promulg¨® el sueldo m¨ªnimo de 15 d¨®lares por hora para los empleados estatales, impuls¨® un proyecto de ley por los derechos de los trabajadores y ...
Prometer ayuda a los sindicatos durante la campa?a y olvidarse de ellos en cuanto se ganan las elecciones. Con algunos matices, ese ha sido el guion de los candidatos dem¨®cratas durante las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas. Hasta que Joe Biden lleg¨® al Gobierno de Estados Unidos y promulg¨® el sueldo m¨ªnimo de 15 d¨®lares por hora para los empleados estatales, impuls¨® un proyecto de ley por los derechos de los trabajadores y envi¨® un sorprendente mensaje de apoyo a los operarios de una planta de Amazon en Alabama. ¡°Los sindicatos dan poder a los trabajadores, nivelan el terreno de juego¡±, dijo en un v¨ªdeo. ¡°No deber¨ªa haber intimidaciones, amenazas ni propaganda antisindical¡±, a?adi¨®.
La referencia a Franklin Delano Roosevelt parece inevitable. El presidente del new deal fue tambi¨¦n el que legaliz¨® la organizaci¨®n sindical con la Wagner Act (1935) y el que gobern¨® durante el esfuerzo industrial de Estados Unidos por la II Guerra Mundial. Medidas de gasto p¨²blico y ampliaci¨®n de derechos comparables a la iniciativa legislativa bautizada como PRO Act con que Biden quiere facilitar la organizaci¨®n sindical y a la inyecci¨®n fiscal de 1,9 billones de d¨®lares con la que pretende crear millones de empleos luchando contra el cambio clim¨¢tico y mejorando las infraestructuras.
Hasta ah¨ª los paralelismos. Como dice Jake Rosenfeld, soci¨®logo de la Washington University en St. Louis, Estados Unidos hace tiempo que dej¨® de ser el pa¨ªs de Roosevelt. Igual que en Europa Occidental, la automatizaci¨®n y desindustrializaci¨®n volvieron menos com¨²n el empleo en los grandes centros fabriles que sirvieron de pilar fundamental para la organizaci¨®n sindical. Pero eso no explica, dice, todo el declive que los sindicatos han sufrido en Estados Unidos, donde los afiliados pasaron de representar 1 de cada 3 trabajadores en 1954 a 1 de cada 10 en 2020 (10,8%, de acuerdo con los datos del US Bureau of Labour Statistics).
Seg¨²n Rosenfeld, ¡°la prueba de que el declive de los sindicatos en el sector privado de Estados Unidos ha sido m¨¢s profundo es que tambi¨¦n se desmoronaron en sectores como la construcci¨®n o el transporte por carretera, que no perdieron empleos por la automatizaci¨®n o las importaciones¡±. En su opini¨®n, la clave est¨¢ en las t¨¢cticas contra la organizaci¨®n de los trabajadores que a lo largo de los a?os han ido desarrollando los empleadores. ¡°Hay un manual est¨¢ndar de medidas, algunas ilegales, otras perfectamente legales, que dan bastantes garant¨ªas de ¨¦xito a los empleadores privados decididos a evitar sindicatos en sus centros¡±.
Represalias
Desde forzar a los trabajadores a asistir a reuniones en las que se les intimida o se les desinforma sobre las consecuencias de formar un sindicato hasta despedir a los referentes del movimiento. Seg¨²n Rosenfeld, ninguna de las medidas es legal, pero el castigo previsto hasta ahora es demasiado leve como para que las empresas antisindicato dejen de tomarlas. ¡°Al despedido por iniciar medidas sindicales lo tendr¨¢n que recontratar, pero despu¨¦s de un mont¨®n de tiempo, cuando el impulso organizativo ya se ha disuelto¡±.
