Una cartera contra la despoblaci¨®n financiera
Mar¨ªa del Carmen ?vila encarna en Belmonte de Tajo (Madrid) la transformaci¨®n de su oficio en los ¨²ltimos a?os: digitalizaci¨®n de sus labores y ampliaci¨®n de las prestaciones b¨¢sicas a la ciudadan¨ªa, desde cobrar las facturas de la luz a realizar tr¨¢mites con la Administraci¨®n o con los bancos
Sentada en una oficina peque?a, pero sumamente ordenada, Mar¨ªa del Carmen ?vila revisa y ordena con agudeza las 355 cartas y paquetes que tiene que repartir ese d¨ªa por Belmonte de Tajo, el pueblo madrile?o donde trabaja como cartera rural. Son las 10.06 horas de la ma?ana y a¨²n le falta una media hora para cargar su carrito y recorrer las calles. A la par que teclea su PDA para registrar las cartas que los belmonte?os han llevado a Correos con destinos diversos, hace lo mismo, a mano, en un libro con letra clara y menuda. ¡°Hablen canas, callen letras. Me lo ense?¨® la antigua cartera y lo sigo haciendo por seguridad¡±, subraya. Habla de Nicolasa Carralero, su suegra y de la que aprendi¨®, adem¨¢s del oficio, la vocaci¨®n. ?vila, La Cartera para los nuevos vecinos y La hija de El P¨²a para los oriundos, meti¨® su primer sobre como cartera rural hace tres d¨¦cadas, cuando ten¨ªa 22 a?os. Ahora, encarna la transformaci¨®n que en los ¨²ltimos a?os estos trabajadores de Correos representan: la digitalizaci¨®n de su oficio y ofrecer m¨¢s prestaciones b¨¢sicas a la ciudadan¨ªa: desde cobrar las facturas de la luz a realizar tr¨¢mites con la Administraci¨®n. ¡°Somos la generaci¨®n del cambio. Llevamos a¨²n los servicios tradicionales (cartas y paqueter¨ªa) y los nuevos, como entregar dinero en met¨¢lico de las cuentas bancarias de los clientes o distintivos de la DGT, por ejemplo¡±, explica.
El coraz¨®n del pueblo
Una de las paredes de la oficina est¨¢ cubierta de carteles para anunciar las nuevas prestaciones: ¡°Paga tus recibos en Correos. Con tarjeta o en efectivo¡±, dicen. Las otras tres, acorraladas por un mostrador, visten estanter¨ªas rellenas de cartas, armarios con llave y un mapa con el callejero del pueblo, donde algunas de las calles est¨¢n tachadas con l¨¢piz y renombradas. ¡°En internet estaban mal. Yo no lo miro, lo tengo todo en la cabeza. No solo los n¨²meros de las casas, sino d¨®nde vive cada destinatario. Lo tengo colgado para cuando me voy de vacaciones y vienen a sustituirme¡±, dice. Mientras explica c¨®mo se organiza su d¨ªa a d¨ªa (llega a las 7.30, atiende al p¨²blico hasta las 10.30, hace el reparto hasta las 14.30 y regresa al puesto para cerrar su d¨ªa laboral), por la puerta se cuela la voz de Jes¨²s, un vecino ya jubilado que gasta un bast¨®n de madera:
¡ªBuenos d¨ªas. ?Tengo algo?
¡ªHoy no hay nada.
¡ªPues mejor pal burro. ?Ja, ja, ja! Hasta ma?ana.
Tras la marcha de Jes¨²s, Roberto Soldador entra en la oficina y pone sobre la repisa un paquete: env¨ªo urgente. ?vila lee el c¨®digo QR con su dispositivo electr¨®nico y registra el pedido. Gesti¨®n virtual que refleja otro de los grandes planes de la empresa p¨²blica: digitalizar sus oficinas, tambi¨¦n las de los pueblos rurales. De momento ha digitalizado 16 de sus 2.295 oficinas y puntos de atenci¨®n al p¨²blico en localidades rurales.
Transcurren los ¨²ltimos minutos para que empiece su ruta, y otros vecinos asoman la cabeza por la puerta para saludar o hacen consultas m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito postal. Mar¨ªa de la O, la inquilina que vive pared con pared de la oficina, se queda en el marco y pregunta a la cartera d¨®nde hay que dejar los juguetes para el rastrillo ben¨¦fico para ayudar a un ni?o del pueblo que sufre c¨¢ncer: ¡°Entran y me preguntan de todo, y yo les ayudo en lo que puedo¡±, explica ?vila. El tr¨¢nsito de estas personas y sus cometidos reflejan que esta oficina es mucho m¨¢s que un centro postal, que se asemeja m¨¢s al coraz¨®n urbano de un pueblo donde los vecinos acuden a pedir consejo y resolver dudas cotidianas.
De tres sucursales bancarias a solo una
Durante toda su ruta, ?vila marca un paso ligero a trav¨¦s de un pueblo donde el ambiente se respira lento y el ritmo del d¨ªa a d¨ªa se siente pausado. Pese al crecimiento demogr¨¢fico de la ¨²ltima d¨¦cada (1.751 habitantes, seg¨²n los ¨²ltimos datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica), Belmonte de Tajo padece cierta despoblaci¨®n financiera. De los tres bancos que dispon¨ªan de sucursal en la localidad, ya solo queda una. Y muchos vecinos, especialmente los m¨¢s mayores, se ven obligados a pagar comisiones en otras entidades para sacar dinero o desplazarse a urbes m¨¢s grandes de los alrededores, como Villaconejos, Colmenar de Oreja o Chinch¨®n. Para paliar la situaci¨®n, en el ¨²ltimo a?o Correos ha puesto en marcha Correos Cash, un servicio que permite a los vecinos retirar e ingresar efectivo de sus cuentas bancarias a trav¨¦s del cartero, bien en la oficina o desde su casa, con su DNI y tarjeta de d¨¦bito.
