Rescate a la universidad p¨²blica
Se ahonda en el proyecto tradicional de las derechas de reservar los estudios universitarios a una ¨¦lite econ¨®mica. Y se les ofrece el pastel de las ganancias.
La incompetencia y cerraz¨®n ideol¨®gica de los gobernantes redunda en los costes m¨¢s altos imaginables para la ciudadan¨ªa. Mientras el pasado 29 de octubre la Universidad de Valencia suspend¨ªa a tiempo las clases frente a la DANA, el president Carlos Maz¨®n lo consideraba ¡°exagerado¡±. Al rato se ir¨ªa a comer con Maribel Vilaplana para ofrecerle la direcci¨®n de la televisi¨®n p¨²blica valenciana, un puesto qu...
La incompetencia y cerraz¨®n ideol¨®gica de los gobernantes redunda en los costes m¨¢s altos imaginables para la ciudadan¨ªa. Mientras el pasado 29 de octubre la Universidad de Valencia suspend¨ªa a tiempo las clases frente a la DANA, el president Carlos Maz¨®n lo consideraba ¡°exagerado¡±. Al rato se ir¨ªa a comer con Maribel Vilaplana para ofrecerle la direcci¨®n de la televisi¨®n p¨²blica valenciana, un puesto que depende de un concurso p¨²blico. No hay relato que refleje mejor el embate que enfrentamos entre ciencia y negacionismo bajo el saqueo de lo p¨²blico. C¨®mo no van a atacar las derechas a la universidad p¨²blica, si hay dinero que ganar y humillaciones que evitar.
En Madrid, la presidenta regional Isabel D¨ªaz Ayuso premi¨® recientemente a Javier Milei. Le dijo p¨²blicamente: ¡°Encaras con fuerza y coraje medidas que suenan a aire fresco¡±. El mandatario argentino est¨¢ aplicando ahora su motosierra contra las universidades p¨²blicas. Tenemos as¨ª una derecha sin complejos, con viento de cola tras la elecci¨®n de Trump, dispuesta a transitar lo inexplorado. Aire fresco.
En sus ¨²ltimos presupuestos, el gobierno madrile?o ha decidido dar la puntilla a las universidades p¨²blicas. Los y las rectoras solicitaron, solo para ¡°salvar los muebles¡±, incrementar la partida universitaria al menos un 18%. Ayuso ha respondido subiendo el 0,9%. No dar¨¢ ni para las n¨®minas. Un 36,5% m¨¢s rica que el resto de Comunidades, la de Madrid ya financia un 21% menos a sus universidades.
La estrategia desborda todos los l¨ªmites. Se est¨¢n creando impunemente universidades privadas con informes en contra demoledores. Pero da igual. Como en la sanidad o en la educaci¨®n secundaria, se avanza con el mismo patr¨®n. En nuestro caso se ahonda en el proyecto tradicional de las derechas de reservar los estudios universitarios a una ¨¦lite econ¨®mica. Y se les ofrece el pastel de las ganancias. A cambio, este ataque a la clase trabajadora universitaria, adem¨¢s de golpear a un colectivo ya de por s¨ª precarizado, repercutir¨¢ en el acceso del estudiantado a las universidades p¨²blicas. Todo ello mientras Madrid ya ten¨ªa en 2023, con Catalu?aa, las tasas de matriculaci¨®n m¨¢s altas del pa¨ªs.
La ofensiva neoliberal contra las universidades p¨²blicas parti¨® en los a?os noventa de informes de organismos como el Banco Mundial. El diagn¨®stico era claro: no hab¨ªa suficientes ingresos p¨²blicos. Propusieron subir las tasas, introducir pr¨¦stamos al estudiantado o vender servicios. Tambi¨¦n privatizar sectores enteros, como la limpieza o las cafeter¨ªas, para ponerlos bajo gesti¨®n privada. Su premisa de partida era incontestable, pero solo porque consideran impensable recaudar m¨¢s a los ricos.
Es la motosierra a la vista de los n¨²meros y sus consecuencias
Respondimos con un ciclo de movilizaciones universitarias contra el informe Bricall, la LOU y, finalmente, el plan Bolonia. Tras la crisis de 2008, tambi¨¦n nos movilizamos contra los recortes presupuestarios, que se cebaron con las universidades p¨²blicas mientras se rescataba a los bancos. Todo fue sucediendo como fuimos denunciando. Y con todo, la actual ofensiva no es una vuelta de tuerca m¨¢s en este ciclo; nos conduce a otra pantalla. Es la motosierra. A la vista de los n¨²meros y sus consecuencias, est¨¢n intentando acabar directamente con la universidad p¨²blica.
Aportemos m¨¢s contexto para entenderlo. En tiempos de postverdad y desinformaci¨®n al servicio de la internacional reaccionaria, los centros de ciencia e investigaci¨®n independientes son una amenaza. Ayuso ha negado p¨²blicamente el cambio clim¨¢tico, mientras la Ley Org¨¢nica del Sistema Universitario (LOSU) prioriza financiar infraestructuras verdes. El 0,9% es tambi¨¦n negacionismo puro con consecuencias. Como dec¨ªa Hannah Arendt, cuando la mentira se instala en lo pol¨ªtico, cuidemos los reductos de resistencia que son la justicia, la prensa y las universidades. Por eso, tambi¨¦n, estamos en el punto de mira.
La LOSU fija el l¨ªmite de financiaci¨®n p¨²blica para las Universidades en un 1% del PIB. Y aunque esta no es la ley que necesit¨¢bamos, el arrancar impunemente los precarios parches all¨ª propuestos en materia financiera y ecosocial solo puede calificarse de gamberrismo institucional. Insisto, con consecuencias. En su arremetida ideol¨®gica, el borrador de la nueva ley auton¨®mica ha amenazado tambi¨¦n con restringir la libertad de expresi¨®n. Se dirigen con todo contra un colectivo, el universitario, que como hemos visto con el genocidio en Gaza, ejerce de conciencia c¨ªvica de la sociedad. Del muera la inteligencia de Mill¨¢n Astray, a los profesores son el enemigo de J. D. Vance retomando a Nixon, un hilo siniestro recorre esta internacional a la que se suben alborozados Ayuso y Milei.
Las universidades p¨²blicas precisan un rescate. La situaci¨®n es ag¨®nica en Madrid, pero afecta tambi¨¦n a otros territorios. El Gobierno central habr¨¢ de hacer todo lo posible para proteger la autonom¨ªa universitaria y la funci¨®n social de las universidades p¨²blicas. Las primeras asambleas de estudiantado y trabajadores/as en cualquier caso comienzan ya a organizarse. Seamos conscientes de que somos m¨¢s de 200.000 personas trabajando y estudiando en estos centros p¨²blicos madrile?os: si queremos, podemos. Busquemos tambi¨¦n el apoyo del resto de la sociedad. Si la dimensi¨®n del ataque es in¨¦dita, que lo sea la respuesta. Aprovechemos tambi¨¦n para repensarnos, del fin de la precariedad y las tasas, a la universidad ecol¨®gica. Ensayemos nuevos repertorios de protesta y, al mismo tiempo, imaginemos la universidad que queremos. Mostremos, finalmente, c¨®mo se defiende la democracia.