Son t¨¢cticas que en opini¨®n de Stuart Appelbaum, dirigente del sindicato de empleados de comercio de Estados Unidos, no podr¨ªan seguir haciendo si pasase la PRO Act, que ya ha sido aprobada en la C¨¢mara de Representantes. Su pron¨®stico para los pr¨®ximos a?os es viento de cola para la organizaci¨®n de los trabajadores en EE UU. ¡°El de Biden ha sido el mensaje m¨¢s potente en favor de los sindicatos jam¨¢s enviado por un presidente, y eso est¨¢ contribuyendo al desarrollo de la opini¨®n p¨²blica¡±, dice Appelbaum, cuya organizaci¨®n perdi¨® en abril la elecci¨®n por la sindicalizaci¨®n de la planta en Alabama de Amazon (apelada por supuestas pr¨¢cticas intimidatorias de la empresa).
La opini¨®n p¨²blica est¨¢ de su parte. En un sondeo para EE UU publicado en septiembre por Gallup, un 65% de los consultados dijeron aprobar la labor de los sindicatos, con una mayor¨ªa abrumadora entre los encuestados dem¨®cratas (83%) y un porcentaje muy significativo entre los que se identificaban como republicanos (45%). A pesar de ello, las personas consultadas para la elaboraci¨®n de este art¨ªculo coincidieron en la dificultad de aprobar la PRO Act en el Senado si no hay antes una reforma del proceso legislativo que termine con el filibusterismo (como se conoce a las t¨¢cticas dilatorias que permiten el bloqueo de leyes a un partido en minor¨ªa; en este caso, el Republicano).
La resistencia del Partido Republicano a la organizaci¨®n de los trabajadores no es un fen¨®meno nuevo. La novedad, dice Rosenfeld, es lo expl¨ªcito del apoyo de un presidente dem¨®crata como Biden, ¡°cuando a los anteriores gobiernos de su partido, incluido el de Obama, parec¨ªa darles verg¨¹enza que los asociaran con el movimiento sindical¡±. ¡°Si eso ha cambiado, se debe, en parte, al reconocimiento dentro de las filas dem¨®cratas de lo crucial que es un movimiento sindical fuerte en la lucha contra los graves problemas que enfrentamos, como la creciente desigualdad¡±, dice.
Seg¨²n un estudio publicado por Princeton, la afiliaci¨®n a los sindicatos en los a?os treinta fue determinante en la reducci¨®n de la desigualdad, especialmente para las personas que por su raza o cualificaci¨®n eran m¨¢s proclives a recibir una paga peor. De acuerdo con Suresh Naidu, profesor en Columbia y uno de los autores del estudio, los datos para los ¨²ltimos 80 a?os tambi¨¦n confirman que la paga de los afiliados ha sido entre un 10% y un 20% superior a la de los no afiliados. Por eso cree que las medidas de Biden para facilitar la organizaci¨®n sindical pueden ayudar, ¡°aunque al final todo va a depender de si la gente va a votar o no por organizarse¡±: ¡°?Los estadounidenses quieren que haya sindicatos y hasta ahora ha sido demasiado dif¨ªcil por la oposici¨®n de los empleadores? Yo creo que es as¨ª y que s¨ª los quieren, pero me puedo equivocar¡±.
Convenios
Desde que en 1935 se promulg¨® la Wagner Act, los convenios de trabajo en Estados Unidos se firman por cada centro de trabajo, una decisi¨®n que ten¨ªa m¨¢s sentido cuando esos centros eran industrias con cientos de empleados y pod¨ªa argumentarse que la retribuci¨®n guardaba relaci¨®n con la productividad de la f¨¢brica. Pero con la atomizaci¨®n de los lugares de trabajo, la regla ha terminado significando un gigantesco coste de organizaci¨®n sindical por trabajador representado y mucha desprotecci¨®n frente a grandes empleadores con varios centros de trabajo. En Espa?a, y desde la reforma de 2012, es posible que los convenios de empresa tengan menos protecci¨®n que los sectoriales, cosa que antes no ocurr¨ªa. Como dice Antonio Baylos, catedr¨¢tico de Derecho Laboral en la UCLM, ¡°esta pr¨¢ctica se ha extendido entre empresas multiservicios, rebajando salarios y empeorando condiciones de trabajo¡±, y es uno de los puntos que los sindicatos quieren eliminar en la reforma laboral que est¨¢ ahora negoci¨¢ndose.