Ataques al sistema desde dentro del sistema
La iniciativa soberanista de Artur Mas es una m¨¢s de las que atacan las reglas de juego
La historia de la Espa?a democr¨¢tica aparece llena de acontecimientos, m¨¢s o menos violentos, que dieron al traste con el af¨¢n de que la soberan¨ªa nacional residiera en el pueblo y no en el Rey o en los golpistas que convert¨ªan a esos ciudadanos en siervos; a diferencia de lo que ocurri¨® en el siglo XX en algunos pa¨ªses europeos, donde desde dentro del mismo sistema democr¨¢tico se atacaba y terminaba con el sistema constitucional y de Derecho, como fue el caso de Alemania o de Italia, cuyos parlamentos concedieron plenos poderes a sus respectivos gobiernos, con el aplauso generalizado de sus respectivas sociedades, en Espa?a, la instauraci¨®n de dictaduras, duras o blandas, fue la consecuencia de golpes o pronunciamientos desde los aleda?os del sistema. Contra ese peligro, contra el ataque al sistema desde fuera del sistema, fue contra lo que nos vacunamos los espa?oles con la Constituci¨®n de 1978. Dentro de la UE y de la Alianza Atl¨¢ntica, los ciudadanos tuvimos la seguridad de que el temor a ser derrocados por ataques provenientes de los m¨¢rgenes del sistema se hab¨ªa terminado. Los europeos, que hab¨ªan protagonizado y sufrido la Segunda Guerra Mundial, como consecuencia del final de la democracia desde dentro de la democracia, crearon las estructuras necesarias para que ese peligro quedara erradicado para siempre. Y a esas estructuras nos incorporamos nosotros, los espa?oles, buscando la estabilidad democr¨¢tica y un seguro que nos garantizara el final de la historia golpista espa?ola. Y el 23 de febrero de 1981, tras el intento de golpe de Estado, los espa?oles sentimos que, efectivamente, nos hab¨ªamos protegido definitivamente contra el ataque a la democracia desde fuera de la democracia.
Felices y confiados, pens¨¢bamos que las cosas ir¨ªan como la seda y que la democracia s¨®lo consist¨ªa en un sistema de gobierno y de oposici¨®n, con alternancias cada cierto tiempo, donde el discurso pol¨ªtico dej¨® de tener sentido y donde las explicaciones a lo que se hac¨ªa o dejaba de hacer era algo que no era exigible en la acci¨®n pol¨ªtica. En eso consist¨ªa el juego democr¨¢tico, en el que cada cuatro a?os participaban los ciudadanos, con m¨¢s o menos entusiasmo, en funci¨®n de las circunstancias. Para lo que no est¨¢bamos preparados era para los ataques al sistema desde dentro del propio sistema. Y en esas estamos como lo prueban los siguientes acontecimientos:
1. Un presidente auton¨®mico, legitimado por la Constituci¨®n Espa?ola y por el Estatuto de autonom¨ªa de su Comunidad, surgido del encaje democr¨¢tico constitucional, convoca unas elecciones auton¨®micas, ateni¨¦ndose a lo que estipulan las leyes democr¨¢ticas, con el objetivo de romper lo que establece la Constituci¨®n y su propio Estatuto de Autonom¨ªa en lo referido a la soberan¨ªa nacional. Artur Mas no aspira a cambiar las leyes desde dentro del sistema y recorriendo el camino que establece la Constituci¨®n, sino que una vez que sea investido presidente constitucional de la Comunidad Aut¨®noma catalana, convocar¨¢ un refer¨¦ndum para romper la Constituci¨®n espa?ola, no mediante el procedimiento del golpe de Estado, es decir, desde fuera del sistema, sino utilizando al propio sistema para dinamitarlo desde dentro. Si nada cambia y sigue adelante con sus planes aun sin mayor¨ªa absoluta, amparado en una investidura parlamentaria, solicitar¨¢ del Parlamento catal¨¢n los poderes necesarios para convocar un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n que haga a?icos el art¨ªculo 2 de la Constituci¨®n espa?ola. Quienes le voten democr¨¢ticamente y quienes le concedan esos poderes desde el Parlamento catal¨¢n estar¨¢n atacando al sistema democr¨¢tico desde dentro del propio sistema democr¨¢tico. Y frente a eso, la pol¨ªtica no sabe c¨®mo reaccionar porque el discurso pol¨ªtico hace tiempo que se convirti¨® en discurso electoral permanente; a lo m¨¢s que llega es a tratar de asustar a quienes atentan contra la democracia desde dentro de la democracia, con la eterna canci¨®n de la Espa?a unida y del fr¨ªo que hace fuera de la Uni¨®n Europea, cuando el problema no es ese sino la defensa de unos objetivos pol¨ªticos superiores a los puramente electorales; y esos objetivos, alrededor de los cuales deber¨ªan unirse todos los dem¨®cratas, son los de respetar y cumplir las leyes, la Constituci¨®n y los Estatutos de Autonom¨ªa, por encima de cualquier otra consideraci¨®n o motivaci¨®n, y advertir serena pero contundentemente que cruzar ese l¨ªmite es inaceptable y peligroso.