Precisamente este d¨ªa Nicolasa Carralero, la antigua cartera que pas¨® el testigo a ?vila, ha solicitado una entrega de dinero. Recibe a su nuera en su sala de estar para ejecutar el servicio sobre una mesa camilla. ?vila fotograf¨ªa el DNI y la tarjeta de cr¨¦dito con su PDA, Carralero firma en el aparato electr¨®nico y un recibo en papel. Despu¨¦s, abre el sobre con el dinero: ¡°Qu¨¦ pronto se me va a acabar esto¡±, exclama entre risas. Esta mujer, que hace a?os era la que ayudaba a sus vecinos, se ha convertido en usuaria de los servicios de la empresa en la que trabaj¨® durante m¨¢s de 30 a?os. Especialmente, de las nuevas prestaciones financieras.
¡°Es una cosa muy buena porque, ahora, a los bancos les ha dado por cerrar y te quedas en ayunas. Tienes que desplazarte a otros pueblos¡±, dice. Su marido, Jos¨¦ Yunta, antiguo herrero del pueblo, le interpela: ¡°Y tienes que ir antes de las 11.00 porque si vas despu¨¦s no te atienden¡±. El problema, inciden durante la conversaci¨®n, es que no toda la gente mayor se defiende con los cajeros; necesitan trato personal para poder realizar sus tr¨¢mites bancarios. ¡°Por eso los carteros lo hacen muy bien. Son personas que ayudan a muchas personas que conf¨ªan en ellos¡±, comenta Carrelero. Habla por experiencia. Ya en los setenta, le¨ªa las cartas a una vecina que, a causa de una ceguera por la edad, no pod¨ªa, y escrib¨ªa otras tantas para envi¨¢rselas al hijo de esta en Madrid. Las asociaciones del sector bancario ¨CAEB, CECA y UNACC¨C firmaron la semana pasada un paquete de medidas para garantizar la atenci¨®n de los colectivos vulnerables, entre ellos, el de los mayores de 65 a?os, tales como la ampliaci¨®n del horario de atenci¨®n.
El GPS belmonte?o
?vila conoce al detalle la cuestas belmonte?as como las l¨ªneas de la palma de su mano. Algunas, excesivamente empinadas, motivaron a los visitantes de hace varios siglos a bautizar al pueblo como Toledillo, como un gui?o a la ciudad castellana. Inconscientemente, evita los socavones y aparca el carrito estrat¨¦gicamente para que la gravedad no haga de las suyas y la correspondencia llegue a su destinatario. ¡°Es un pueblo donde no gustan los buzones, as¨ª que meto las cartas por debajo de las puertas¡±, explica. Cuando es una carta certificada o un paquete, casi siempre conoce el horario del destinatario y sus trucos para recibir los pedidos. Laura Salinas, por ejemplo, abre su ventana para recoger un peque?o sobre abultado. La paqueter¨ªa representa una gran parte de las entregas de ?vila, un reflejo del crecimiento en los ¨²ltimos a?os del comercio electr¨®nico. De hecho, Correos se ha convertido en una de las compa?¨ªas con m¨¢s peso nacional en la distribuci¨®n de paqueter¨ªa, tanto en las grandes ciudades como en las peque?as. En solo cinco a?os, la empresa log¨ªstica ha pasado de mover 52,3 millones de paquetes a 208,9 millones.
Adem¨¢s de los nombres de los vecinos, los de los gatos y perros belmonte?os tambi¨¦n est¨¢n archivados en la memoria de ?vila. Bajando por la calle de la Fuela, Ner¨®n, el perro de Jes¨²s, hace honor a su nombre y ladra salvajemente en aviso al paso de la cartera. Al lado, los d¨¢lmatas Kobu y Lis le lamen la palma de la mano antes de que su due?a abra la cancela para recoger un sobre certificado. ¡°Nunca leo la direcci¨®n y el n¨²mero, siempre el nombre de la persona. Es importante porque, a veces, las empresas de luz y agua se equivocan y no imprimen bien la direcci¨®n. Yo me s¨¦ d¨®nde vive cada uno¡±, asevera la cartera.
Pero no siempre lleva la correspondencia a la puerta de sus conciudadanos; a veces camina hasta los lugares en los que sabe que, a esa hora, est¨¢ el destinatario. ¡°Esperad. Tengo una carta para Mart¨ªn. Seguro que est¨¢ sentando en el banco de siempre¡±, anuncia, y se dirige hacia tres ancianos: Lucio S¨¢nchez, Jes¨²s Isidro (alias Rat¨®n) y Mart¨ªn, cuyo nombre real es Carlos Garc¨ªa pero al que todos llaman por el nombre de su padre. A este ¨²ltimo le entrega un sobre. Todos r¨ªen al verla. ¡°Es una fen¨®mena. Nos trae los sobres y, si va a [nuestra] casa y no estamos, mete una notita para que vayamos a la oficina¡±, explica Rat¨®n. S¨¢nchez musita algunas palabras de aprobaci¨®n y Mart¨ªn, que viste una gorra trapera heredada, dice, de su nieto, levanta la vista hacia los periodistas y sentencia: ¡°Aqu¨ª no hay un problema¡±.
La ruta llega a su fin, y sin perder el ritmo de unos pasos acostumbrados a patear las calles, ?vila vuelve a la casa de Correos para rematar los ¨²ltimos flecos de su d¨ªa laboral, lugar donde gestiona, m¨¢s all¨¢ de la microlog¨ªstica de Belmonte de Tajo, muchos de sus problemas, dudas y alegr¨ªas.