Occidente y el llanto de las ni?as afganas
El acceso a la educaci¨®n de las mujeres ha sido una de los objetivos fundamentales del feminismo en siglos pasados y s¨®lo con mucho esfuerzo se ha ido consiguiendo, aunque siempre con condiciones
La educaci¨®n de las ni?as afganas ha sufrido un duro golpe. De nuevo, las mujeres vuelven a ver desaparecer sus derechos m¨¢s b¨¢sicos como es el de la educaci¨®n. BBC ha publicado en d¨ªas pasados un estremecedor v¨ªdeo en el que aparece una ni?a afgana que llora porque no le permiten asistir a la escuela por el hecho de haber n...
La educaci¨®n de las ni?as afganas ha sufrido un duro golpe. De nuevo, las mujeres vuelven a ver desaparecer sus derechos m¨¢s b¨¢sicos como es el de la educaci¨®n. BBC ha publicado en d¨ªas pasados un estremecedor v¨ªdeo en el que aparece una ni?a afgana que llora porque no le permiten asistir a la escuela por el hecho de haber nacido mujer. En pleno siglo XXI se sigue tolerando que se borren los derechos de las mujeres en pro de un malentendido relativismo moral en el que cada vez importa menos la situaci¨®n de las mujeres y sus derechos.
El derecho al conocimiento deber¨ªa ser inalienable pero lejos de eso cada vez se encuentra m¨¢s en peligro en el caso de las mujeres. El acceso a la educaci¨®n es el acceso a la libertad. Esto los talibanes lo saben muy bien y por eso proh¨ªben a las ni?as ir a la escuela. Se trata, evidentemente, de una guerra cuyos efectos no son menos nocivos que los de la guerra de Ucrania, pero al contrario que ¨¦sta, no llena horas en las televisiones del mundo, ni titulares en los peri¨®dicos, ni sanciones econ¨®micas, porque es una guerra contra las mujeres afganas. Y el estado patriarcal dominante por encima de culturas y pa¨ªses, no ve con malos ojos el sometimiento de las mujeres, muy al contrario, tiene intereses econ¨®micos y pol¨ªticos basados en su permanencia.
El acceso a la educaci¨®n de las mujeres ha sido una de los objetivos fundamentales del feminismo en siglos pasados y s¨®lo con mucho esfuerzo se ha ido consiguiendo, aunque siempre con condiciones. En Espa?a, por ejemplo, aunque es un derecho consagrado que nadie cuestiona gracias a la lucha de nuestras predecesoras, siguen estando los estereotipos sexistas presentes en todo el sistema educativo a trav¨¦s de la infrarrepresentaci¨®n de las mujeres en libros y materiales, a trav¨¦s de los curr¨ªculos y de sus desarrollos e incluso de las salidas profesionales que se le ofrecen como m¨¢s convenientes a mujeres y hombres. Como resultado de esta situaci¨®n observamos una diferencia cada vez mayor entre lo que eligen estudiar las chicas y lo que eligen estudiar los chicos, diferencia acorde con el retroceso brutal que estamos teniendo a nivel social hacia posicionamientos pol¨ªticos mis¨®ginos. Y es que como nos advirti¨® Sim¨®n de Beauvoir: ¡°No olvid¨¦is nunca que bastar¨¢ con una crisis pol¨ªtica, econ¨®mica o religiosa para que los derechos de las mujeres se cuestionen. Estos derechos nunca son adquiridos. Deber¨¦is permanecer alerta durante toda vuestra vida¡±. Y esa advertencia sigue siento v¨¢lida tanto para las mujeres occidentales, como para las mujeres afganas.
Uno de los mitos contempor¨¢neos de occidente que avala el no intervencionismo en casos como ¨¦ste de da?o hacia las mujeres, es que la diversidad cultural se ve como algo positivo per se, algo que en cualquier circunstancia hay que apoyar aunque se lleve por delante derechos y libertades, como si respondiera solamente a una cuesti¨®n de est¨¦tica y no tuviera un significado profundamente injusto en muchos de los casos.
En el v¨ªdeo publicado por la BBC queda claro que la diversidad cultural afgana implantada por los talibanes, representa la esclavitud de las mujeres en todos los ¨®rdenes adem¨¢s del educativo, y occidente no deber¨ªa ignorarlo. El pensamiento posmodernista occidental que avala tal diversidad s¨®lo fomenta el retroceso de los derechos de las mujeres, confunde la tolerancia con el avasallamiento y blanquea el patriarcado con el mantra de que ¡°todas las culturas son respetables¡±. Las ni?as afganas con su llanto nos muestran d¨®nde est¨¢ el l¨ªmite de lo moralmente aceptable en el terreno de la diversidad, aunque pueda estar sostenido por una cultura o por su hom¨®nimo religioso-pol¨ªtico.
Es cada vez m¨¢s frecuente en nuestros d¨ªas parar cualquier debate moral utilizando el sufijo ¡°fobia¡±. As¨ª cada intento de argumentaci¨®n o denuncia de situaciones de injusticia social es frenado mediante palabras como islamofobia, homofobia, transfobia, etc., pronunciadas con el ¨²nico objetivo de silenciar todo aquello que se oponga a unos intereses determinados. Como afirma la fil¨®sofa Amelia Valc¨¢rcel, cuando alguien frente a una exposici¨®n de argumentos contrapone como ¨²nica reflexi¨®n el uso del sufijo fobia en cualquiera de sus acepciones, lo que en realidad pretende es silenciar al oponente para que no siga hablando, no siga pensando y sobre todo, no pueda ¡°despertar¡± a nadie con sus razonamientos.
Es momento de despertar y ver que las ni?as afganas, las mujeres afganas, necesitan que occidente responda a su sufrimiento e indefensi¨®n tan bien como se est¨¢ haciendo con la guerra de Ucrania. No debemos ceder ante ninguna de las ideolog¨ªas totalitarias que impiden el progreso humano vengan del pa¨ªs que vengan. Los valores de justicia y dignidad deben pasar por delante de intereses econ¨®micos y de estrategias pol¨ªticas, tambi¨¦n en el caso de las ni?as y mujeres afganas. Todo aquello que impida el desarrollo de las mujeres como seres humanos de pleno derecho, venga disfrazado de diversidad cultural o de inclusi¨®n tolerante, no es otra cosa que barbarie y como tal, deber¨ªa hacer actuar a los estados que se denominan democr¨¢ticos.
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