Un colectivo de indignados reclam¨® el cierre del Parlamento
2. Un colectivo de indignados, a los que le sobran motivos para protestar por la situaci¨®n de nuestro pa¨ªs, reclamaron el pasado 25 de septiembre el cierre del Parlamento espa?ol y la apertura de un nuevo proceso constituyente. Con una Constituci¨®n como la que tenemos, reivindicaciones como esa tienen cabida en nuestro sistema democr¨¢tico; la Constituci¨®n espa?ola no s¨®lo se puede modificar sino que, incluso, se puede derogar; la ¨²nica condici¨®n exigible es que se sigan los procedimientos que la propia Carta Magna establece para esos casos; seguir esas reglas significar¨ªa utilizar los cauces que se ponen a nuestro alcance para reformar, mejorar o modificar nuestra democracia. Pedir que los diputados abandonen el Congreso y que se anule la Constituci¨®n para hacer otra nueva, es una ataque a la democracia desde dentro de la democracia. Y a ese desaf¨ªo no sabemos darle respuesta porque la pol¨ªtica como tal ha desaparecido de nuestro pa¨ªs, habiendo centrado el debate ¨²nicamente en el car¨¢cter m¨¢s o menos violento de los manifestantes o de la polic¨ªa encargada de mantener el orden p¨²blico.
3. Es dram¨¢tica la situaci¨®n por la que atraviesan miles de familias acosadas por los desahucios; cualquiera que tenga un gramo de sensibilidad en su coraz¨®n no tiene dudas a la hora de ponerse de parte de quien se ve privado de su techo una vez que ya le expulsaron de su trabajo. Cualquier ciudadano tiene derecho a oponerse a semejante medida. Quienes ¨²nicamente no pueden negarse a aplicar las leyes actuales son los miembros del Poder Judicial; ni un s¨®lo componente de ese poder del Estado puede argumentar razones al margen del ordenamiento legal para dejar de aplicar leyes emanadas de los otros dos poderes del Estado; no s¨®lo por la carrera a pelo que puede llegar hasta el infinito con otro tipo de leyes (aborto, violencia de g¨¦nero, etc.), sino porque, si el Poder Judicial se niega a aplicar una ley del Estado, est¨¢ golpeando al sistema desde dentro del propio sistema. Y frente a eso no tenemos discurso pol¨ªtico porque se sustituy¨® hace tiempo por el discurso electoral que consiste en ver quien pesca m¨¢s en rio revuelto.
El entendimiento entre PSOE y PP favorece la confianza en la democracia
4. Han sido necesario tres suicidios para que el PSOE haya decidido reconocer al PP como partido gobernante, leg¨ªtimo ganador de las elecciones democr¨¢ticas del pasado 20 N. Y han hecho falta esos tres actos desesperados para que el PP reconozca al PSOE como partido fundamental para poder hacer cosas transcendentes para la vida de los ciudadanos espa?oles. Ese mutuo reconocimiento deber¨ªa abrir un nuevo camino, que permita a los espa?oles recobrar la confianza en la democracia, en la pol¨ªtica y en los representantes de los ciudadanos. Si la soluci¨®n pasara por el entendimiento entre los dos grandes partidos, y los que tienen que entenderse no se entienden, ?no ser¨ªa moral, ¨¦tico y pol¨ªtico que dieran una paso atr¨¢s y dejaran el camino libre a los que comprometan esa capacidad? Una cosa es decir lo que hay que hacer y otra cosa es ponerse manos a la obra para que eso se pueda hacer. Lleg¨® el anuncio de secesi¨®n o el intento de abrir un inveros¨ªmil proceso constituyente y la pol¨ªtica no existe o se siente incapaz de dar un argumento contundente.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra fue presidente de la Junta de Extremadura.
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