Supervivientes de un vuelo sin destino
Dos a?os despu¨¦s de la tragedia del accidente del vuelo de Spanair JK5022, en el que perecieron 154 personas, los supervivientes y las familias de las v¨ªctimas a¨²n luchan por sobreponerse.
"Cuando los sue?os se acaban y las esperanzas son nulas, la vida nos ense?a a sobrevivir". La frase es de un familiar de uno de los pasajeros del vuelo de JK5022. Acababa de enterarse de que a la hora de comer de aquel 20 de agosto de 2008 el destino le hab¨ªa dado la espalda a uno de sus seres queridos. Un MD-82 de Spanair, de nombre Sunbreeze, se hab¨ªa estrellado en la pista E36I del aeropuerto de Barajas sin llegar a levantar el vuelo: 154 muertos y 18 supervivientes. Dos a?os despu¨¦s de un accidente que marc¨® la vida de cientos de personas, todav¨ªa son muchos los que se enfrentan a la p¨¦rdida de esperanza y al dolor, sin conocer aun qu¨¦ pas¨® exactamente para que el pl¨¢cido vuelo entre Madrid y Gran Canaria acabase en tragedia.
Cuando a las 14.45 del 20 de agosto de 2008 la alarma salt¨® en el aeropuerto de Barajas, el caos y la confusi¨®n se instalaron en las instalaciones aeroportuarias. El avi¨®n Sunbreeze, un MD-82 con 162 pasajeros y 10 tripulantes acababa de estrellarse al final de la pista E36I, para convertirse en una bola de fuego sobre el arroyo que bordea el aeropuerto: 154 personas muertas y 18 supervivientes que vieron c¨®mo sus compa?eros de viaje mor¨ªan. 18 personas que siguen reviviendo d¨ªa a d¨ªa las im¨¢genes del suceso.
El comandante Antonio Garc¨ªa Luna tuvo la decisi¨®n en sus manos. Una decisi¨®n que tom¨® mientras el instrumental de a bordo le daba se?ales enga?osas sobre el estado real del avi¨®n. No le avis¨® de que la configuraci¨®n del aparato para el despegue era err¨®nea. Hombre de pocas palabras, inteligente y buena persona, como le describen sus vecinos de la localidad segoviana de La Lastrilla, Luna muri¨® con su tripulaci¨®n y m¨¢s de un centenar de pasajeros. Su padre, un hombre reservado de unos sesenta a?os, se niega a hablar con la prensa y seg¨²n el alcalde, Vicente Calle, es el m¨¢s afectado. En cambio "sus hermanos son m¨¢s j¨®venes y lo superaran mejor". Recuerda c¨®mo el accidente coincidi¨® con las fiestas de la localidad: "Baj¨¦ a la plaza a ver como iba todo, y de repente me encontr¨¦ un mont¨®n de periodistas de medios nacionales".
El equipo de emergencias del Ayuntamiento de Madrid se dio de frente con la tragedia. Ervigio Corral, subdirector del SAMUR, coordin¨® a todos los efectivos ese d¨ªa. Con un gran n¨²mero de intervinientes, unas 50 unidades m¨®viles llegaron hasta el lugar del siniestro. All¨ª los bomberos estaban sofocando el fuego, mientras ellos ten¨ªan como primera misi¨®n sacar a los supervivientes. En plena labor de reconocimiento escucharon voces de gente que les llamaban. "Fue muy chocante, de repente o¨ªmos a gente pronunciado nuestros nombres: eran nuestros compa?eros Ligia Palomino y Jos¨¦ Pablo Flores, que viajaban en el avi¨®n. Intentas separarte emocionalmente, pero fue muy dif¨ªcil". Con diferentes lesiones, tras estos dos a?os, es posible que Jos¨¦ Pablo no vuelva a trabajar, en cambio Ligia, "volver¨¢ pronto, ojal¨¢".
"Una vez localizados los pacientes heridos, los desplazamos a 25 metros del avi¨®n, justo al lado del arroyo, donde montamos el hospital de campa?a", explica Corral. All¨ª clasificaron los heridos seg¨²n la gravedad. Una hora tardaron en trasladar a las personas a los hospitales cercanos, "sobre todo de la parte noreste de Madrid. En la segunda fase de su intervenci¨®n, el juez de emergencias dictamin¨® que el siguiente paso era la recogida de cad¨¢veres. "Fue lo m¨¢s duro, junto a la recogida de los enseres personales de los pasajeros".
Susana Anguera, psic¨®loga especialista en emergencias y cat¨¢strofes, trabaj¨® ese fat¨ªdico d¨ªa rodeada de tristeza y desesperanza. "Llegu¨¦ a la una de la ma?ana al IFEMA, buscamos al coordinador y nos deriv¨® una familia". Una de las cosas que m¨¢s le impact¨® fue que "esa noche hab¨ªa culpa. La vi muchas veces y en muchas personas; era muy fuerte la emoci¨®n de aquellos que se preguntaban el porqu¨¦", comenta emocionada.
M¨®nica Pereira, compa?era de Anguera, hizo una labor diferente. "Cuando llegu¨¦ me fue imposible no pensar en otro d¨ªa horrible, el 11-M. Pero fue solo al principio, despu¨¦s entr¨¦ y me puse a trabajar". Su misi¨®n fue coordinar a todos los psic¨®logos que ven¨ªan del colegio oficial, y su objetivo: "Apoyar a mis compa?eros; en realidad ser la boya a la que sostenerse cuando uno no sabe muy bien por d¨®nde tirar".
"Hab¨ªa mucha gente que lo estaba pasando mal; estaban desorientados y no sab¨ªan c¨®mo moverse, y el solo hecho de tener a una persona serena a su lado que le daba informaci¨®n, y que le ayudaba en ese proceso de exteriorizaci¨®n, hac¨ªa que se sintieran un poco mejor". Luego pasaban a la siguiente fase: "Les explic¨¢bamos lo que pod¨ªa ocurrir". Las reacciones son conocidas, explica Anguera. Normalmente se produce llanto, ira o enojo.
El duelo, cuya duraci¨®n normal es de un a?o a 18 meses, es un proceso por el que todos debemos pasar. "No es un estado, es un proceso y se pasa. Cuando uno llega a reinventarse sin sentir la ausencia, es cuando podemos hablar de que la persona est¨¢ adaptada a la nueva realidad", explican ambas especialistas. Las dos aseguran que el 85% de las personas supera un estado de crisis como fue el accidente en Barajas, pero, adem¨¢s, "cinco o diez personas de cada cien, no solo lo afrontan sino que dicen que han crecido como personas, que el acontecimiento les ha hecho m¨¢s fuertes. Sin duda compensa el trabajo que hacemos con creces".
Las v¨ªctimas, los familiares, algunos siguen sumidos en una sensaci¨®n de dolor indescriptible y muchas veces condenatoria. En la actualidad son muchos los que a¨²n no quieren hablar de lo que ocurri¨®, muchos que inundados por la pena o cansados de los medios no quieren compartir sus sentimientos.
La Cruz Roja estaba preparada, tienen un protocolo. Seg¨²n los recuerdos de Jos¨¦ Ram¨®n Delgado, coordinador del ¨¢rea psicosocial de Cruz Roja, en un primer momento rein¨® la confusi¨®n; la informaci¨®n era muy cambiante. "En ese primer momento la informaci¨®n ya estremec¨ªa", recalca. "La primera sensaci¨®n fue de caos, como es de esperar, y de nervios, falta de informaci¨®n e incertidumbre". El ambiente era de dolor y de miedo a que hubiese fallecidos. Son un equipo multidisciplinar muy preparado pero al final "todos somos humanos y nos afecta". Define su trabajo como "el apoyo humano, el acompa?amiento".
En la fase poscat¨¢strofe el trabajo log¨ªstico se traslada a los familiares. "Se les proporcion¨® apoyo psicol¨®gico, alimentos y mantas para sobrellevar las interminables esperas del reconocimiento de cad¨¢veres". La comparaci¨®n con el 11-M es inevitable. "Yo estuve all¨ª, por desgracia o por fortuna, y la verdad es que te vienen muchos recuerdos, las causas son distintas pero las consecuencias las mismas" concluye Ervigio.
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